Nuevo premier británico Boris Johnson se rodea de euroescépticos
Tras asumir este miércoles como el primer ministro británico, Boris Johnson cambió de inmediato casi todo el gabinete por un equipo euroescéptico conformado por sus seguidores y partidarios de un brexit a cualquier precio.
“Cumpliremos la promesa hecha por el Parlamento al pueblo y saldremos de la Unión Europea (UE) el 31 de octubre, sin condiciones”, dijo Johnson en su primer discurso en la puerta del 10 de Downing Street, tras haber sido investido oficialmente por la reina Isabel II en el Palacio de Buckingham.
Johnson, de 55 años, exalcalde de Londres y exministro de Relaciones Exteriores, apartó del gobierno a varios pesos pesados del equipo de su antecesora, Theresa May.
Como ministro de Exteriores nombró a Dominic Raab, que dimitió del Ejecutivo de May por sus presuntas concesiones a Bruselas, y así reemplazó a Jeremy Hunt, su rival en las internas del Partido Conservador.
Además, el premier dejó permanecer al frente del ministerio para la retirada de la UE al todavía poco castigado Stephen Barclay.
El exbanquero Sajid Javid, hasta ahora en Interior, obtuvo el prestigioso ministerio de Economía. Su vacante será ocupada por Priti Patel, acérrima euroescéptica y cesada anteriormente por conversaciones no declaradas con altos cargos israelíes.
Ben Wallace, quien apoyó a Johnson en su campaña por el liderazgo tory (conservador), se quedó con Defensa, mientras que Johnson premió a su amigo Michael Gove con el puesto de “número dos” del Ejecutivo.
Además, el nuevo primer ministro nombró asesor personal a Dominic Cummings, el controvertido artífice de la campaña por el brexit previa al plebiscito del 2016.
Los nombramientos llegaron después de las dimisiones del ministro de Finanzas, Philip Hammond; el de Justicia, David Gauke, y el de Desarrollo Internacional, Rory Stewart, que están en desacuerdo con la política del nuevo mandatario.
Usando el tono que lo catacteriza, Johnson prometió en su discurso que lograría el brexit en la fecha aguardada “cueste lo que cueste”, y con ello batirá a “los incrédulos, a los pájaros de mal agüero, a los aguafiestas”.
Conocido por sus meteduras de pata, su oratoria florida y brillante, y su turbulenta vida amorosa, fue designado nuevo líder del Partido Conservador el martes, sucediendo a May, quien renunció a raíz de su fracaso para lograr el divorcio con la UE.
La “prioridad inmediata” del nuevo líder conservador será lograr un brexit “que sea aceptable para todo el Reino Unido”, advirtió May en su rueda de prensa de despedida, deseando “buena suerte” a su sucesor, a quien deja un país profundamente dividido.
Sin apoyo unánime
Johnson fue uno de los principales propulsores del referendo por el brexit en junio de 2016, en el cual el sí ganó con el 52 por ciento de votos.
Pero el primer ministro está lejos de recibir apoyo unánime. Pese a que ha prometido revisar el acuerdo que May alcanzó con la UE, Bruselas ya advirtió que no piensa cambiar nada.
Y su promesa de abandonar la UE con o sin un acuerdo lo pone en una situación de colisión con diputados de alto nivel de su partido que no quieren un brexit abrupto.
Johnson, cuyas bromas ha utilizado para lograr victorias electorales improbables, nunca ha ocultado su ambición de poder, pero asume el cargo en un momento delicado no solo por el brexit, sino también por la tensión con Irán, que capturó petroleros británicos en el golfo Pérsico, en represalia por la inmovilización en Gibraltar de un barco iraní, acusado de violar las sanciones europeas a Siria al llevar crudo a este país.
De otro lado, aunque pareciera que hay una “relación especial” entre el primer ministro y el presidente de EE. UU., Donald Trump, expertos creen que esta podría volverse complicada entre dos dirigentes considerados egocéntricos.
“Por principios, son compatriotas ideológicos, a la derecha, con una orientación más populista, en contra de la corrección política y el establecimiento”, dijo el politólogo Ian Bremmer, presidente del centro de reflexión estadounidense Eurasia Group. Al mismo tiempo, advirtió el analista, “es una relación mucho más volátil e incierta”.
A eso hay que sumarle, según Luigi Scazzieri, del Centre for European Reform en Londres, que “a pesar de las afinidades, sus intereses no están siempre alineados”.
Londres (AFP y Efe)