‘Con la despenalización de la droga llegó la pacificación a Portugal’
Hace 20 años, para enfrentar una grave epidemia de enfermedades y sobredosis relacionadas con el consumo de estupefacientes, Portugal modificó radicalmente su política antidrogas y pasó de asumir el consumo y porte de narcóticos como un problema criminal, a uno de salud pública.
Con una estrategia de reducción de daños y atención al usuario, el consumo de heroína pasó de afectar al uno por ciento de la población (de 10 millones) en 1999 al 0,3 en la actualidad. Así, el enfoque portugués se convirtió en un referente a seguir para varios países en el mundo.
José Queiroz, director de la Agencia Piaget para el Desarrollo (Apdes), uno de los expertos que ayudó a implementar la enmienda en el país, habló con EL TIEMPO sobre la forma en que la despenalización cambió la historia de Portugal.
¿Cómo la política de reducción de daños afecta el tráfico de drogas y la violencia que deriva de este?
La experiencia que tenemos en Portugal es que la reducción de daños, cuando está efectivamente aplicada en el terreno, empieza a generar problemas a los grandes mercados de drogas. ¿Por qué? Porque se construye una relación de confianza entre el usuario de drogas y el trabajador en reducción de daños.
Con esta confianza, lo que ocurre es que la persona tiene la posibilidad de tomar mejores decisiones y de conectarse con servicios sociales y de salud. Así empieza un proceso que tiene como objetivo el desarrollo personal.
Cuando ellos empiezan a pensar en sí mismos como ciudadanos, empiezan a desarrollar conciencia de que tienen derechos y una voz, su relación ya no es solo con la droga. Eso quiere decir que el gran mercado y los dealers empiezan a perder sus clientes.
Cuando (los consumidores) empiezan a pensar en sí mismos como ciudadanos (…) su relación ya no es solo con la droga. Eso quiere decir que el gran mercado y los dealers empiezan a perder clientes.
¿Cuál fue el cambio en seguridad ciudadana que vivió Portugal a partir de la implementación de esta iniciativa?
Con la descriminalización hubo un gran proceso de pacificación urbana en el país.
A partir de la relación de confianza entre el Estado y el consumidor vimos que la intensidad de los delitos menores disminuyó con el tiempo, y lo mismo pasó con la percepción de violencia en el espacio público, pues la necesidad de los consumidores de usar la violencia como medio para acceder a las drogas deja de existir.
Los trabajadores en reducción de daños tuvieron mucho que ver en eso, pues evidenciaron la invisibilización de los usuarios de drogas y le mostraron a la comunidad que eran personas como nosotros, que sufren, que están en dificultad.
Con la descriminalización hubo un gran proceso de pacificación urbana en el país.
¿Cómo cree que estas medidas pueden empezar a implementarse en países como Colombia, que además de criminalizar el consumo, es productor de drogas?
Portugal también era prohibicionista hace 20 años y debido a esto tenía demasiada presión en el sistema carcelario, había demasiada gente encarcelada por delitos menores y por posesión de drogas. Lo que ocurrió, entonces, es que esta presión obligó a los políticos a encontrar una solución con expertos y, según esto, trabajar en una nueva ley.
Lo que podrían hacer países como Colombia es destinar una pequeña parte del presupuesto a políticas de reducción de daños. Ahí se abre una oportunidad para cambiar la violencia conectada con el gran crimen y la mafia, para cambiar el trato de desconfianza entre la policía con los usuarios de drogas.
Poco a poco, de acuerdo a la evidencia y los resultados, los recursos irán pasando de la fuerza pública a la salud pública.
DIANA LUCÍA HERNÁNDEZ
Redacción Internacional
- @dianaluher