‘No se puede tener un diálogo bajo control militar en Chile’

Para que se pueda dar un proceso de diálogo en Chile, atrapada en la una tensión social que estalló el viernes pasado con el alza de la tarifa del metro de Santiago
-medida que ya reversó el Gobierno-  es necesario «que se revoque el estado de emergencia», le dijo a EL TIEMPO Renata Ávila, directora ejecutiva de la Fundación Ciudadanía Inteligente.

La experta agregó que  las manifestaciones, que se han extendido a diferentes ciudades del país, hacen parte del descontento social y de la desigualdad que se experimentan en Chile. 

(Lea también: Alza de tarifa del metro hizo explotar la tensión social en Chile).

¿Qué lectura se les puede dar a las protestas?

Es un descontento generalizado que no ha encontrado un vehículo político que eleve sus demandas y se haga cargo de ellas.

¿Cuáles sectores están en las protestas?

Más que sectores definidos que hayan hasta el momento presentado un pliego de demandas, es una ciudadanía muy diversa la que está enojada. Ciudadanía no organizada, sino más bien espontánea, que se une en el desencanto y el enojo hacia el Gobierno, desde jubilados que reciben una pensión risible hasta estudiantes que rechazan cómo se trata a sus padres y a sus abuelos.

Protestas en Chile

Un manifestante es detenido este sábado por la policía antidisturbios en Concepción (sur).

Foto:

Reuters

¿Eso explica que aunque se haya retirado el alza a la tarifa del metro sigan las protestas?

Sí. Es un descontento generalizado y multidimensional. En este país, 140 personas concentran el 20 por ciento de la riqueza. La mitad de los trabajadores ganan 500 dólares o menos al mes. Es una desigualdad tan brutal. Otra lectura es la desconexión absoluta de las élites políticas y económicas con las vivencias de la gente.

¿Cómo se podría bajar la tensión?

Primero, revocar el estado de emergencia actual. No se puede dialogar cuando un arma te apunta en la cabeza, cuando los derechos a protestar y a salir de la casa y circular han sido limitados y cuando las áreas económicas más influyentes del país están bajo control militar. No se puede tener un diálogo bajo control militar, es imposible.

Segundo, queremos un diálogo real y vinculante, no unas mesas dispersas que nos lleven a lo mismo de siempre (…). Para tener una democracia plena, el Gobierno debe replantarse la forma como trata a la ciudadanía, que ha sido tratada con falta de respeto, con violencia, con un insulto a la memoria de este país. Ver a militares apuntándoles a jóvenes activa los traumas del pasado.

Manifestaciones en Santiago de Chile

Manifestantes protestan en contra del incremento del precio en los billetes del metro, este sábado, en Santiago (Chile).

Foto:

EFE/Elvis González

¿Qué puede pasar si no se escucha a los chilenos?

Creo que el sector privado va a presionar mucho porque cada día que no funciona el país con normalidad pierde dinero. Ese es el sector más influyente, mucho más que los sectores sociales. Esta explosión de demandas es la señal de que hay un problema que no se puede ocultar con un dedo, que no se puede negar y tiene que trabajarse de inmediato.

¿Esto cómo afectará al presidente?

Va a tener un fuerte impacto en su popularidad. Va a reflejar los compromisos no cumplidos. Esto no es culpa de los ciudadanos. Esto es el resultado de la falta de medidas y política pública que evite que escale el conflicto. Si tuviéramos un gobierno que funciona, el Ejército nunca debió haber entrado

¿Qué significa para Chile la militarización?

En un país con una historia de detenidos, desaparecidos y torturados, es un trauma social que rebasa solo los lesionados y violentados en las calles. Es muy fuerte sicológicamente para la gente, es una vuelta al miedo.

SANDRA RAMÍREZ CARREÑO
Subeditora internacional 
EL TIEMPO 

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