El peligroso juego en el que están Estados Unidos e Irán

Por algunas horas, este martes en la noche, justo después de que Irán lanzó más de una docena de misiles balísticos contra bases en Irak que albergan a soldados estadounidenses, el mundo contuvo el aliento ante el posible estallido de una guerra abierta entre Washington y Teherán de impredecibles consecuencias para todo Oriente Próximo.

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El presidente Donald Trump había prometido una respuesta brutal si Irán contraatacaba para vengar la muerte del general Qasem Soleimani, uno de los hombres más venerados en el país, asesinado una semana antes por órdenes de mandatario republicano.

Cuando el humo de los cohetes terminó por dispersarse, llegaron las buenas noticias: el ataque iraní no había cobrado vidas de estadounidenses, lo que ofreció a ambas partes una salida ante el inminente conflicto.

Trump vendió como un triunfo el hecho de que Irán hubiese “parpadeado” con una retaliación sin dientes, mientras el régimen islámico de los ayatolás catalogó su ofensiva como una “cachetada” en el rostro de EE. UU.

Y si bien los dos países están intentando reclamar avances estratégicos y hasta beneficios políticos, producto de la escaramuza, lo cierto es que el incidente abrió la puerta de una peligrosa y nueva fase en el ya de por sí delicado enfrentamiento entre Irán y la potencia norteamericana, una que podría salirse de control en un abrir y cerrar de ojos.

De acuerdo con Susan Hennessey, exasesora en el Consejo Nacional de Seguridad, en estás últimas dos semanas, se cruzaron líneas rojas que hasta ahora habían evitado que se pasara a mayores.

“Por décadas la confrontación entre ambos se había desarrollado de manera indirecta. Irán apoyando a grupos que atacan los intereses estadounidenses en la región y EE. UU. respondiendo a través de sus aliados, pero sin golpearse de manera directa.

Manifestación en contra de EE. UU.

Manifestantes sostienen imágenes del comandante iraní Qasem Soleimani, en una manifestación frente al consulado de EE. UU. en Estambul.

Foto:

Yasin Akgul / AFP

Trump, al ordenar la muerte del general Soleimani, llevó el conflicto a un nuevo nivel. Y lo mismo Irán al atacar bases estadounidenses en Irak”, dice la analista.

Así mismo, sostiene, las raíces del conflicto siguen intactas pues Washington persiste en su estrategia de “máxima presión” contra Teherán que se basa en fuertes sanciones económicas para forzarlo a que negocie un nuevo acuerdo de desnuclearización.

Las sanciones, impuestas por Trump desde que optó por retirarse del pacto que firmó su antecesor en el 2015, están estrangulado al régimen, que en respuesta, de acuerdo con Washington, ha optado por una serie de ataques a través de grupos filiales. Como el que derribó a un dron estadounidense en el estrecho de Ormuz o el que impacto la producción de petróleo en Arabia Saudí hace algunos meses.

Los más probable es que Irán regrese pronto a esta estrategia de guerra asimétrica

Los más probable, sostiene Hennessey, es que Irán regresará pronto a esta estrategia de guerra asimétrica. Sobre todo porque además de contrarrestar con ellos el régimen de sanciones ahora lo ven como una forma de vengar la muerte de Soleimani. Más aún, luego de que Trump anunció el viernes pasado una nueva ronda de castigos económicos dirigidos a la construcción, la minería y la industria textil en el país.

El problema es que Trump ha indicado que de ahora en adelante asumirá cualquier agresión de grupos afines a Irán como un ataque directo del régimen islámico.
Además, sostiene Brian Otoole, del Atlantic Council, ambas partes están viendo en el nuevo conflicto una oportunidad. 

Para el régimen islámico, por ejemplo, la muerte de Soleimani ha desatado sentimientos nacionalistas y antiestadounidenses que le permiten afianzarse en el poder y consolidan a su línea más dura. Y justo en momentos que enfrentaba fuertes presiones sociales producto de la crisis económica. 

Milicia Estados Unidos

La tensión entre Irán y EEUU en el golfo Pérsico ha vuelto a aumentar este mes por el despliegue por parte de la administración Trump.

Algo que también se está viendo en otros países de la región como Irak, en donde crecen las voces que piden la expulsión de las tropas estadounidenses, uno de los objetivos centrales de la revolución islámica.

De pasó, le da una excusa para incumplir con los términos del acuerdo nuclear del 2015 o al menos obtener concesiones de los otros países miembros que decidieron permanecer como Alemania, Reino Unido, Francia, China y Rusia.

Para Trump, al menos sobre el papel, la situación se ve ventajosa. No solo proyecta la imagen de un líder fuerte al que no le tembló la mano para algo que sus antecesores evitaron, sino que le permite disipar la nube del proceso de destitución que sigue sobre su cabeza. Y que juegan, ambos, a favor de su campaña de reelección.

“Aunque le están sacando provecho al escalamiento ha ninguno de los dos les interés un conflicto abierto. Irán sabe que EE. UU. con su enorme poderío militar, lo dejaría destruido, mientras que Trump, que siempre ha cuestionado las guerras en Oriente Próximo, no quiere pasar a la historia como el presidente que desató una de las peores”, sostiene Hennessey.

Lo grave es que, en el delicado estado en que quedaron las cosas luego de estas dos semanas de tensión, cualquier error de cálculo podría ser suficiente para desatarla.

Sergio Gómez Maseri
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington

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