Aparentes ecos del nazismo en debate por color de abejas en Austria

STOCKENBOI, Austria — Las abejas de Sandro Huter enfrentaban una sentencia de muerte.
“Mis abejas eran demasiado oscuras”, recordó Huter, un apicultor, que le dijo el inspector de abejas del Estado de Carintia en el 2018.
Huter tendría que reemplazar sus reinas oscuras por unas de color gris claro. Se negó. “Es fanatismo racial”, dijo.
En todo el mundo, los pesticidas, las enfermedades, el cambio climático y la pérdida de hábitats están acabando con las abejas y otros polinizadores, que desempeñan un papel fundamental en la agricultura. Pero desde el 2007, Carintia ha insistido en que todas sus abejas melíferas sean de la subespecie carniola, con sus característicos anillos abdominales gris claro.
Se considera que las carniolanas están bien adaptadas para sobrevivir al clima de su hogar alpino. Y son dóciles con los humanos.
Así que la ley de Carintia tiene muchos seguidores entre los apicultores del Estado, ansiosos por mantener las características indeseadas fuera del acervo genético. El Estado vecino de Estiria tiene una ley similar.
Pero los opositores a la ley ven un eco del pasado nazi de la zona.
“Es una dictadura racista”, dijo Gerhard Klinger, director de una asociación de apicultores en el valle de Lavanttal, donde hay 10 procesos judiciales contra apicultores.
Gottfried Götze, el apicultor principal del Tercer Reich, estaba convencido de que las abejas nativas deberían ser la elección exclusiva para suministrar miel a la Wehrmacht, así como la cera de abejas utilizada en las bombas. Los nazis instruyeron a los apicultores para que llevaran a sus reinas a las estaciones de apareamiento donde las esperaban zánganos carniolanos con pedigrí.
El Estado ha llegado a aceptar que el color por sí solo no puede ser el único factor determinante, por lo que ahora se envían muestras de abejas a mayor análisis. Si más de dos de los 50 especímenes recolectados se desvían de las características carniolanas, toda la colonia queda marcada y se deben reemplazar las abejas reinas.
Huter apeló su caso ante el tribunal administrativo federal de Viena y ganó, y el tribunal calificó el enfoque del Estado como “extremadamente ilegal”, en parte porque en ese momento se basaba únicamente en el color de una abeja. Carintia está considerando enmiendas a la ley estatal que definirían más explícitamente la subespecie y endurecerían las sanciones.
Kirsten Traynor, directora de investigación apícola en la Universidad de Hohenheim, en Alemania, dijo que el enfoque en la pureza racial de una subespecie estaba fuera de lugar.
“En otros países, tienes más un ‘tratemos de combinar todas las mejores características en una abeja, independientemente de dónde provenga esa genética’”, dijo. “La pureza racial entre las poblaciones humanas ha sido problemática, y no sé por qué estamos tratando de hacer lo mismo con una especie manejada”.
Por: DENISE HRUBY
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