España se somete a un confinamiento casi total

Los más de 1.500 nuevos casos de coronavirus desde la tarde del viernes en España, que elevan el balance de la epidemia a 6.233 infectados y más de 190 personas fallecidas, obligaron al gobierno de Pedro Sánchez a extremar las medidas de seguridad, que incluyen el cierre formal del país y la limitación del movimiento de los ciudadanos, un confinamiento casi total.

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Con la declaración del estado de alarma, por 14 días, los ciudadanos solo podrán circular para ir al trabajo o regresar –pero se prefiere que haya teletrabajo–, comprar alimentos, productos farmacéuticos y de primera necesidad, asistir a centros sanitarios, asistencia y cuidado de personas mayores o niños, personas con discapacidad o vulnerables, así como desplazamientos de fuerza mayor a entidades financieras.

Desde que se encendieron las alarmas por el coronavirus en Madrid, el lugar ibérico con mayor número de afectados (superan los dos mil y cerca de medio centenar de fallecidos), el ritmo cambió en una de las ciudades más animadas de Europa.

Las autoridades de la región de Madrid ordenaron el cierre, entre este sábado y el 26 de marzo, de todos los establecimientos y comercios, excepto los de alimentación y “primera necesidad”, que incluyen farmacias, gasolineras y bancos.

“Esta circulación habrá de realizarse individualmente, salvo en las personas con dificultad de movilidad”, indicó Sánchez en su comparecencia al terminar un consejo de ministros extraordinario que se prolongó por más de siete horas.

La vida seguía su curso normal hasta el lunes, aunque el virus ya era el tema principal en las conversaciones. Esa tarde todo cambió, cuando las autoridades declararon que era necesario tomar medidas más drásticas, como cerrar los centros educativos. Y estalló el pánico.

El martes por la mañana, los supermercados estaban repletos de gente que compraba como si regalaran y se revestía de paciencia para esperar un par de horas en las colas de las cajas. “Tuve que irme a mediodía a conseguir género en el mercado central”, dice el dueño de una carnicería de barrio. “No dábamos abasto”, agrega.

España, vacía por coronavirus

Así lucía el sábado en la mañana el emblemático Paseo de la Castellana, de Madrid.

Por miedo, responsabilidad social o mera obediencia a los consejos sanitarios, la gente dejó de salir. “Yo trabajo en un estudio en casa de mi madre y ahora me aislé porque me da miedo ser transmisora y contagiarla”, cuenta Consuelo, especializada en impuestos.

El tráfico ha disminuido notablemente, y los medios de transporte van semivacíos.

Hay filas de buses parqueados en la rotonda de la Puerta de Alcalá, que suele ser un nudo de vehículos. “Estamos parados porque no hay gente para transportar”, explica el conductor de uno de ellos. “Estamos como con la mitad”.

Aunque los almacenes permanecen abiertos, no hay gente dentro. Algunos locales han cerrado, sobre todo aquellos en los que suelen atender chinos.

Yo trabajo en un estudio en casa de mi madre y ahora me aislé porque me da miedo ser transmisora y contagiarla.

El viernes se anunció que a partir del sábado no podrían abrir restaurantes ni bares, lo que prendió una chispa en los supermercados. “En nuestra empresa se ha impuesto el teletrabajo, y una empleada está aislada porque el test de coronavirus de su marido dio positivo”, cuenta María.

“Mi familia y yo nos iremos al campo: allí al menos hay aire puro”.

La ciudad no parece Madrid, siempre tan alegre y vibrante. Y es que está cerrada por coronavirus.

JUANITA SAMPER OSPINA
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
MADRID

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