Guerra de Ucrania: Entre la paz justa y la paz imperfecta
Aunque invariablemente las guerras terminan, los desacuerdos subyacentes suelen perdurar. Se llega a una paz tenue, interrumpida por espasmos de violencia. La forma en que terminan las guerras —por una victoria rotunda, agotamiento o mutua disuasión— puede implicar una diferencia: es menos probable que el agotamiento evite estallidos futuros que, digamos, la derrota absoluta de una de las partes… pero no hay garantías. De todas formas, no significa que no valga la pena buscar ciertos tipos de paz.
No escasean los ejemplos de enemigos —vienen a la mente Corea del Norte y del Sur, Etiopía y Eritrea, y Serbia y Kosovo— que actualmente mantienen el equilibrio con una paz frágil. Japón y Rusia aún no han formalizado el fin de las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial debido a su disputa por las islas Kuriles. Y a pesar de la tregua que firmaron en 1994, Armenia y Azerbaiyán no lograron un acuerdo de paz permanente en el Alto Karabaj (hubo nuevos encontronazos el año pasado).
Aunque soportar la tensión y la violencia intermitente no es, obviamente, un resultado ideal, las guerras brutales, sangrientas y a menudo prolongadas que precedieron a esos períodos de paz frágil fueron peores. De hecho, quienes se resisten a la paz imperfecta —en favor de la ‘paz justa’ que, es de suponer, se lograría con la derrota absoluta de sus oponentes— a menudo terminan en peor situación. Esto es lo que les pasó a los palestinos… y Ucrania parece decidida a correr la misma suerte.
Durante su breve visita a Estados Unidos en diciembre, el presidente Volodímir Zelenski reiteró que su país solo aceptará la retirada total rusa del territorio ucraniano, Crimea incluida. Pero a pesar de los extraordinarios éxitos de Ucrania en el campo de batalla y el sostenido apoyo Occidental a sus fuerzas, es poco probable que logre vencer categóricamente a un invasor mucho mayor.
Esto se debe en parte a que Occidente sigue calibrando el aprovisionamiento de armas a Ucrania. Es cierto, EE. UU. decidió entregar sistemas de defensa avanzados de misiles Patriot a la fuerzas ucranianas, algo que antes consideraba excesivamente riesgoso, y este mes acordó enviar un paquete adicional que incluye armamento ofensivo. Pero para salvaguardar la unidad de la Otán y evitar una escalada, el gobierno del presidente Joe Biden procura evitar la entrega de armas de capacidad muy superior a las que ya existen en el campo de batalla ucraniano, entre ellas, las provistas por otros países de la Otán.
Es de suponer que las decisiones sobre el aprovisionamiento de armamento a Ucrania también reflejan la evolución de la política de guerra rusa. En los últimos meses surgieron escisiones en el Kremlin: los partidarios de la línea dura claman por una estrategia más audaz frente a Ucrania. Esto podría empujar al presidente Vladimir Putin —que acaba de nombrar a otro nuevo comandante, probablemente en respuesta a las crecientes críticas— a aumentar la escala del conflicto, sobrepasar más límites que Occidente e intensificar la represión interna. Las noticias sobre unidades rusas en situación de quiebre, dispuestas a desertar o rendirse, también podrían tener un impacto sobre la situación de Putin en su país.
En este nuevo año, Zelenski afirmó que es posible que Rusia “esté apostando al agotamiento” del pueblo ucraniano, su defensa aérea y sector energético. Probablemente esté en lo cierto. De lo que no parece darse cuenta es de que el apoyo estadounidense y de sus aliados de la Otán solo podrá sostener a sus fuerzas por cierto tiempo. Más allá de lo admirable del combate de los ucranianos, están más cerca del agotamiento que sus contrincantes rusos.
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Militares ucranianos en Donetsk, en febrero de 2023
Oleg Petrasyuk / Efe
En primer lugar, Rusia puede recurrir a un grupo de combatientes potenciales mucho mayor. Es cierto, la movilización parcial de Putin enfrentó protestas públicas y el éxodo de cientos de miles de conscriptos potenciales, pero tampoco faltaron problemas en las tareas de reclutamiento ucranianas. En todo caso, la población rusa es más del triple de la ucraniana.
Algo tal vez más importante es que la guerra tiene lugar en su mayor parte en suelo ucraniano: mientras los incesantes ataques con drones y misiles demolieron la infraestructura de Ucrania (han causaron pérdidas directas de aproximadamente USD$ 138.000 millones) e infligieron miserias incalculables a sus civiles (con más de 42.000 muertos y entre 15 y 30 millones de desplazados), los rusos siguieron con sus vidas prácticamente sin cambios. Esto ocurrió a pesar de las sanciones de Occidente, cuyo impacto inmediato sobre la población rusa fue limitado. En 2022, la economía rusa solo se contrajo entre el 3 y el 4 %, y el desempleo casi no cambió. La economía ucraniana se redujo el 32 %, y el desempleo se disparó al 35 %.
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Como sabe Estados Unidos por experiencia, la era de las victorias gloriosas ya no existe. La paz por agotamiento es mejor que la guerra
Dado que Rusia, como sus aliados iraníes, cuenta con amplia experiencia para burlar las sanciones dirigidas a su sector militar, también se las arregló para salvaguardar su base industrial de defensa y reemplazar el equipamiento militar que perdió.
Aunque las sanciones afectarán a la economía rusa en el largo plazo, el tiempo está del lado de Putin (quien confía en que los ataques sin tregua a la infraestructura y los objetivos civiles socavarán la moral y la capacidad de combate ucranianas, mientras las cuestiones económicas y políticas locales debilitan la determinación de Occidente). Probablemente las políticas fiscales suicidas de los estadounidenses republicanos —que incluyen un acuerdo que podría limitar el gasto para la defensa el año que viene— le brinden una satisfacción considerable.
A fines del año pasado, el general Mark A. Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, instó a Ucrania a aprovechar los momentos de debilidad rusa para negociar una solución, ya que echar completamente a Rusia de su territorio sería “una tarea muy difícil”. Su comentarios generaron violentas críticas entre quienes los interpretaron como una señal de que la estrategia de Putin estaba funcionando, pero vale la pena seguir el consejo de Milley.
Es probable que la capacidad de Ucrania para soportar la guerra se agote antes que la de Rusia. Si sus líderes se niegan a negociar antes cruzar ese umbral terminarán mucho peor que si procuran hacerlo cuando aún tienen elementos a su favor. Como sabe Estados Unidos por experiencia, la era de las victorias gloriosas ya no existe. La paz por agotamiento es mejor que la guerra.
SHLOMO BEN-AMI*
© Project Syndicate
TEL AVIV
(*) Exministro de asuntos exteriores de Israel y vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la paz.
‘Occidente no puede ceder’
Occidente no puede ceder ante Rusia, por tres razones principales. En primer lugar, desde el principio, Putin ha enmarcado este conflicto como una guerra de poder entre Rusia y Occidente. Eso significa que cualquier derrota o humillación de Ucrania, incluido su visto bueno, bajo la presión de sus aliados, a un acuerdo de paz vergonzoso, sería una derrota o humillación de Occidente. La alianza de democracias más poderosa del mundo estaría efectivamente dando la victoria al eje Rusia-Irán-Siria, lo que afectaría todo, desde la alianza transatlántica hasta la seguridad en el Pacífico.
En segundo lugar, ceder ante Rusia socavaría la seguridad de los estados miembros de la Otán. Sería ingenuo suponer que Putin se detendría con Ucrania. Como mínimo, el ‘invicto’ Putin intentaría constantemente socavar a la Otán a través de tácticas de guerra híbrida. Lejos de detenerlo, las sanciones fortalecerían su determinación de buscar nuevas conquistas extranjeras para distraer a los rusos de su deterioro económico.
Finalmente, cualquier cosa menos que una clara victoria ucraniana diezmaría el orden internacional liderado por Occidente que surgió después de la Segunda Guerra Mundial. Si a Rusia se le permite salirse con la suya con su brutal agresión en Ucrania, ¿por qué otro régimen autoritario se abstendría de usar la fuerza en la búsqueda de sus propios objetivos tácticos o estratégicos?
Ceder ante Rusia significaría el fin del mundo tal como lo conocemos. A pesar de la quimera de un ataque nuclear ruso y los desafíos económicos reales que enfrenta, Occidente tiene todo lo que necesita, militar, económica e ideológicamente, para garantizar que Ucrania gane la guerra. Si no actúa en consecuencia, el terreno que pierde, tanto figurativa como literalmente, será difícil, si no imposible, de recuperar.
SALOMÉ SAMADASHVILI *
© Project Syndicate
TBLISI
(*) Ex jefa de la Misión de Georgia ante la Unión Europea, es miembro del parlamento de Georgia y secretaria política
del del partido Lelo, de Georgia.
‘La fórmula es sanciones y armas’
Cuando Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero, el mensaje que los líderes mundiales recibieron de sus ejércitos y servicios de inteligencia fue que la resistencia ucraniana, y el gobierno de Zelensky, no podrían sobrevivir más de dos semanas contra el segundo ejército más poderoso del mundo. Por lo tanto, Occidente vio pocas razones para enviar ayuda militar inmediata a Ucrania y se centró en cambio en imponer sanciones económicas y financieras contra Rusia.
Pero el éxito de Ucrania en la defensa de Kiev, ayudado por armas antitanque ligeras (NLAWS) y sistemas portátiles de defensa aérea (MANPADS) que ya habían sido enviados por el Reino Unido, los países bálticos y Polonia, cambió radicalmente las percepciones externas de la capacidad de resistencia del país. Y las armas y el entrenamiento pronto comenzaron a fluir rápidamente hacia Ucrania.

Tanques Leopard 2 que envió Alemania a Ucrania (Foto de archivo).
Las revelaciones de crímenes de guerra en Bucha y muchos otros lugares, junto con los ataques de Rusia contra la infraestructura civil (particularmente la de producción de energía), solidificaron aún más la determinación de los Estados Unidos y la Unión Europea, con el apoyo adicional de países tan remotos como Singapur y Japón. De hecho, Ucrania ya ha ganado la guerra diplomática y de las redes sociales. E incluso países como China e India han intentado distanciarse de Putin, especialmente después de sus amenazas nucleares.
Las sanciones económicas erosionarán gradualmente la capacidad de Rusia para librar su guerra, sobre todo al socavar su producción de misiles de largo alcance
No obstante, algunos en Occidente, incluidos líderes militares como el general Mark A. Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, han pedido negociaciones. Pero tales conversaciones favorecerían a Putin al darle la oportunidad de ganar tiempo para reagruparse y rearmarse. Y mientras Ucrania tenga el impulso militar, no estará de humor para negociar.
Las sanciones económicas erosionarán gradualmente la capacidad de Rusia para librar su guerra, sobre todo al socavar su producción de misiles de largo alcance que utiliza para atacar la infraestructura energética ucraniana. A pesar de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes de EE. UU. y de la amenaza del Primer Ministro húngaro Viktor Orbán de bloquear la ayuda europea, creo que EE. UU. y Europa mantendrán su indispensable apoyo militar y económico a Ucrania.
Ucrania se enfrenta a una amenaza existencial de una Rusia imperialista. Pero, gracias a su ejército bien entrenado y a su gente asombrosamente valiente, puede prevalecer en su objetivo de expulsar a todas las tropas rusas de su territorio para fines del 2023. Para ayudar a garantizar esto, sus aliados deberían suministrarle los misiles de largo alcance (de más de 180 millas) así como los aviones de combate que necesita para degradar las capacidades ofensivas de Rusia en esta materia.
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CHARLES TANNOCK *
© Project Syndicate
BRATISLAVA
(*) Ex miembro del Comité de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo.