Por qué los demócratas temen el triunfo de Sanders en Estados Unidos
El fin de semana pasado, el senador Bernie Sanders generó una pequeña tormenta en Estados Unidos cuando intentó defender algunos aspectos de la revolución comunista de Fidel Castro en Cuba.
“Nos oponemos al autoritarismo, pero es injusto decir que todo ha sido malo. Cuando Castro llegó al poder impulsó un programa de alfabetización masiva. Acaso eso es malo solo porque lo hizo Castro?”, dijo el senador durante una entrevista con la cadena CBS.
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Aunque no es la primera vez que Sanders mete las manos al fuego por Castro –y otros dictadores en la región y el mundo–, su comentario, ahora que se ha convertido en líder de la carrera por la nominación demócrata para las presidenciales de este año, cayó como una bomba dentro de un partido que ha entrado en pánico ante el prospecto de que el senador por Vermont termine siendo el elegido para enfrentar a Donald Trump.
Sanders se define a sí mismo como un socialista demócrata y ha equiparado su agenda con la de muchos gobiernos en Europa –como Suecia o Noruega–. Algunas de sus propuestas, de hecho, emulan la aproximación de estos países a temas como la educación o la salud (razón por la cual fuera de Estados Unidos se le ve más como un socialdemócrata).
El senador, que estuvo muy cerca de robarle la nominación a Hillary Clinton en el 2016, ha propuesto, por ejemplo, un plan único de salud que cobijaría a todos los estadounidenses y sería manejado por el Estado. Así mismo, habla de volver gratuitos los estudios universitarios y de elevar los impuestos a los más ricos para poder financiar sus ideas.
Planes que han tenido mucha acogida entre la gente joven en el país y la base más liberal del partido demócrata, pero que asustan a los más moderados y votantes independientes, que son los que por lo general definen las elecciones en EE. UU.
“EE. UU. nunca ha elegido a alguien tan de izquierda como Sanders. Los únicos candidatos demócratas que medio se acercan a su visión ideológica fueron Walter Mondale, en 1984, y George McGovern, en 1972. Y a ambos les dieron una tunda. La derrota de Mondale, de hecho, fue la más abultada en toda la historia del país”, sostiene Jon Cowan, director de la Tercera Vía, un centro de pensamiento que se describe como de centroizquierda.
Según Cowan, para poder visualizar un triunfo de alguien como Sanders primero habría que asumir que los estadounidenses, o una mayoría de ellos, están cómodos con el socialismo como concepto.
Pero eso no se refleja en las encuestas. En las más recientes, del Pew Research Center, el 55 por ciento dijo tener una impresión negativa del socialismo comparado con el 42 por ciento que piensa lo contrario. “En este país, socialismo es casi una mala palabra”, afirma Cowan.
Rechazo de Trump
Trump lo sabe. Y por eso cada vez que puede se refiere a los demócratas como una “parranda de socialistas” que quieren acabar con el capitalismo e imponer un régimen similar al de La Habana. Tanto que sus simpatizantes han estado votando por Sanders en las primarias demócratas (algo cuestionable, pero legal) para asegurar que este sea el elegido.
Y que se suma a los reportes de que Rusia adelanta una campaña ilegal para promover la candidatura del senador, pues lo ven como el rival más débil a la hora de enfrentar a un Trump, al que siguen viendo como más amigable.
De acuerdo con Fernand Amandi, un estratega demócrata que trabajó para las campañas de Barack Obama en 2008 y 2012, la nominación de Sanders garantizaría de entrada el triunfo de Trump en Florida, un estado que suele pesar mucho en las elecciones presidenciales en EE. UU.
“A un socialista proclamado que elogia públicamente a Daniel Ortega (Nicaragua y los sandinistas), Fidel Castro, Hugo Chávez y Nicolás Maduro no le puede ir bien en la Florida”, afirma Amandi.
La preocupación del establecimiento demócrata por la candidatura de Sanders no se reduce a sus oportunidades frente a Trump, sino al efecto que tendría en las elecciones legislativas dado el peso que posee el nombre del candidato presidencial en los comicios para la Cámara de Representantes y el Senado.
Inalcanzable
Lo más probable, sostiene Cowan, es que un triunfo de Sanders probablemente volvería inalcanzable la Cámara Alta y podía poner en riesgo el control que hoy tienen los demócratas en la Cámara Baja.
Un escenario de pesadilla para este partido, pues tendrían que enfrentar a un Trump empoderado luego de su reelección y con un Congreso de mayoría republicana dando vía libre a su agenda.
De allí la urgencia por detener al senador, que en los últimos días se ha tornado en una ‘toconsan’ (todos contra Sanders). Eso quedó en evidencia el martes durante el debate que sostuvieron en Carolina de Sur los candidatos que todavía permanecen en la carrera y en el que convirtieron a Sanders en epicentro de sus ataques.
No solo cuestionando la inviabilidad de sus propuestas. Hasta hubo menciones sobre su estado de salud, en alusión al infarto que sufrió el año pasado.
Muchos piensan, no obstante, que se trata de una estrategia riesgosa. Si atacan a Sanders y elevan el tema de su izquierdismo, pero este igual termina ganando la nominación, lo dejarán destruido para enfrentar a Trump.
Si se van lanza en ristre y logran detener su candidatura, podrían enfurecer a la base liberal y provocar una ruptura del partido que también concluiría con un probable triunfo del Presidente.
Pero si no le hacen oposición, estarían a su vez garantizando su candidatura dado el impulso con el que viene tras sus victorias en Iowa, Nuevo Hampshire y Nevada, y que podría consolidarse este martes, cuando votarán 14 estados en EE. UU.
Sanders y su entorno sostienen que así como Trump pudo triunfar con una plataforma de extrema derecha en el 2016, él podría imponerse con una agenda progresista que es muy popular entre las nuevas generaciones.
Puede ser. Pero en su partido, o al menos en el establecimiento, parecen estar convencidos de que EE. UU. no está listo para las ideas que promueve el senador.
“Los demócratas están en un momento crítico frente al que no hay salida fácil. Y que se complica más con la presencia de tantos candidatos aspirando a la nominación, pues eso ha impedido que surja una opción anti-Sanders en la campaña”, sostiene Cowan.
Sin duda una encrucijada. Quizás la más grande que han tenido que sortear en la historia reciente.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
En Twitter @sergom68