El asesinato que reveló al mundo el secreto de los Navy Seals

Un condecorado héroe de guerra fue hallado no culpable de asesinato y otros crímenes graves en una corte marcial esta semana en Estados Unidos. Pero su juicio arrojó luz sobre el mundo secreto de los Navy Seals y el sistema de justicia militar estadounidense.

Edward Gallagher, de 40 años, es de complexión fuerte, brazos musculosos y un bronceado profundo. Su esposa, Andrea, sus padres Melissa y Joe, y su hermano menor, Sean, estaban sentados detrás de él en la corte.

Fue nominado para una Estrella de Plata, uno de los máximos honores militares.

Una mañana durante el juicio, Gallagher giraba la cabeza, estirando los músculos de su cuello, mientras en una pantalla de computadora aparecían imágenes de un combatiente del autoproclamado Estado Islámico (EI).

El chico que aparecía en el video era el único combatiente del EI que sobrevivió a una batalla en Mosul en la primavera de 2017, y estaba tan delgado que un reloj de pulsera se ajustaba a su bíceps.

Fue herido levemente en la batalla, dijo a los jueces el médico forense Frank Sheridan. Luego, los iraquíes entregaron el chico a los Navy Seals para que recibiera atención médica en un recinto militar.

Esa mañana, Gallagher se arrodilló junto al niño con una bolsa médica que contenía su cuchillo de caza.

Confesión en la corte

Un año y medio después, Gallagher fue acusado de acuchillar al chico, matarlo y posar con su cuerpo para una foto. El adiestrado francotirador también fue acusado de disparar a dos iraquíes, una niña con un hiyab con un estampado de flores y un anciano que caminaba cerca del río Tigris.

Los abogados de Gallagher dijeron que las acusaciones eran mentiras inventadas por miembros más jóvenes de su pelotón que combatían bajo su severo liderazgo. «Los presionaba», dice el hermano de Gallagher, Sean. «Y se quebraron».

Sean dice que su hermano, quien tiene formación médica, estaba atendiendo al niño. Agregó que se había comprobado que el marine le había realizado una incisión para abrir una vía respiratoria.

El niño murió de sus heridas de batalla, me dice Sean. «La acusación de que mi hermano lo acuchilló para terminar con él», dice, fue «inventada».

Siete hombres, incluido un Navy Seal, formaron parte del jurado, y seis de ellos habían servido en combate. Declararon a Gallagher no culpable de asesinato en primer grado en el caso del chico y no culpable de intento de asesinato en el de la niña y el anciano cerca del río. El jurado lo declaró culpable de posar con el cuerpo del joven.

Por posar con el cadáver, se reducirá su rango y paga. Además, fue condenado a cuatro meses de reclusión. Sin embargo, pasó varios meses en una cárcel militar mientras esperaba el inicio el juicio y, por ello, no tendrá que pasar más tiempo tras las rejas.

El juicio permitió a un jurado de militares evaluar las acusaciones. Proporcionó información sobre los célebres Navy Seals, equipos de operaciones especiales que ayudaron a llevar a cabo la redada que mató a Osama bin Laden y la que rescató al capitán Richard Phillips de los piratas somalíes. El juicio también ofreció un vistazo al opaco mundo de la justicia militar.

Para muchos, el veredicto fue una sorpresa. ¿Cómo podría desmoronarse el caso de los fiscales contra Gallagher, basado en los relatos de siete testigos?

El momento más llamativo del juicio se produjo cuando un testigo, Corey Scott, dijo que él, y no Gallagher, había matado al chico. Gallagher lo apuñaló, dijo Scott. Pero agregó que luego él mismo había asfixiado al niño para que no tuviera que volver a los líderes del EI, que podrían torturarlo.

Fue un momento dramático en el juicio, y muchos de los que estaban en la sala dudaron de su historia. Después de que Scott describiera el asesinato, miró a Gallagher y dijo que no quería que pasara su vida en prisión. Scott creía que tenía inmunidad, y por esa razón sintió que podía hablar abiertamente sobre el asesinato del niño.

Una persona involucrada en el caso me dijo que los fiscales y los abogados defensores sabían de antemano que un testigo confesaría el asesinato. Al escuchar el testimonio de Scott, uno de los fiscales saltó de su silla y lo acusó de mentir.

Hermanos de sangre

Meses antes del juicio, el presidente Donald Trump tuiteó sobre el «servicio a nuestro país» de Gallaguer y después indicó que podría otorgarle el perdón presidencial.

El interés del presidente ayudó a que Gallagher tuviera acceso a abogados de alto perfil como Marc Mukasey, que también es abogado de la Organización Trump.

Después del veredicto, Trump pareció atribuirse el crédito por el resultado.

Duncan Hunter, congresista republicano de California y veterano de la guerra de Irak, también defendió la causa de Gallagher. Hunter describió al seal como un «combatiente de guerra que hizo lo correcto».

Sin embargo, para muchos de los hombres que sirvieron con Gallagher, era un personaje como Dr. Jekyll y Mr. Hyde, un condecorado líder que se convirtió en un asesino sociópata en Mosul.

La lealtad entre los seals se valora por encima de todo, y la decisión de «delatar» a un superior, como dicen los reporteros del Navy Times, no tenía precedentes.

Los fiscales reunieron más de mil páginas con evidencias. Usaron relatos de primera mano de los supuestos crímenes de Gallagher y sus propias palabras, comentarios que creían que revelaban su naturaleza: un hombre capaz de actuar con gran crueldad, alguien que violaba los valores estadounidenses fundamentales.

«Lo agarré con mi cuchillo de caza»

En 2017, Gallagher estaba en su octavo despliegue. Junto con otros soldados estadounidenses, estaba ayudando a las fuerzas iraquíes a recuperar a Mosul de los militantes del EI.

Uno de sus excompañeros de habitación testificó que cuando Gallagher escuchó que un combatiente de EI sería puesto bajo su cuidado, el seal dijo que quería hacerse cargo de él. «Déjenlo, es mío», le dijo Gallagher a los otros seals.

Gallagher atendió inicialmente al chico. Luego, según siete miembros del pelotón, lo apuñaló. Uno de ellos, Craig Miller, dijo que vio brotar sangre de su yugular, un chorro de líquido como el que se ve cuando un bebé está «vomitando». Gallagher más tarde les envió un mensaje de texto a sus amigos con la foto del chico muerto: «Buena historia detrás de esto», escribió. «Lo agarré con mi cuchillo de caza».

El seal fue arrestado el 11 de septiembre de 2018, mientras visitaba una clínica en California donde se realizaba un control. Semanas antes del juicio, muchos pensaban que Gallagher pasaría décadas en prisión.

A pesar de su reputación de altos estándares, los equipos de operaciones especiales han estado plagados de denuncias de crímenes de guerra, violencia y uso de drogas. Preocupados por la mala conducta, los altos funcionarios militares realizaron una investigación a principios de este año, pero no dieron a conocer sus conclusiones al público.

El juicio sometió a Navy Seals a un infrecuente escrutinio. También proporcionó información sobre la forma en que operan los investigadores y los fiscales militares.

Las sensaciones no eran buenas. En junio, el fiscal general, Christopher Czaplak, fue retirado del caso. Los abogados defensores dijeron que había estado rastreando secretamente sus correos electrónicos en un esfuerzo por determinar quién estaba filtrando información a los medios. A pesar de lo que antes parecía haber una evidencia abrumadora contra Gallagher, el caso del gobierno comenzó a desmoronarse.

«Círculo de costura»

Gallagher creció en una familia militar de origen irlandés. Su padre, Joe, se graduó en la Academia Militar de West Point, la universidad militar más prestigiosa del país, en 1972 y sirvió en el ejército estadounidense. Los Gallagher vivieron en Pekín a principios de la década de 1980 y luego se mudaron a Fort Wayne, Indiana, donde su padre trabajaba para un contratista de defensa.

Joe Gallagher y su esposa Melissa criaron a sus hijos con modales del «Viejo mundo». Gallagher fue a una escuela secundaria católica y era «caballeroso», dice su amiga Jessica Zimmerman, que ahora es consejera de salud mental en Fort Wayne. «Es el tipo que te abrirá la puerta».

En Irak, Gallagher era conocido por su actitud confiada y agresiva, rasgos que algunos hombres admiraban. Pero también hacía que otros se inquietaran.

Gallagher fue juzgado en San Diego, un ciudad conocida por su política conservadora y su base naval. Es una ciudad de aproximadamente un millón y medio de habitantes con una de las concentraciones más altas de familias militares y veteranos. Los barcos de la Armada están atracados en el puerto.

Dentro de este mundo patriótico, los Navy Seals son conocidos por su compromiso con la nación y entre ellos. Sin embargo, después de regresar a casa desde Irak, Craig Miller y otros en el pelotón de Gallagher formaron un grupo de WhatsApp que llamaron «Sewing Circle» (círculo de costura), un término irónico que evoca a mujeres haciendo bordados. Estos hombres utilizaron el grupo para discutir los presuntos crímenes de guerra de Gallagher. Sintieron que había cruzado una línea.

«La integridad es parte de nuestro espíritu», dijo Tom Chaby, un Navy Seal retirado que vive en Tampa, Florida.

Uno de los integrantes del grupo habló con un comandante en un club de Veteranos de Guerras Extranjeras (VFW) a finales de 2017. Dijo que Gallagher parecía inestable en Mosul y «necesitaba ayuda en serio», según el Navy Times.

Una tarde de domingo en ese club de veteranos en California, la esposa de un Navy Seal se sentó en el bar. Rodeada de banderas y menús de Estados Unidos en la pared, dijo que los seals tienen su propia forma de manejar los problemas.

En su opinión, nunca debería haber habido un juicio, que se convirtió en un espectáculo público. Como dijo el ex-Navy Seal, Tom Chaby: «Preferiríamos ser profesionales silenciosos».

Ellos creen firmemente que los Navy Seals que actúan de manera no ética deben ser castigados y expulsados ​​de las fuerzas armadas. Pero preferirían ocuparse de estos asuntos de manera privada y alejados de la atención de los medios de comunicación.

Los comandantes han usado cada vez más medidas administrativas para castigar a los seals en lugar de recurrir a los tribunales militares, y el número de tribunales de guerra en la Marina ha disminuido en la última década, informó el Military Times. En 2008, había alrededor de 750. En 2017, solo alrededor de 280.

En uno de ellos, un seal de la Armada se declaró culpable de cargos relacionados con la muerte por estrangulamiento de un sargento mientras se encontraban en una misión secreta en Mali.

Para preparar su caso contra Gallagher, los abogados del gobierno comenzaron a compilar pruebas de miembros del «círculo de costura» y otros. Pero no tenían ADN de la víctima. No hubo informe de autopsia. Ni siquiera sabían el nombre del chico.

Buscando evidencias

Cuando soldados estadounidenses fueron acusados de abusos contra los detenidos en la prisión de Abu Ghraib en Irak en 2003, gente de todo el mundo reaccionó con indignación. Pero el EI emprendió una sofisticada campaña en internet mostrando decapitaciones grabadas en video, diseñada para mostrar su brutalidad.

Así que cuando surgieron informes de que Gallagher pudo haber herido a un combatiente del EI, hubo, notablemente, menos indignación.

Evocar simpatía por un «terrorista de ISIS», como se describió al joven militante en el canal Fox News, representaba un desafío.

Investigadores de la Marina fueron a Irak para recolectar pruebas en otoño de 2018. Más de 5.000 personas murieron en Mosul durante la guerra, y el lugar estaba lleno de cadáveres.

Pero no pudieron encontrar el cuerpo del chico, así que los fiscales no tuvieron acceso al ADN ni a otras pruebas. Esto planteó un problema para los abogados del gobierno durante el juicio.

El juzgado se encontraba en la base militar. En un tribunal militar hay siete miembros, no 12 como en un juicio civil, y ellos hacen preguntas.

Los miembros del jurado querían saber cuánta sangre se acumulaba alrededor del chico cuando yacía en el suelo arenoso de Irak.

Sheridan, originario de Dublín, Irlanda, basó su análisis en videos y fotos tomadas del chico en Irak. Usó una pluma negra para señalar la imagen del niño en la pantalla de una computadora y mostró dónde la sangre había empapado la arena.

Un abogado defensor interrogó a Sheridan sobre su análisis forense y, en un momento dado, el abogado dijo: «No hay cuerpo». Sheridan parecía extrañamente sorprendido. Le recordó al abogado que había un cuerpo, pero no lo habían encontrado.

«Ese chico es un ser humano», me dijo Sheridan más tarde. «Pueden estar tratando de menospreciar eso. Pero tenemos un joven ser humano que está muerto».

Apoyo del presidente

A lo largo del juicio, Gallagher actuó como si no fuera él quien había sido acusado del delito, sino los investigadores, fiscales y testigos. Él y sus abogados parecían envalentonados por el hecho de que contaban con el apoyo del presidente. La indignación de Gallagher se convirtió en una estrategia legal en toda regla, y demostró ser una estrategia efectiva.

Timothy Parlatore y los otros abogados defensores devolvieron la pelota a los fiscales, diciendo que habían perseguido una «narrativa falsa» y que los agentes especiales habían arruinado la investigación. Dijeron que las palabras y acciones de Gallagher, como tomar fotos con un cadáver, formaban parte del humor oscuro de un militar experimentado. Pero, decían, no era un asesino.

Trump dejó claro a finales de la primavera que estaba considerando un indulto para las tropas acusadas de crímenes de guerra. «Les enseñamos cómo ser grandes luchadores», dijo el presidente a los reporteros, y agregó que «a veces realmente son tratados muy injustamente».

El presidente aprovechó un sentimiento ampliamente compartido. «Alguien como Gallagher, ¿cuántas veces ha estado desplegado?», dice John Dehn, un exdefensor de del ejército estadounidense. «No hay duda de que el repetido reencuentro con el combate tiene un efecto en el estado emocional y mental de una persona».

No fue la primera vez que un presidente de Estados Unidos intervino en un caso de crímenes de guerra. En otro caso notorio, William Calley, un teniente del ejército estadounidense, ordenó el asesinato de civiles en My Lai, una aldea de Vietnam, en 1969. Fue condenado a cadena perpetua. Sin embargo, a pesar del severo castigo y la horrible naturaleza de los crímenes, fue liberado gracias al presidente Richard Nixon, después de unos tres años.

Más recientemente, un grupo de estudiantes de derecho intentó ayudar a un soldado de la Guardia Nacional que mató a un prisionero afgano y fue puesto tras las rejas. El soldado fue liberado en mayo.

Los fiscales dijeron que Gallagher no atacó al prisionero con ira, sino que planificó el asesinato, y cuando los miembros del «círculo de costura» intentaron denunciar sus delitos, supuestamente amenazó con matarlos.

Uno de los miembros del grupo, Craig Miller, fue visto en la sala de espera del fiscal. Su mirada estaba fija en el suelo y se veía «rígido», me dijo alguien en la sala más tarde. «Piensas que los Navy Seals son valientes en el combate», dice otro testigo de la fiscalía. «Esto es coraje moral».

Parlatore dijo que los que acusaron a Gallagher tenían una «animosidad personal» hacia él porque era un «guerrero duro de la vieja escuela». El comandante Robert Breisch declaró que estaban celosos y que no querían pulir «la leyenda de Eddie Gallagher».

En la sala del tribunal, Parlatore apenas podía controlar a su cliente. Las reglas están publicadas: no teléfonos móviles, chicles o bebidas. Gallagher las rompió a todas: colocó una lata de Red Bull sobre la mesa. Masticó chicle y miró las fotos en un teléfono móvil. Fuera de la sala de espera de la defensa, su esposa dijo con impaciencia: «¿Cómo estamos todavía aquí?»

En los últimos días del juicio, los fiscales parecían agotados. Con dificultad podían encontrar sus notas.

«Como una tragedia irlandesa»

Cuando el jurado declaró a Gallagher no culpable, él y su familia se regocijaron. Otros dijeron que el juicio fue una farsa. Los miembros de una organización para veteranos contra la guerra, About Face, dijeron que el veredicto no era sorprendente, caracterizando a la justicia militar como «amañada» y afirmando que apoya a los «malos actores».

Pero algunos creen que la corte marcial ha tenido otro propósito. «La manifestación de preocupaciones ha provocado que los seals echen una mirada más amplia a la forma en la que imponen la disciplina», dice Dehn, y agregó: «Esto tendrá un efecto positivo».

Hacia el final del juicio, me encontré con el padre de Gallagher, Joe. Estaba en una calle concurrida frente a la base militar.

«Eddie es muy leal», dice. Sólido e imponente, Joe Gallagher no sonríe fácilmente. Pero cuando lo hace, levanta la pesadez de su rostro. «Esto es como una tragedia irlandesa», dice, refiriéndose al juicio de su hijo, y agrega en tono de broma: «Si mi abuela estuviera aquí, diría: ‘son los británicos quienes están detrás de esto'».

Le conté sobre una pegatina que había visto una vez: «Si tienes la suerte de ser irlandés, eres afortunado». Él se rió a carcajadas. Un momento después, su hijo se detuvo en su descapotable y se marcharon.

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