Corea del Norte, otro frente que se le abre a Trump

El líder norcoreano, Kim Jong-un, ordenó el 9 de mayo el lanzamiento de dos misiles de largo alcance sobre la península coreana, lo que pone una lápida sobre
el ya moribundo ‘romance’ que sostenía con su par estadounidense, Donald Trump.

Meses antes, Trump había calificado como “bellas cartas” el intercambio de mensajes que hizo con Kim en los que ambos expresaron su voluntad para desnuclearizar la península.

Este suceso marcó un hito en los 25 años de tensas relaciones entre las dos capitales por el programa nuclear norcoreano. Antes de Trump, ningún mandatario había logrado llevar a alguno de los Kim a la mesa de negociación.

De todos modos, esto no ocurrió rápidamente. De hecho, antes de su primer encuentro, los dos líderes mantuvieron una relación hostil a punto de que en enero de 2018 había alarma por una posible guerra, cuando el presidente estadounidense le dijo a Kim que poseía un “botón nuclear mucho más grande y poderoso”.

Sin embargo, en junio de ese mismo año la escalada de amenaza mudó hacia un proceso de acercamiento y reconciliación. En esa fecha se dio la cumbre de Singapur, a la que le siguió la cumbre de Hanói, en febrero de este año. Fue en esta última que la relación de ambos se enfrió.

Lee Seong-hyon, investigador del Instituto Sejong, dijo a EL TIEMPO que al final de las negociaciones en Vietnam Kim estaba enfadado, “pues se sintió humillado al haber gastado largas horas de viaje y tener que volver a su país sin algún acuerdo”.

Además, el hecho de que Trump no asistió al almuerzo programado significó una ofensa para el mandatario norcoreano, porque en la “cultura asiática se considera importante negociar en medio de la comida”, concluye Lee.

Desde entonces, Kim ha retomado los ensayos militares. También tuvo una reunión a puerta cerrada con el presidente ruso, Vladimir Putin, en abril pasado, en la que Rusia expuso su deseo de ejercer como mediador entre las partes en conflicto para traer “la paz a la región”.

Según Timothy Rich, investigador de la Western Kentucky University, la visita de Kim a Putin podría interpretarse como “una estrategia de regateo, que buscó presionar a EE. UU. por medio de un mayor acercamiento con el Kremlin”. Tal táctica no es nueva, pues Kim Il- sung, abuelo del mandatario, “hizo que China y la Unión Soviética se confrontaran entre ellas para él obtener beneficios”.

Este acercamiento logró cambiar a Corea del Norte de un ‘desconocido desconocido’, lo cual es peligroso, a un ‘conocido desconocido’,

En este sentido, afirma Rich, la razón que tiene Kim para seguir en la mesa de diálogos es la de “hacerse notar como un líder cálido ante los ojos de los surcoreanos” y de esta forma reactivar las inversiones de su vecino y así “apaciguar el efecto de las sanciones”.

Por su parte, si bien Trump dijo este sábado que no perdía la confianza en Kim, aún no ha manifestado si habrá otro encuentro. Para Rich, cuando el líder estadounidense osó por tener negociaciones con Kim en 2018, “parecía que había muy pocos a su alrededor con experiencia sobre Corea del Norte” y además todo indicaba que no había “suficiente coordinación con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in”.

Por ello, sostiene el experto, en diálogo con este diario, el encuentro entre Kim y Trump significó, sin duda, “una solución mucho más difícil para EE. UU.”, pues perdió uno de los medios de influencia para futuros diálogos. Contrario piensa Khuong Minh-vu, investigador de la Universidad Nacional de Singapur, quien señala que este acercamiento logró “cambiar a Corea del Norte de un ‘desconocido desconocido’, lo cual es peligroso, a un ‘conocido desconocido’, que da un margen de maniobra en cierta medida controlable”.

Adicionalmente, opina Khuong, tal estrategia ha deslegitimado la propaganda del régimen norcoreano de que “EE. UU. es un enemigo al cual hay que derrotar a cualquier precio”.

De cara a las elecciones presidenciales de 2020, en las cuales Trump aspira a ser reelegido, se presentan dos escenarios para no alejar a los votantes.

El primero, como plantea Rich, es que recurra a la retórica de confrontación militar con Kim, tal como hizo para los comicios de 2016. El segundo es que agende nuevos encuentros y calcule el costo que tiene la relajación en las sanciones sobre la posibilidad de un fin del programa nuclear norcoreano.

Cualquiera que sea, lo cierto es que de no hacer algo Kim buscará nuevas maneras de llamar la atención de Trump para impedir que nuevas sanciones fatiguen su régimen.

Alexander Berrío
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *