¿Por qué el ser humano cree y crea teorías conspirativas?

Que Shakespeare nunca escribió sus obras; que Neil Armstrong nunca pisó la luna; que Paul McCartney murió y quien actualmente recorre el mundo es su doble o que el Area 51 de Estados Unidos alberga varios secretos, como los restos de un ovni que habría caído en el desierto de Rosswel.

Estas y muchas otras teorías conspirativas han acompañado a los seres humanos desde hace cientos de años y se han convertido en parte de los imaginarios colectivos, especialmente de la cultura occidental.

Varias son las horas que diferentes expertos, desde distintos campos, han dedicado a entender el por qué el ser humano construye este tipo de hipótesis o especulaciones alrededor de importantes acontecimientos de la historia y cómo se da una rápida propagación de dicha información que termina convirtiéndose en verdad para muchos.

Algunos, como el antropólogo Gregory Bateson, quien perteneció a la Escuela de Palo Alto durante su etapa inicial, han hecho acercamientos a este fenómeno desde la teoría del doble vínculo, que se desarrolló con el objetivo de explicar las causas psicológicas de la esquizofrenia y que Bateson asociaba con patrones de comunicación familiar inadecuados.

Muchas personas en posiciones de autoridad utilizan el doble vínculo como herramienta para controlar a otras.

Por ejemplo, si una madre le dice a un hijo que lo quiere, pero con sus acciones y gestos demuestra lo contrario, el niño recibe un mensaje equivocado y por ende genera contradicciones en sí mismo y en lo que más adelante le comunicará al mundo. Según Bateson, muchas personas en posiciones de autoridad utilizan el doble vínculo como herramienta para controlar a otras.

Ello explica por qué es tan fácil para personas que se encuentran en posiciones de poder, lanzar al mundo mensajes incongruentes con sus acciones y aún así generar reacciones positivas hacia su figura. Casos como estos se pueden ejemplificar en personajes como Adolf Hittler, Benito Mussolini y mucho más cerca, con el republicano Donald Trump.

Los anteriores, todos con un discurso a favor de la protección del pueblo, pero con una aplicación de sus promesas que más daño que bien le hizo y le hace a las sociedades que los endiosaron. Esto les permitió manejar los discursos y la información a su favor, reflejando la teoría de Bateson del doble vínculo comunicativo.

Paul McCartney

Teorías aseguran que el Beatle murió a la edad de 28.

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Página oficial del artista

La realidad como sinónimo de banalidad

Para Fabián Sanabria, antropólogo y doctor en sociología de la Universidad de la Sorbona, de París, las nociones de posverdad y complot están estrechamente relacionadas con la teoría del doble vinculo, pero agrega que también existe una necesidad del ser humano de negar la realidad que considera banal y de alguna manera aburrida.

«Cuando negamos que Neil Armstrong pisó la luna, y además hablamos de «ese estadounidense no pudo haber hecho esa hazaña», nos olvidamos de que una persona puede considerarse como un representativo de la humanidad, una parte de la universalidad y no solo un hombre de nacimiento estadounidense. En cambio, decidimos sobreinterpretar la realidad al no aceptarla. es ahí cuando se produce el doble vínculo.», explicó a EL TIEMPO Sanabria.

Diana y Carlos

Diana de Gales y el príncipe Carlos.

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Lazlo Varga / EFE

De igual forma sucede en el caso de la muerte de personajes como la princesa Diana de Gales, quien falleció en un accidente de tránsito, pero diversas teorías aseguran que realmente estaba embaraza del hijo de un magnate egipcio, por lo que la misma realeza británica decidió asesinarla.

«En este caso es esa necesidad de no que querer aceptar la realidad, la contradicción, la debilidad, la enfermedad y de querer darle un mejor final a esas figuras que hemos endiosado y cuya muerte, pese a tener una explicación, no queremos aceptar», añade el experto.

En el mismo costal entra el caso del Beatle Paul McCartney, quien, según teorías de sus seguidores, falleció a temprana edad en medio de un accidente de tránsito, pero para no terminar con las ganancias que generaba, el grupo se optó por suplirle.

«Todo lo anterior se ha reforzado con la llegada de la tecnología y las redes sociales. Vemos un programa que pontifica los valores de un personaje y segundos después una propaganda que acaba con lo mostrado anteriormente. Vivimos en esquizofrenias permanentes, en un doble vínculo que desde las redes nos permite juzgar si alguien es culpable o inocente, sin tener siquiera pruebas, solo señalamientos», finaliza Sanabria.

Area 51

Area 51. Una base militar del Gobierno de los EE. UU. en el estado de Nevada. Muchas personas creen que ahí se guardan secretos relacionados con los Ovnis como naves espaciales y extraterrestres.

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El ego como centro de la conspiración

Por su parte, la psicóloga Vilma Kurmen considera que las teorías conspirativas nacen desde la construcción e imposición del yo. «Siempre  con la intención de destruir unas ideas centrales o quitarle peso y poder a otros. Todo con el fin de crear caos, y en esa confusión instaurar ideas propias a conveniencia», dijo a EL TIEMPO.

Según Kurmen, quien se basa en una perspectiva más espiritual para dar respuestas, «lo que se hace alrededor para generar conflicto, realmente se crea es para alimentar el ego. Se utilizan el miedo y la culpa para crear dominación sobre otros. Por eso tendemos a que nos guste las historias donde hay conflicto, drama y dolor».

En ese sentido, «mentir, engañar, imponer y destruir está bien, pues es la manera en que quiero ganarle al otro y lograr que haga lo que yo quiero sin importar los medios que se utilicen o las consecuencias».

Por último, tanto Sanabria como Kurmen coinciden en que la conspiración termina siendo una trampa para la mente humana, pues el tiempo hace que la gente se enfrente con su propia realidad y el miedo aparece como consecuencia.

Sanabria recuerda entonces la célebre frase de Gabriel García Márquez: «Cuando enfrentamos la realidad nos encontramos totalmente solos y además tenemos miedo».

Redacción APP

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