Elección de Netanyahu aleja posibilidad de diálogo con palestinos
El proceso de paz entre israelíes y palestinos se encuentra estancado desde hace años y con la confianza perdida, luego de que esta se había comenzado a construir con un esfuerzo extendido en el tiempo.
Y no parece factible que haya quien logre sacarlo del congelador, menos después de las elecciones del martes pasado en Israel, en las cuales ganó el partido Likud del primer ministro, Benjamin Netanyahu.
Tras los comicios se espera una coalición de Netanyahu con conservadores y religiosos, y una agenda nacionalista.
Si bien hay diferencias entre los bloques, prima la desconfianza hacia los palestinos, la oposición a retiradas israelíes de los territorios ocupados y el rechazo a la idea de un Estado palestino independiente.
“Israel optó por un conflicto permanente”, opinó Hanan Ashrawi, miembro del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Y, según dijo a EL TIEMPO Ghassan Khatib, exdirector de la oficina de prensa del gobierno palestino y catedrático en la Universidad de Bir Zeit, “la votación en Israel pone fin a la posibilidad de concretar la fórmula de dos Estados y negociar para lograrlo”.
La votación en Israel pone fin a la posibilidad de concretar la fórmula de dos Estados y negociar para lograrlo
Del lado israelí –de la derecha que ganó la elección– también se estima que la fórmula de “dos Estados para dos pueblos” no es relevante. El rechazo a la creación de un Estado palestino independiente es hoy postura casi oficial en el partido Likud y, por cierto, una de las bases de acción en el encare de los partidos a su derecha. “No aceptaremos el establecimiento de un Estado árabe en el corazón de la tierra de Israel”, dijo a este diario Gideon Sa’ar, exministro del Likud y una de las figuras en la lista recién electa. Esto parecería ser la base del problema, pero el estancamiento es más complejo.
En Israel insisten en que los palestinos han rechazado propuestas de avanzada, también antes de Netanyahu, porque no aceptaron comprometerse a poner fin al conflicto. “Nunca aceptaron firmar el fin de las exigencias y del conflicto, tampoco a cambio de propuestas muy arrojadas”, dijo a EL TIEMPO el general Uzi Dayan, hoy electo por primera vez como diputado del Likud.
Ashrawi considera que el problema radica en “la agenda extremista y militarista encabezada por Netanyahu, con el aliento de las políticas de la administración Trump”.
Y si de Trump se trata, la pregunta ahora es si su anunciado plan de paz –“el acuerdo del siglo”– será presentado y si cambiará algo entre las partes.
Khatib es tajante al respecto: “Creo que seguirán postergando su publicación, dudo que lo presenten. Pero si lo anuncian, me parece que no tiene probabilidad de ser aceptado por nadie, por ninguna de las partes”, dice a EL TIEMPO.
“Los palestinos declararon que no lo aceptarán y que no se sentarán con los estadounidenses a hablar de nada”. Explica que “nadie quiere el plan”, lo cual incluye a los israelíes.
“Los israelíes no están entusiasmados con la idea. Netanyahu está contento con la situación porque ha expandido asentamientos sin pagar un precio político”, asegura. “Así, de a poco, se va tragando a Cisjordania, no se siente bajo presión porque no necesita el plan, ya que quiere anexar parte de Cisjordania”.
Khatib estima que Netanyahu quizás logre que el plan no sea lanzado, pues “le puede generar problemas con sus aliados de extrema derecha”.
Sobre estos aliados, ubicados en posiciones más conservadoras que el Likud en cuanto al conflicto, Ben Dror Yemini, analista del diario ‘Yediot Ahronot’, le dijo a EL TIEMPO que “acá tendremos el desafío de poder confirmar si Netanyahu realmente es un mago, como todos dicen”. “¿Cómo logrará decirle que sí a Trump si a su derecha tiene a Betzalel Smotrich y, más a la derecha, a Tzipi Hotovely?”, opuestos a todo tipo de retiradas.
Yemini considera que Netanyahu “siempre ha sido conservador en temas políticos, muy cuidadoso en operativos militares, y no espero tampoco ahora grandes revoluciones”.
Además, es consciente de que el tema de un Estado palestino no estuvo en las elecciones israelíes, aunque el partido de Beni Gantz por el que él votó sí habló de separación de los palestinos y de volver a negociar.
“El problema –dice– es que la ciudadanía israelí recuerda que en 2005 nos fuimos de Gaza y lo que recibimos fueron cohetes de Hamás”.
JANA BERIS
Para EL TIEMPO
Jerusalén