Lo que viene para el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea

La Unión Europea (UE), como estipulan sus tratados, tiene puertas de salida. El brexit muestra que esas puertas llevan a un lugar muy frío y al que solo parece poder llegarse dando un salto al vacío que puede acabar con la salud de una potencia del tamaño de la británica. Casi 45 años de membresía al bloque hacen que romper los lazos sea un ejercicio dañino, por ahora imposible de enfrentar.

Después de tres días votando una cosa y su contraria, los diputados británicos consiguieron el jueves alcanzar una amplia mayoría para pedir a su gobierno que solicite a la UE una prórroga de la fecha del brexit, prevista para el 29 de marzo.

Podría ser corta o larga. El miércoles, como muy tarde, votarán, por tercera vez, el acuerdo que la primera ministra Theresa May consiguió arrancar a sus todavía socios europeos. Si lo aprueban, la prórroga sería corta, de unos dos meses, y solo para preparar la legislación secundaria que acarrea el brexit. Difícilmente los gobiernos europeos, que deben aprobarla por unanimidad, se opondrían.

Si se da el escenario más probable y la Cámara de los Comunes rechaza otra vez el acuerdo, May se vería obligada a pedir un aplazamiento mucho más largo, de mínimo un año o incluso sin fecha. Sería la prueba definitiva de que lo que siempre quiso Londres, salir del club manteniendo los privilegios de la membresía, es impracticable.

Theresa May

Por tercera vez, Theresa May, primera ministra británica, intentará conseguir apoyo para el acuerdo que logró con Bruselas por tercera vez.

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Reuters

Europa ya estudia los dos tipos de aplazamiento. En el corto, todo se haría antes del 2 de julio, el día en que deben tomar posesión los eurodiputados que salgan de las urnas continentales el próximo 26 de mayo. Esa prórroga limitada evitaría al Reino Unido tener que organizar esos comicios europeos en su territorio.

La prórroga larga, a la que ya apuntaba el jueves el presidente del Consejo Europeo (CE), Donald Tusk, solo se concedería si Londres explica primero para qué quiere ese tiempo.

Tusk llegó a decir el jueves que serviría para que Londres “lo piense” y desde hace meses es de los que más claramente defiende que el brexit se puede anular. Otros, como la alemana Angela Merkel, ven inexorable la salida británica y trabajan principalmente para que se haga de forma ordenada.

Tusk apuesta ahí a que Londres, a la vista de la imposibilidad de sacar al país de la UE sin romperse los dientes, e incluso con otra persona al frente del gobierno (en Bruselas nadie confía en May) o con otro gobierno después de unas elecciones legislativas anticipadas, se replantee si quiere seguir adelante con el brexit. El aplazamiento largo obligaría al Reino Unido a organizar comicios europeos y en la práctica aparcaría el brexit.

Fabian Zuleeg, director del European Policy Centre, explicó a EL TIEMPO que la respuesta de los gobiernos europeos “dependerá de qué tipo de aplazamiento pide Londres. Si el Reino Unido no aprueba el acuerdo y no toma una decisión habría tres escenarios: que los europeos rechacen la prórroga, algo posible, pero improbable; que dijeran que no tienen suficiente información para tomar una decisión, devolviendo la pelota a Londres una semana más; o que acepten la petición para evitar ser culpados”.

Si el Reino Unido no aprueba el acuerdo y no toma una decisión habría tres escenarios

La respuesta oficial que el jueves lanzó Bruselas sigue esas vías: “Será el Consejo Europeo el que considere la petición (del aplazamiento), dando prioridad a la necesidad de asegurar el funcionamiento de las instituciones europeas y teniendo en cuenta las razones y la duración de la posible prórroga”. Porque las negociaciones, repiten los dirigentes europeos, se cerraron.

A la vez crece la impaciencia y el hartazgo. Mark Rutte, primer ministro holandés, se preguntaba el jueves: “¿Qué sentido tiene seguir dando vueltas sobre lo mismo algunos meses más? ¿Una extensión? ¿Para qué? ¿Qué quieren?”.

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Protestantes se reúnen fuera del parlamento en Inglaterra.

Bruselas se tienta la ropa. Nadie quiere empujar al Reino Unido al precipicio porque nadie quiere ser señalado como culpable del desastre, pero la confianza en May tiende a cero. Desde las instituciones europeas se ve el espectáculo de Londres como un esperpento.

El ministro británico para el brexit, Steven Barclay, defendió en el debate la necesidad de una prórroga. Después votó contra esta. Según Zuleeg, el brexit sin acuerdo es ahora más probable “porque votar no al acuerdo no elimina la posibilidad del no acuerdo. Si no hay acuerdo o prórroga, el Reino Unido saldrá de la UE”.

Larissa Brunner, analista especializada en brexit, considera que “un aplazamiento largo sería difícil para la UE por tres razones: el Reino Unido tendría que participar en las elecciones europeas, tanto la UE como May perderían poder porque el Parlamento británico no tendría tanta presión para aceptar el acuerdo y podría enviar a los brexiters la señal de que la UE está desesperada por evitar la salida sin acuerdos, lo que dañaría la posición negociadora de la UE a largo plazo”.

La cumbre europea del próximo jueves debe decidir si acepta la prórroga. Rechazarla equivaldría a empujar al Reino Unido fuera de la UE sin que el país esté preparado para ello, una bomba política que dañaría las relaciones durante décadas.

Pero en las instituciones europeas y en todas las cancillerías del bloque está ya claro que en Londres no hay ningún tipo de consenso, no ya entre los grandes partidos, ni siquiera en el interior de ellos. Una prórroga, en esas condiciones y con una May muy debilitada, podría ser simplemente alargar la agonía.

IDAFE MARTÍN PÉREZ 
Para EL TIEMPO 
Bruselas 

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