La tensión en Bolivia crece en torno al futuro de las presidenciales
Una vez más, la tensión volvió a escalar este viernes en Bolivia, después de que el Congreso –controlado por el partido del expresidente Evo Morales– promulgó en la noche del jueves una ley para que el país celebre elecciones en un plazo de 90 días, un movimiento contra el que el gobierno interino de Jeanine Áñez anunció que interpondrá una demanda de inconstitucionalidad.
La promulgación de dicha ley por parte de la presidenta del Legislativo, Eva Copa, llegó después de que Áñez rechazó hacer la convocatoria a comicios generales, debido a la pandemia del coronavirus, que ha dejado más de mil contagiados y 62 muertos en el país.
“En defensa de la vida y la salud de los bolivianos, rechazo las elecciones que ha convocado el MAS (Movimiento al Socialismo)”, dijo la mandataria interina en Twitter.
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Pero el MAS, que dispone de amplia mayoría en las cámaras de Diputados y Senadores, la promulgó “para que se tenga y cumpla como ley del Estado Plurinacional de Bolivia”, afirmó Copa en una ceremonia que contó con la presencia de parlamentarios de la oposición.
El Ejecutivo alega que esos comicios, que inicialmente estaban programados para el 3 de mayo, podrían poner en peligro a los votantes.
El ministro de la Presidencia, Yerko Núñez, brazo derecho de Áñez, explicó que el propósito es paralizar esa ley, y declaró:
La próxima semana acudiremos al Tribunal Constitucional para interponer una acción de inconstitucionalidad a esta ley que atenta contra la salud y la vida de todos los bolivianos
Núñez añadió que las normas legales le otorgan al Gobierno las facultades de establecer políticas que prioricen la salud de la población, más aún cuando se estima que la pandemia podría aumentar durante la temporada de invierno que comienza en junio.
“De acuerdo con las proyecciones científicas, entre los meses de junio y agosto se registrarán los picos más altos de contagios de coronavirus”, señaló.
“Denunciamos ante la comunidad internacional este acto de Morales y el MAS que pone en riesgo la vida de 11 millones de bolivianos”, añadió el ministro.
La decisión del Congreso fue criticada por el expresidente Carlos Mesa, segundo en la intención de voto, quien dijo que “anteponer el interés político apresurando la elección o pretendiendo su postergación indefinida es cuestionable e implica un riesgo para enfrentar adecuadamente la crisis” del covid-19. Mesa propuso un diálogo nacional.
Una crisis de meses
Desde octubre de 2019, Bolivia está sumida en una crisis política sin precedentes, después de que Morales, quien gobernó el país durante 14 años, renunció a su cargo y terminó en el exilio en Argentina tras ser acusado de fraude en las elecciones del 20 de octubre.
Áñez, hasta entonces senadora, asumió la presidencia y la dirección de un gobierno transitorio en Bolivia.
Según los expertos, Áñez tenía dos labores claras: “La primera, pacificar el país, y la otra, convocar elecciones generales lo más pronto posible”, le dijo a EL TIEMPO Marcelo Arequipa, profesor de la Universidad Mayor de San Andrés.
Para Arequipa, la tarea de la pacificación quedó pendiente, “porque Áñez se ha enfocado en intentar construir legitimidad”, pero lo hizo a través del miedo y de continuar con las divisiones entre los partidarios de Evo y sus detractores.
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Y aunque la convocatoria a elecciones parecía ir bien, con Luis Arce, candidato del MAS; Mesa, de Comunidad Ciudadana; Áñez, y Luis Fernando Camacho, del conglomerado Creemos, como candidatos, la jornada quedó en el limbo por la inesperada llegada de la pandemia del coronavirus.
Para la analista política María Teresa Zegada, el panorama para la elección que venía estaba más o menos claro. “El MAS estaba reagrupando sus fuerzas políticas alrededor de un candidato sustituto, en este caso Luis Arce”, dijo la experta, que agregó que el aspirante a la presidencial logró de alguna manera cerrar las fisuras que se abrieron en el partido y liderar las encuestas, que lo daban como ganador con más del 30 por ciento de apoyo.
En segundo lugar en las encuestas se ubicaba Mesa con el 18 por ciento. El opositor, según Zegada, canalizaba un discurso más pacifista y racional, uno con el ánimo de ordenar el escenario electoral que lo mantenía vigente como opción contra el MAS. Y en tercer lugar estaba Áñez, “que con el despliegue de su gestión logró potenciar su imagen en los últimos meses”.
Para Arequipa también estaba claro: “El que quedara después, fuera Áñez o Mesa, iba a competir contra el MAS (y contra Arce) en una segunda vuelta electoral”. De allí saldría el ganador. Pero hoy no hay claridad sobre ese futuro político.
El Tribunal Supremo Electoral había propuesto que los comicios se realizaran entre junio y septiembre. Pero, según Zegada, “Áñez parece tener una posición más propensa a postergar estos comicios, probablemente también como parte de sus políticas de contención de la pandemia”.
Sin embargo, Arce e incluso Mesa están generando presión para hacer las elecciones pronto.
El mismo Evo alertó sobre la posibilidad de que el gobierno interino aprovechara la pandemia para aplazar la jornada hasta 2021. Lo cierto es que la pandemia plantea un panorama incierto para los candidatos, porque, como afirma Arequipa, sus campañas se verán mermadas.
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Esto, sumado a “una crisis social, que vino con la pandemia” y a “una crisis económica que va a llegar producto de las medidas a nivel global”, dice el experto. Además, para Zegada, “entre la elección de octubre y la próxima elección no ha habido ni habrá seguramente el tiempo suficiente para una rearticulación de las fuerzas políticas”, y eso tendrá implicaciones en la votación.
Según la experta, el país tampoco ha terminado “de saldar la crisis y las heridas de las confrontaciones entre octubre y noviembre”, lo que también tendría un peso.
ANGIE NATALY RUIZ HURTADO*
Redacción internacional
*Con AFP