Ataque en Nueva Zelanda prende alarmas por nacionalismo blanco
En un hecho sin precedentes, Nueva Zelanda fue sacudida el viernes por una masacre en dos mezquitas de la ciudad de Christchurch que dejó 50 muertos, la misma cantidad de heridos, y que prendió las alarmas sobre el aumento del nacionalismo blanco que predica un ideal “europeo” imaginario, rechaza la inmigración y comparte amenazas en internet.
El australiano Brenton Tarrant, de 28 años –quien retransmitió en vivo, durante 17 minutos, el ataque en el que recargaba los tambores de sus dos armas semiautomáticas y acababa con sus víctimas sin piedad–, fue inculpado ayer con cargos de asesinato por un tribunal de Christchurch, a donde llegó fuertemente custodiado y haciendo un gesto característico de los grupos supremacistas blancos. Al parecer, el atacante no estaba fichado ni el servicio de inteligencia lo tenía en su mira.
La masacre, que generó el rechazo del mundo entero, fue catalogada por la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, como un “ataque terrorista” e hizo que el gobierno neozelandés prometiera endurecer la legislación sobre acceso a armas, como lo hizo Australia después de una masacre similar en 1996.
Tarrant, expreparador físico y “fascista” autoproclamado, consiguió con una licencia del 2017 las armas semiautomáticas que usó y que llevaban inscritos los nombres de extremistas, incluido el neonazi español Josué Estébanez, personajes apropiados por el supremacismo blanco como Carlos Martel, el rey franco que derrotó a los Omeyas en el siglo VIII, o víctimas de atentados yihadistas.
El atentado deja claro, según analistas, que el nacionalismo blanco carece de liderazgo, está fragmentado, y para llamar la atención depende de atacantes de tipo lobo solitario como Tarrant, quien en un manifiesto explica que pretendía “aplastar la inmigración” y vengar los atentados llevados a cabo en Europa.
Los expertos advierten que el nacionalismo blanco es un movimiento cohesivo, unido a través de internet y que se extiende por Europa hasta Rusia; con un gran número de seguidores en Estados Unidos y Canadá, incluso está presente en Australia y Nueva Zelanda.
Los analistas afirman que este representa una amenaza internacional tan grande como el extremismo islámico, y más en EE. UU., donde los ataques de los nacionalistas blancos han superado los de los yihadistas durante años.
El nacionalismo blanco y el extremismo de extrema derecha es la amenaza extremista más destacada que enfrenta EE. UU. hoy en día, y de hecho es un fenómeno mundial
“El nacionalismo blanco y el extremismo de extrema derecha es la amenaza extremista más destacada que enfrenta EE. UU. hoy en día, y de hecho es un fenómeno mundial”, afirmó Brian Levin, director del Centro para el Estudio del Odio Extremista de la Universidad estatal de California. “Ellos tienen miedo al cambio demográfico. Usan el término genocidio blanco”, explicó.
El movimiento nacionalista blanco tiene sus raíces en los conceptos propuestos hace décadas por los fascistas y neonazis europeos y estadounidenses. El historiador francés Nicolas Lebourg señaló que el manifiesto del tirador de Christchurch citaba al fascista británico de los años 1930 Oswald Mosley.
El uso de la palabra ‘europeos’ para referirse a los blancos fue impulsado por el neonazi estadounidense Francis Parker Yockey.
De acuerdo con Lebourg, ‘genocidio blanco’ es una idea surgida alrededor de 1972 en EE. UU. y fue popularizada en Europa por el escritor francés Reanud Camus. De hecho, el título del manifiesto del supuesto atacante de Nueva Zelanda es ‘El gran reemplazo’, el mismo que un libro escrito por Camus en 2011, muy popular en los círculos de nacionalismo blanco, el cual argumenta que los inmigrantes que no son blancos están suplantando a los europeos blancos. Aunque algunos nacionalistas blancos son antimusulmanes, otros antijudíos, algunos capitalistas y otros socialistas, hoy los une, según los analistas, un rechazo a la inmigración.
El ataque de un lobo solitario es en realidad parte de una estrategia global
La profesora de la Universidad de Vanderbilt Sophie Bjork-James afirmó que un temor común era que los cristianos blancos pudieran convertirse en minorías en las sociedades que han dominado durante siglos. Esto ha dado alas a movimientos como los Identitarios, nacido en Francia, e Identity Evropa, en EE. UU.
Los nacionalistas blancos se han envalentonado aún más por el aumento de políticos que apoyan una línea dura con la inmigración, como Marine Le Pen, en Francia, y Viktor Orban, en Hungría; el presidente ruso, Vladimir Putin, y el partido Ukip, en el Reino Unido.
Lo mismo ocurre en Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump llegó a la Casa Blanca con un discurso antiinmigración, respaldado por una base de votantes de mayoría blanca.
Trump pareció legitimar la marcha de supremacistas blancos y neonazis celebrada en Charlottesville en 2017, y ha evitado condenar la violencia de la extrema derecha. “Ven en él una oportunidad increíble para extender su influencia”, señaló Bjork-James. De hecho, el sospechoso del ataque de Christchurch tildó a Trump de “símbolo de identidad blanca renovada y propósito común”.
Si bien condenó de inmediato la masacre, el mandatario estadounidense desató nuevamente la controversia el viernes al decir que no creía que el nacionalismo blanco fuera un problema creciente en todo el mundo.
Bjork-James aseguró que internet, en especial sitios como GAB y Stormfront, han ayudado a construir una comunidad global para los nacionalistas blancos. “Stormfront es una cámara de centro de coordinación global para el nacionalismo blanco”, dijo.
El sitio está lleno de comentarios sobre el ataque de Christchurch, algunos cuestionando el asesinato de mujeres y niños. Un comentario rechaza el debate: “Los invasores no son gente inocente”.
“El ataque de un lobo solitario es en realidad parte de una estrategia global”, explicó Bjork-James. El sospechoso del ataque en Nueva Zelanda escribió que se inspiró en otros nacionalistas blancos que perpetraron matanzas masivas.
Mencionó a Anders Breivik, que asesinó 77 personas en Noruega en 2011; Dylann Roof, que mató a nueve feligreses afroamericanos en una iglesia en EE. UU. en 2015; Alexandre Bissonnette, que mató a seis personas en un ataque en 2017 en una mezquita de Canadá, y otros como ellos.
Lebourg aseguró que los ataques más recientes parecen haberse convertido en parte de un ciclo de venganza, especialmente desde que Francia fue objetivo de los yihadistas en 2015.
El manifiesto del sospechoso apoya eso: menciona varias veces venganza por ataques del extremismo islámico. Los ataques de 2015 fueron “un punto de inflexión para todos los supremacistas”, afirmó Lebourg. “Ahora la venganza está en la cabeza de la gente”.
AFP