La encrucijada de Sánchez para gobernar en España

Tras haber ganado las elecciones hace dos meses y medio, el presidente Pedro Sánchez no tiene clara la repetición de gobierno en España. El líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) se halla en dificultades para ser investido este 23 de julio como jefe de una nueva administración.

La raíz del problema radica en que no cuenta con mayoría suficiente en el parlamento para erigirse como presidente. Requiere 176 parlamentarios a su favor, pero solo tiene 123.

Esa situación, desde el principio, planteó claramente la necesidad de buscar apoyos en otras fuerzas políticas o lograr que se abstengan de votar los partidos con más diputados en el Congreso.

En un primer momento, Sánchez intentó buscar el respaldo en Ciudadanos, partido de centro. Su máximo responsable, Albert Rivera, se negó en rotundo a brindarle apoyo alguno.

No solo mantiene una distancia ideológica con el PSOE, sino ha impuesto una distancia personal. Rivera no quiere a Sánchez bajo ningún punto de vista. Además, Ciudadanos parece sentirse más cómodo con el Partido Popular (PP) y con Vox, fuerzas de derecha y extrema derecha.

Albert Rivera

Albert Rivera, presidente del partido Ciudadanos, se negó de manera tajante a brindarle apoyo a Pedro Sánchez.

La polémica derechización de Ciudadanos obedece a la necesidad de llegar a acuerdos para gobernar en varias regiones españolas. Algunos de sus miembros, por ello, han abandonado el partido emergente, hasta hace unas semanas situado en el centro político.

La siguiente opción de Sánchez era buscar respaldo en las fuerzas independentistas catalanas y vascas y así conseguir la mayoría parlamentaria. Lo hizo para constituir su primer periodo de gobierno, pero esta vez se abstuvo de intentarlo de nuevo.

Durante la campaña manifestó claramente que el PSOE no admite ni admitirá el separatismo de Cataluña y prometió cumplirle al electorado. Así lo ha hecho hasta ahora. 

La tercera opción del presidente Sánchez ha sido indagar dentro de la propia izquierda. Para ello entró en conversaciones con Pablo Iglesias, líder de Unidas Podemos, partido de extrema izquierda.

Iglesias apostó por darle el apoyo requerido, pues cuenta en el Congreso con 42 diputados, a cambio de entrar en el ejecutivo, en ministerios de importancia, y ser parte, públicamente, de un “gobierno de coalición”. Sánchez le ofreció carteras de segundo nivel y no quiere que el apoyo de Unidas Podemos se muestre como un “gobierno de coalición”.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (i.), y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, han negociado la formación de un gobierno desde abril sin lograr acuerdo.

En el fondo, el líder del PSOE sabe que este tipo de gobierno solo sería factible si Unidas Podemos tuviera una fuerza electoral semejante a la de su partido. Y no es así.
Es un partido minoritario que, además, perdió electorado en las últimas elecciones.

Ante la imposibilidad del acuerdo, Sánchez ha dado por rotas las negociaciones, aunque algunas voces cercanas a Iglesias han afirmado su disposición para continuar el diálogo.

«Estamos dispuestos a sentarnos de nuevo en 15 minutos para hablar de un acuerdo de gobierno», afirmó Pablo Echenique, uno de los secretarios de Podemos, con gran influencia dentro de su partido.

Protesta catalanes

Una de las opciones que tiene Sánchez sería conseguir apoyo en las fuerza independentista catalanas pero eso iría en contra de un pilar de su campaña. 

Foto:

Patrick Seeger / Efe

Lo cierto es que el partido ha convocado esta semana a una consulta interna para que sus miembros decidan si debe ser el PSOE el único que diseñe el nuevo gobierno. Para Sánchez, tal iniciativa es una jugada con la que Iglesias se lava las manos.

El último recurso del líder del PSOE es el menos probable para constituir gobierno. Pide al PP y a Ciudadanos que se abstengan en la investidura, que al menos no voten en su contra, para así gobernar en minoría y de forma solitaria.

Tanto Rivera como Pablo Casado, presidente del PP, manifiestan que no se abstendrán.

Estamos dispuestos a sentarnos de nuevo en 15 minutos para hablar de un acuerdo de gobierno

En esa tesitura, si el líder del PSOE no logra su propósito este 23 o dos días después, cuando se repita la sesión de investidura, no hay más remedio que convocar de nuevo a elecciones presidenciales. Se celebrarían en noviembre.

Por ahora la llave para salir de la encrucijada está en poder de Pablo Iglesias, si cambia de parecer, o de los separatistas catalanes, si Sánchez se atreve a pedirles su apoyo para gobernar a España. Durante los próximos días se aclarará el panorama.

JUANITA SAMPER OSPINA
*Corresponsal de EL TIEMPO
Madrid

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