Fiscal no exonera a Trump, pero explica por qué no lo encausó

No fue una bomba. Pero las declaraciones que dio este miércoles el fiscal especial Robert Mueller sobre la investigación que adelantó para determinar si el presidente Donald Trump o su campaña coordinaron con Rusia la manipulación de las elecciones del 2016 hizo muy poco por despejar una polémica que lleva más de dos años consumiendo a Estados Unidos.

De hecho, dependiendo de a quién se le pregunte, provocaron un nuevo sismo en la capital estadounidense.

En sus primeras palabras desde que entregó el resultado de su pesquisa en abril de este año, Mueller indicó que no pudo absolver al presidente de posibles cargos por obstrucción a la justicia y que cualquier paso subsiguiente que emane de sus conclusiones tendría que ser adelantado por el Congreso.

«Si hubiésemos tenido confianza de que el presidente claramente no cometió un crimen, ya lo habríamos dicho”, dijo Mueller durante una rueda de prensa en la que simplemente leyó el texto pero no aceptó preguntas. Mueller argumentó que el Departamento de Justicia, a su modo de entender la ley, no puede acusar de un crimen a un presidente en ejercicio. Una tarea que le corresponde al legislativo a través de un juicio de destitución o impeachment.

Y que por lo tanto habría sido injusto abrirle un proceso judicial, ya que se trataría de un proceso inconstitucional que terminaría siendo desechado en las cortes por esta misma razón.

En el reporte, al menos lo que se conoce de él, Mueller habría descrito once oportunidades en las que Trump pudo haber obstruido la investigación que se adelantaba.

Algo que, de demostrarse a través de un proceso judicial que involucrara a cualquier otra persona diferente al primer mandatario, daría para cárcel.

En otras palabras, lo que Mueller sugiere, y así también se leía en su reporte, es que Trump quizá cometió uno o más crímenes de obstrucción a la justicia, pero ni su oficina ni la Fiscalía General estaban autorizadas para elevarle cargos.

En su declaración, Mueller reiteró que tampoco pudo encontrar “evidencia suficiente” para concluir que existió una coordinación con Rusia para influir en el resultado de las elecciones.

Las palabras que escogió (evidencia suficiente) también causaron polémica, pues no desechó la existencia de otro crimen en este sentido sino la ausencia de material suficiente para demostrarlo.

Sus planteamientos, en todo caso, sí marcaron un contraste con la lectura que le dio al reporte el fiscal general William Barr cuando lo presentó a la opinión pública. Barr, que fue nombrado por Trump, dijo que Mueller había descartado una coordinación con Rusia y, a su juicio, los casos de obstrucción a la justicia no constituían un crimen.

Deja mal al fiscal

El dictamen fue trascendental, pues como cabeza del Departamento de Justicia fue el primero que leyó el informe de 450 páginas y luego sacó su propio resumen, de solo cuatro páginas, que se le entregó al Congreso y a la ciudadanía.

Mueller, de hecho, luego escribió una carta privada en la que se quejó por las conclusiones que sacó Barr de su investigación.

En todo caso, las nuevas declaraciones de Mueller fueron usadas por Trump y simpatizantes para insistir precisamente en ese enfoque. «Nada cambia en el reporte de Mueller (tras sus declaraciones). No hubo evidencia suficiente, y, por lo tanto, en nuestro país (eso quiere decir) que una persona es inocente”, dijo el presidente a través de su cuenta de Twitter.

La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, volvió a reiterar que el reporte dejó claro que «no hubo coordinación ni conspiración, y el Departamento de Estado confirmó que no hubo obstrucción”.

Entre los demócratas, la lectura de las palabras de Mueller fue totalmente la contraria. Algunos, de hecho, vieron en ellas un claro llamado al inicio de un proceso de destitución en el legislativo.

Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y, como tal, la encargada de dar vía libre a un escenario semejante agradeció a Mueller por “entregarles un récord para acciones futuras tanto en el Congreso como en las cortes”.

Aunque Pelosi sigue oponiéndose al inicio de un juicio de destitución por considerar que sería contraproducente en torno a las aspiraciones políticas del partido, la presión para que lo haga crecerá sin duda tras las declaraciones de Mueller.

Del fiscal general, además, les soltó un baldado de agua fría al subrayar que prefería no testificar ante el Congreso, y, si lo hiciese, se limitaría a lo ya escrito en el reporte.

Los demócratas esperaban forzarlo de manera directa a testificar que existía evidencia suficiente para elevarle cargos a Trump. Lo cual daría paso al inicio de un proceso de destitución.

Que, en todo caso, no tendría mayores prospectos, pues en el Senado no existen los votos necesarios (las dos terceras partes) para destituirlo. Pero que los dejaría muy mal parados si el mismo Mueller reconoce que Trump cometió un crimen.

SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
Twitter: @sergom68

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