‘Las empresas pueden hacer la diferencia en la crisis migratoria’
Hamdi Ulukaya fundó la compañía de productos lácteos Chobani y creó The Tent Partnership for Refugees. En 2017, Time lo declaró una de las 100 personas más influyentes del mundo.
Entre los millones de personas que se han visto obligadas a dejar su país para buscar una nueva vida en otro lugar se encuentra Hamdi Ulukaya. De Turquía llegó a Estados Unidos sin hablar inglés, con poco dinero y con la convicción de querer ayudar a la sociedad de alguna manera.
Su experiencia al trabajar hombro a hombro con una pequeña comunidad estadounidense y los refugiados que allí se encontraban le mostró que las empresas pueden hacer la diferencia en la vida de los migrantes si les dan la oportunidad y las herramientas para su desarrollo profesional.
Por eso, al fundar The Tent Partnership for Refugees se puso el objetivo de movilizar al sector privado para que se una a favor de los refugiados, más allá de la filantropía, y para que piense en cómo integrar a estas personas al corazón de sus negocios, principalmente en cuatro frentes: contratar migrantes, incluirlos en la cadena productiva, invertir o asesorar un emprendimiento y proveer servicios para estas comunidades.
Hace dos semanas, Ulukaya vino a Colombia para ver la situación de los migrantes venezolanos y hablarle al sector privado colombiano sobre la necesidad de incluirlos en la economía para que el país crezca y las empresas se diversifiquen.
¿Cómo fue su llegada como migrante a Estados Unidos?
Soy de la parte nororiental de Turquía, de la minoría kurda. Crecí entre nómadas: mi familia iba a las montañas en el verano. Teníamos ovejas y vacas, y con su leche se hacían quesos y yogur. En el invierno bajábamos al pueblo.
Cuando llegué a la universidad empecé a publicar en el periódico de mi pueblo. Ahí comencé a hablar de las luchas kurdas, de derechos humanos y de las cosas injustas que pasaban. Yo era un estudiante universitario apasionado en Ankara y me metí en problemas con el gobierno del momento.
Era el punto más alto de los enfrentamientos entre turcos y kurdos, y tuve que irme del país a los 22 años.
Entonces solicité una visa de estudiante en Estados Unidos para aprender inglés. Llegué en octubre de 1994, a Long Island, en Nueva York. No hablaba inglés y tenía 3.000 dólares. Yo no era un refugiado, pero no estaba listo para dejar mi país.
¿Cómo nació Chobani, la empresa de quesos?
Cuando mi papá llegó a visitarme a Estados Unidos me dijo: ‘¿Por qué no haces queso y lo vendes?’. Me pareció gracioso, porque nunca pensé mudarme a Estados Unidos para hacer queso, pero allá no tenían un queso feta bueno, entonces me animé.
Todo se inició con una operación pequeña, pero luego vi un aviso en el que vendían una fábrica de yogur vieja, barata y, llámenme loco, pensé que podía hacer algo. Contraté a cuatro personas el primer día.
El lanzamiento de Chobani fue en 2007, y para 2012 las ventas alcanzaban los 1.000 millones de dólares y teníamos alrededor de mil empleados.
¿En qué momento empezó a contratar refugiados y por qué?
Creé mi empresa en el norte del estado de Nueva York, en un pequeño pueblo donde interactuaba con los negocios locales, y el panorama no era diferente del lugar donde crecí: granjas, personas honestas y trabajadoras.
Con el crecimiento del negocio empezamos a vincular a más y más gente, hasta que nos tocó buscar personal más allá de la comunidad inmediata. Llegué al pueblo de Utica, donde vivían muchas personas con estatus legal de refugiados, pero tenían problemas para encontrar trabajo.
Cuando fui a averiguar qué pasaba, las autoridades me dijeron que había 19 nacionalidades diferentes, que contaban con los documentos legales y el permiso para trabajar, pero no hablaban inglés, no tenían entrenamiento o no tenían cómo transportarse.
Mi pensamiento fue: ‘Esto lo podemos resolver de una manera fácil’: se pueden contratar traductores, realizar capacitaciones y poner buses o carros para el transporte de los empleados’. Ese fue un esfuerzo para la comunidad, porque estos refugiados hacían parte de ella y necesitaban un empuje extra para acoplarse más.
¿Cuáles son las características de los trabajadores migrantes?
Ellos lo que quieren es la oportunidad de empezar de nuevo, de valerse por sí mismos. Lo único que se necesita para que un refugiado deje de ser un refugiado es tener un trabajo. Solo eso.
La razón es que si uno les da la oportunidad, ellos no solo retribuirán a la empresa cumpliendo sus funciones, sino que se esforzarán por construir una comunidad mejor, porque nunca olvidarán que ustedes les abrieron las puertas como sociedad y les dieron un lugar seguro para estar con su familia.
¿Cómo nació The Tent Partnership for Refugees?
Cuando esas miles de niñas fueron secuestradas por Isis en Siria, para ser llevadas a las montañas y convertirlas en esclavas sexuales, fue como un golpe para mí porque se parecían a mi familia, se veían como mi madre. Fue la primera vez que me involucré realmente con el tema.
Por esa época asistí a una conferencia de la ONU en Ginebra y traté de entender cómo ayudar a la gente que estaba huyendo de semejante horror, cómo darles una carpa, medicinas, comida.
Antes de ese momento, yo no entendía la magnitud de la crisis de los refugiados en el mundo. Luego me pregunté qué tan involucrado está el sector privado en ayudar.
Para finales de 2015 y comienzos de 2016, me di cuenta de que si vamos a llegar al fondo de este problema o si queremos ayudar, debemos traer al sector privado a apoyar. Lo sé porque vi cómo los refugiados que tenían trabajo en Chobani pudieron construir sus vidas de nuevo.
¿Por qué decidieron visitar Colombia?
La misión de Tent como organización es alentar a las empresas a ayudar a la mayor cantidad de refugiados posible.
Cuando supe que 1,3 millones de venezolanos habían huido hacia Colombia, sentí que debía venir aquí para aprender más, para escuchar a los venezolanos y a los colombianos directamente, y para hablar con los líderes empresariales sobre cómo participar.
Mi equipo ha estado en Colombia varias veces y estamos muy animados de ver lo receptivo que ha sido el país con los venezolanos: Colombia es un tremendo ejemplo para el mundo.
¿Por qué es importante para la comunidad de acogida fomentar la inclusión laboral de refugiados y migrantes?
En Tent vemos que las comunidades de acogida y las empresas se benefician cuando los refugiados están incluidos en la fuerza laboral. La crisis en Venezuela no va a terminar mañana, pasarán años antes de que los venezolanos puedan regresar.
En todo el mundo, uno de cada dos refugiados está desplazado por más de 20 años. Dada esa realidad, las personas tienen dos opciones: excluir y marginar a los refugiados, y obligarlos a situaciones de explotación, trabajo infantil y delincuencia; o incorporarlos a la fuerza laboral y usar sus talentos y habilidades para hacer crecer la economía.
Tent desarrolló una ‘Guía de empleadores colombianos para la contratación de refugiados’. ¿Cómo fue la investigación y la creación de esa guía?
Tent trabajó en estrecha colaboración con Acnur, el Ministerio del Trabajo y Hias, una ONG global centrada en los refugiados, para crear esta guía. Es un recurso práctico para los empleadores que desean contratar venezolanos vulnerables y otros refugiados, pero no saben cómo iniciar el proceso. Está disponible en línea en tent.org.
¿Por qué los migrantes pueden ser vistos como clientes?
Muchas veces, cuando los migrantes llegan a otro país, no tienen la posibilidad de abrir una cuenta bancaria. Si no pueden abrir una cuenta bancaria, no pueden conseguir un trabajo porque no hay dónde consignarles el salario, y si no les pagan, no pueden comprar comida o ropa.
Entonces, ¿qué pueden hacer, por ejemplo, los bancos? Empezar a ver a los migrantes como clientes y prestarles sus servicios para integrarlos a la economía del país a donde llegan.
¿Qué lecciones aprendió en el país?
Me ha sorprendido el liderazgo de Colombia en esta crisis. Todos los colombianos deberían estar muy orgullosos de la respuesta, que no solo ha sido decente y humana, sino también con una política inteligente.
Muchos economistas han estudiado este tema y sabemos que aceptar e integrar a los venezolanos ayudará a que la economía de Colombia crezca.
CAMILA MORENO GALLARDO
EL TIEMPO/PANAS EN COLOMBIA