Las mujeres rompen el silencio en México por continuos feminicidios

“Dejen de estar lucrándose con nuestro dolor. Y si me ven de negro y soy muy radical, y si quemo, y rompo, y hago un despadre en esta ciudad, ¿cuál es su problema? A mí me mataron a mi hija. Yo no soy una colectiva, ni necesito un tambor, ni necesito un partido político que me represente. Yo me represento sola y sin micrófono. Yo soy una madre a la que le mataron a su hija y sí, soy una madre empoderada, y feminista. (…) Madre de María de Jesús Jaime Zamudio, exijo justicia por mí, por mi familia, y por mi hija, y por todas las que nadie nombra. Porque todos los días asesinan una, y otra, y otra, y no he podido resolver el caso de mi hija y ya me llegaron diez, cien, mil casos más”.

Yesenia Zamudio es la autora de esas palabras que se viralizaron en redes sociales bajo un contexto de movilizaciones feministas en México. Aunque las palabras solas evidencian la rabia que cargan, ver el video es desgarrador. Su rabia, como ella lo dice, surge del dolor y la impotencia por el feminicidio de su hija de 19 años de edad en enero de 2016 en Ciudad de México cometido, al parecer –aún no han sido sentenciados–, por compañeros universitarios y un profesor de ella, que sigue dictando clases en la universidad. Zamudio es una de las tantas madres, hermanas, amigas, o simplemente mujeres que han salido a las calles de México en los últimos meses para llevar su grito: “¡Ni una menos!”.

Aunque las movilizaciones feministas vienen ocurriendo desde meses atrás, en las últimas semanas han tenido más fuerza y radicalización. Los continuos feminicidios que registra México, la impunidad y la falta de reacción por parte del Gobierno han incentivado la rabia en las mujeres. El 25 de enero ya se había vivido una manifestación con actos de violencia por el asesinato de Isabel Cabanillas y Yunuén López, dos activistas feministas que fueron encontradas sin vida en Ciudad Juárez y Morelia. Y la semana que pasó nuevamente las protestas incrementaron con los horrendos casos de feminicidio de Íngrid Escamilla (25 años) y de Fátima Aldrighett (7 años). Íngrid fue apuñalada, desollada y desentrañada; y la niña, secuestrada después de salir de la escuela y su cuerpo fue encontrado en una bolsa de plástico.

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Como la misma madre lo dice, “tengo todo el derecho a quemar y a romper. No le voy a pedir permiso a nadie porque yo estoy rompiendo por mi hija. Y la que quiera romper, que rompa; y la que quiera quemar, que queme, y la que no… que no nos estorbe. Porque antes de que asesinaran a mi hija, han asesinado a muchas. ¿Y cómo estábamos todas? Bien a gusto en nuestra casa, llorando y bordando. ¡Ya no, señores, se les acabó! Ya rompimos el silencio”. Zamudio hace referencia a que durante las protestas se ha actuado con mayor fuerza: destrozaron las ventanas de estaciones de policía y también pintaron con grafiti los monumentos de la ciudad. Una muestra de que las mujeres están hartas y enojadas porque no hay una respuesta óptima de las autoridades ante estos crímenes. A la indignación se sumó que las fotos del cuerpo mutilado de Escamilla se filtraron a los tabloides, que las publicaron en primera plana.

Las manifestaciones se han convertido en un reto para el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien, según voces de expertas, ha tenido respuestas vacías, condescendientes e incluso insensibles ante la grave situación que se ha venido presentando. Por ejemplo, sobre los grafitis en el Palacio Nacional, dijo: “Les pido a las feministas, con todo respeto, que no nos pinten las puertas, las paredes, que estamos trabajando para que no haya feminicidios”.

Tengo el derecho a quemar y a romper. No le voy a pedir permiso a nadie porque yo estoy rompiendo por mi hija. Y la que quiera romper que rompa

La diputada y feminista Martha Tagle explicó a EL TIEMPO que no hay voluntad política para generar un cambio real. “El presidente no conoce la profundidad de este tema, tiene una estrategia de comunicación política en la que todas las personas que tienen una crítica a su gobierno son adversarios políticos. Y en este caso, las mujeres no somos sus adversarios. Está siendo muy difícil poder hacer algo”. A los polémicos pronunciamientos del presidente se sumó que el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, defiende su propuesta de retipificar el feminicidio como homicidio agravado. “Esta fue una polémica que también tuvo rechazo. Es preocupante que no entienda la diferencia entre un homicidio y un feminicidio”, señala la diputada.

Las marchas han tenido como contradictores a medios de comunicación y hasta al mismo Gobierno, que han cuestionado el actuar de las feministas. Sin embargo, Sarah Cerna, politóloga, investigadora del Estudio de Géneros de El Colegio de México, explica que el hecho de que el movimiento feminista se ha radicalizado es una metáfora de cómo la sociedad mexicana se escandaliza porque se pinta un monumento, pero no se escandaliza porque aparezcan 10 mujeres muertas todos los días. “Es responder de manera exagerada a violencia exagerada”, señala.

A esto agrega que “se criminaliza a las feministas que van y prenden un camión de la prensa, pero no se penaliza a los hombres que compran mujeres de 10 años, de 15 años en el mercado de trata de personas. Es ahí donde se está llamando la atención. Y no siempre las maneras son creativas porque hay demasiado dolor y demasiada rabia como para pensar en una manifestación como la de las chilenas, allá no matan a 10 por día”.

Uno de los motivos de la indignación es la falta de acciones por parte del Gobierno. Según cuenta Cerna, los movimientos de mujeres que están marchando en las calles también están haciendo cosas que debería hacer el Estado, “están juntando ropas, juguetes para los huérfanos de feminicidio, están dando acompañamiento a mujeres que son familiares de víctimas, acompañan los casos judiciales y en ese sentido no solo están pintando, protestando, sino también acompañando a las víctimas”.

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Son muchas las mujeres en México que cada vez más actúan de diversas formas. Una de ellas es María Salguero, feminista, investigadora y autora de un mapa interactivo que documenta los casos de feminicidios en México desde 2016. Por medio de esta herramienta digital, Salguera asegura que ha ayudado a visibilizar que los feminicidios son un problema nacional. “Antes los medios locales registraban cada caso, pero no los nacionales. No se generaba un registro de todo el país. Con este mapa se logra poner el tema en la agenda pública”, dice a EL TIEMPO.

Los datos que la investigadora logró recoger y que coinciden con reportes oficiales, datan una cifra a todas luces macabra: por día en México son asesinadas entre 10 y 11 mujeres. Tan solo en 2019 fueron asesinadas 3.825 mujeres, un incremento de 6 % respecto a 2018 y casi el doble de lo registrado hace tres años. Además de recoger las cifras, Salguera también publica el nombre de la víctima, la edad, quién o quiénes la asesinaron, cómo lo hicieron, cuál es la situación legal del agresor y dónde arrojaron el cuerpo.

La investigadora explica que en su investigación ha encontrado muchos patrones, entre otros, que la mayoría de feminicidios ocurren en lugares marcados por el conflicto y en los que se usan los cuerpos de las mujeres para mandar mensajes entre los grupos criminales. A parte de esos contextos, también encontró que un común denominador es que los homicidas cometen el crimen porque ven a las mujeres como un objeto que les pertenece.

Son varios los factores que han llevado a que el feminicidio esté disparado en México, aunque cabe aclarar que siempre ha estado presente. Según explica la politóloga Cerna, por un lado está la ausencia del Estado en algunos territorios y las bandas criminales son las que mandan. A esto se le suman características culturales que tienen que ver con el odio hacia las mujeres, la misoginia.

Se criminaliza a las feministas que van y prenden un camión de la prensa, pero no se penaliza a los hombres que compran mujeres de 10 años, de 15 años en el mercado de trata de personas

“También tiene que ver con un sistema que favorece en todos los roles a los hombres, que es el patriarcado, pero por otro lado también tiene que ver con economía política, estamos hablando de extensas zonas del territorio mexicano que tienen presencia no solo de narcotráfico, sino que también hay tráfico de personas, de armas, de tala ilegal de árboles y de gasolina”, dice.

Pero, sin duda, y en lo que coinciden las voces consultadas, en México hay un grave problema de impunidad. En los casos de violencia contra las mujeres, solamente el 1 % llega ante los jueces, es decir, ni siquiera el 1 % es resuelto con condena. “La impunidad permite que se siga reproduciendo la violencia contra las mujeres y además una serie de actuaciones negligentes y de omisiones por parte de las autoridades antes y después de un asesinato de mujeres, lo que permite que se siga reproduciendo la violencia contra las mujeres”.

Como exclamó Zamudio, “si van a hablar, hablen de todas. Hablen de todas las que violan, las que acosan, también los maestros y servidores públicos y a las que les avientan ácido. Hablen de las niñas que violan en sus cunas sus propios padres, y sus familias se quedan callados porque su religión católica se los permite”.

SIMÓN GRANJA MATIAS
Redacción Domingo

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