Las claves de Chile para retomar la redacción de una nueva Constitución

El Acuerdo por Chile, la fórmula a la que llegaron esta semana los partidos del oficialismo y de la oposición para retomar la redacción de una nueva Constitución, tendrá el desafío de llevar a buen puerto el proyecto de redactar una nueva carta magna luego de que 62 por ciento de los votantes rechazó la propuesta presentada por la convención constituyente el pasado 4 de septiembre.

(Lea aquí: Chile se embarca en otro proceso constitucional para tener una nueva Carta Magna)

El texto, producto de casi tres meses de negociaciones, determinó que el nuevo órgano encargado de redactar la propuesta será paritario y estará compuesto por 50 miembros electos popularmente, 14 juristas y 24 expertos designados por el Congreso que deberán elaborar un anteproyecto.

“Es un paso necesario y espero que decisivo para avanzar a un nuevo pacto social, con más democracia y derechos sociales. Chile no puede seguir esperando y desde mi gobierno trabajaremos día a día para responder las urgencias sociales y responder las preocupaciones ciudadanas respecto a la seguridad pública, alza de costo de la vida, y pensiones, entre otras”, aseguró el presidente Gabriel Boric tras la presentación del acuerdo.

La comisión de expertos empezará su trabajo en el mes de enero, mientras que, en abril, se elegirán a los miembros que redactarán la Constitución mediante el voto obligatorio que permitirá la instalación del Consejo Constitucional el 21 de mayo, el cual tendrá cinco meses para entregar el proyecto antes de someterlo a un plebiscito en noviembre.

“Han sido tres largos meses para llegar a este acuerdo, pero era lo que había que hacer por el bien de Chile, por entregar una y buena constitución que nos una, no una que unos encuentren legítima y otros no”, aseguró a EL TIEMPO Luz Ebenspeger, vicepresidenta del Senado chileno.

Para Ebenspeger, el nuevo proceso toma distancia de la polémica convención constituyente marcada por los escándalos de algunos de sus miembros y por el llamado texto “maximalista” que dividía a los chilenos y que terminó naufragando en las urnas.

Los chilenos rechazaron el 4 de septiembre la propuesta de Constitución. Ahora habrá un nuevo proceso para sacar una nueva carta magna.

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Elvis González. Efe

Las nuevas bases

A diferencia del proceso anterior, en el que se partió de una hoja en blanco, ahora habrá 12 bases constitucionales que el consejo deberá tener en cuenta, entre las que se destaca que “Chile es una República democrática, cuya soberanía reside en el pueblo” y se dejan preestablecidos criterios e instituciones que se vieron vulneradas en la propuesta pasada, como el Senado, que se buscaba reemplazar por una Cámara de las regiones.

Uno de los temas más polémicos del anterior proyecto fue el que buscaba invocar la llamada “plurinacionalidad” abriendo la posibilidad de que los pueblos indígenas tuvieran justicia propia, en medio del incremento de los hechos de violencia en el sur del país, a causa del conflicto con el pueblo mapuche.

“La Constitución reconoce a los pueblos indígenas como parte de la nación chilena, que es una e indivisible. El Estado respetará y promoverá sus derechos y culturas”, destaca una de las bases constitucionales que se complementa con que el texto constitucional “consagrará que el terrorismo, en cualquiera de sus formas, es por esencia contrario a los derechos humanos”.

En diálogo con este diario, el presidente del partido de centroderecha Renovación Nacional e integrante de la mesa del Acuerdo por Chile, Francisco Chahuán, destacó que las bases sobre las que se redactará la nueva Constitución serán la amplia participación ciudadana, la legitimidad democrática, la experiencia de los especialistas y un rol más activo del actual congreso.

“Acá lo que se requiere es tener la valentía de pensar no en la próxima semana, o el próximo mes, sino en los próximos 20 o 30 años para un país en el que quepan todos, un pacto de confianza de largo plazo”, destacó Chahuán.

Por su parte, la centroizquierda elogió la capacidad de la oposición y del oficialismo de lograr dejar de lado sus diferencias y ceder para generar un acuerdo que dé paso al esperado proceso para dejar atrás la Constitución redactada durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973 -1990).

“Si ponemos el corazón en esto entendemos que es muy importante para el país salir adelante y que demanda un texto constitucional que pueda ser ratificado. Eso necesita mucha generosidad y seriedad”, señaló a EL TIEMPO la senadora Ximena Rincón, quien también hizo parte de las negociaciones.

Rincón asegura que el comité de expertos podría incluir a figuras políticas como los expresidentes Michelle Bachelet, Sebastián Piñera, Eduardo Frei y Ricardo Lagos; quienes se han mostrado dispuestos a estudiar su participación en el proceso.
“Creo que la experiencia de ellos y lo que les ha tocado vivir en el país en momentos distintos es algo que es importante de rescatar”, destacó.

Y aunque desde los sectores de la ultraderecha, como el partido Republicano, no han querido suscribir el acuerdo al considerar innecesario cambiar la actual Constitución, ya han adelantado que votarán en contra del texto que resulte de este proceso constituyente.

“No estamos de acuerdo con una nueva convención, pero vamos a competir. El Congreso tendrá que tomar decisiones, nosotros no nos vamos a restar de ninguna instancia democrática y, una vez más, les vamos a ganar”, aseguró a EL TIEMPO el excandidato presidencial José Antonio Kast.

Para expertos como José Ignacio Martínez, investigador del Observatorio Constitucional de la Universidad de los Andes, lo importante del acuerdo que se firmó es que rescata los principios generales del derecho constitucional chileno y da herramientas para hacer una carta magna más realista y lejos de la versión “ideologizada” de la pasada propuesta.

“El haber transformado el proyecto en un texto partisano, excesiva y groseramente ideologizado, que lo transformó en un auténtico programa de Gobierno. Esto supuso dar la espalda y desconocer la historia y la realidad, como lo demostró el apabullante resultado del plebiscito”, señaló Martínez a EL TIEMPO.

La comisión de expertos empezará su trabajo en el mes de enero, mientras que, en abril, se elegirán a los miembros que redactarán la Constitución.

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Elvis González. EFE

Una luz para la región

Más allá de sentar las bases de lo que será su proceso constituyente, Chile envía una potente señal de resolver sus diferencias políticas a través de mecanismos democráticos y de un apego irrestricto al estado de derecho.

Conceptos que se han visto cada vez más debilitados por las crisis que han sacudido en los últimos días países como Perú y Brasil, en donde se ha puesto en duda el funcionamiento de las instituciones electorales y se ha roto el frágil equilibrio de poderes.

“Nos debemos sentir orgullosos como país, porque resolvemos nuestras diferencias mediante el encuentro y eso es algo que, en un escenario tan polarizado, tan inestable como América Latina, nos vuelve a distinguir y debemos recuperar”, asegura a EL TIEMPO la senadora Rincón.

Una postura compartida por el presidente del Senado chileno, Álvaro Elizalde, quien asegura que este es el primer paso de un camino largo, que requiere mucha responsabilidad para una constitución que incorpore visiones de la sociedad chilena.

“Chile ha dado respuestas democráticas e institucionales para enfrentar las crisis. Tenemos que sacar lecciones del proceso constituyente que concluyó, pero siempre con los pies en la tierra”, señaló a EL TIEMPO.

Con este nuevo proceso, Chile busca rescatar el anhelo que expresó un 78 por ciento de votantes en las urnas, en octubre de 2020, cuando se realizó el plebiscito sobre la necesidad de redactar una nueva carta magna, pero esta vez escrita en una clave más moderada y transversal que la que terminó rechazada por la mayoría de los votantes hace tres meses.

ANDREA AGUILAR CÓRDOBA
PARA EL TIEMPO
SANTIAGO (CHILE)

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