El opaco comienzo de las primarias demócratas en Estados Unidos
El proceso electoral del Partido Demócrata para escoger al candidato que enfrentará a Donald Trump en las presidenciales de noviembre de este año arrancó en reversa.
En la tarde de este martes, y tras casi 18 horas de incertidumbre, las autoridades del caucus de Iowa anunciaron los resultados parciales de la noche anterior, pero en medio de fuertes críticas por la demora, que empañó no solo el inicio de la carrera demócrata, sino el sorprendente primer lugar que obtenía de momento el alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg.
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Según oficiales del partido en este estado, se presentó un problema con la aplicación para celulares que se suponía iba a usarse para trasmitir los resultados y, por lo tanto, tuvieron que retornar a un sistema manual que complicó el conteo de votos.
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Escrutado el 62 por ciento de los sufragios, Buttigieg estaba adelante al conseguir un 26,9 por ciento de posibles delegados estatales, seguido muy de cerca por el senador de Vermont Bernie Sanders, con un 25,1 por ciento.
Debajo de ellos aparecían la senadora Elizabeth Warren, con 18,3 por ciento,el exvicepresidente Joe Biden (15,6 por ciento) y la senadora Amy Klobuchar (12,6 por ciento). Los otros seis aspirantes obtenían menos del 1 por ciento.
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Iowa, vale aclarar, es solo el primer paso en una larga contienda a la que aún le faltan 49 estados por votar y que se extiende hasta junio de este año. Para ponerlo en contexto, un candidato necesita sumar al menos 1.990 delegados de los 3.979 que están en juego (a cada estado se le asigna un número de delegados, distribuidos entre los candidatos dependiendo del resultado de cada elección. Estos luego votan por su candidato en la Convención Nacional del partido, donde eligen al ganador).
En Iowa solo estaban en juego 41 delegados (aproximadamente el 1 por ciento del total), que aún no se sabe cómo serán distribuidos entre los que obtuvieron al menos un 15 por ciento.
Y si bien en febrero hay otras tres contiendas (New Hampshire la semana entrante, el caucus de Nevada, el 22, y luego las primaras en Carolina del Sur, el 29), es en el llamado ‘supermartes’ de la primera semana de marzo cuando realmente se despeja el panorama de esta carrera, pues votan 16 estados y están en juego el 30 por ciento del total de delegados.
Además, Iowa es un estado en el que prima la raza blanca y, por lo tanto, no es muy representativo del electorado a nivel nacional. Especialmente de los demócratas, un partido en el que pesan bastante los afroestadounidenses, los latinos y otros inmigrantes.
Muchos analistas predicen también que esta contienda podría ser diferente a las anteriores, ya que aún está por aparecer el multimillonario Michael Bloomberg, que se ha gastado más de US$ 1.000 millones de su propia fortuna en su candidatura, pero que no se inscribió para estos primeros comicios.
Eso, sin embargo, no demerita el importante papel que juega Iowa en el proceso electoral estadounidense. Por ser los primeros en votar, suelen marcar una tendencia. Sobre todo cuando se trata de una contienda en la que hay muchos candidatos (como la actual) y todavía gente indecisa.
De hecho, en seis ocasiones, desde 1976, el ganador en Iowa ha terminado siendo el nominado del partido, incluidos los últimos cuatro (Hillary Clinton, Barack Obama, John Kerry y Al Gore).
Y suele ser también el destino final para muchos de los candidatos, ya que un mal resultado en estos comicios por lo general se traduce en una disminución de los recursos requeridos para tan larga campaña.
La pregunta, en esta ocasión, es si el caos de la jornada del lunes le restará impacto al caucus de Iowa, que, además, competía con el discurso sobre el estado de la Unión de Trump este martes en la noche y su segura absolución en el Senado este miércoles, cuando la Cámara Alta votará para desechar los artículos de destitución que la Cámara de Representantes aprobó el año pasado en su contra.
Pese a todo, Iowa arrojó algunas pistas que pueden ser claves en lo que sigue de este proceso. Buttigieg, por ejemplo, se ha presentado en la campaña como uno de los candidatos de corte moderado que tiene el partido en esta ocasión y en contraposición a Sanders o Warren, que se han jugado más a la izquierda.
En ese contexto, su triunfo es un golpe fuerte contra Biden, que le apunta a este mismo segmento del electorado y se supone es el preferido del establecimiento.
Los demócratas son un desastre absoluto. Nada les funciona. Igual que como manejan el país
Aunque a nivel nacional no lo conocen muy bien, su victoria pone en el radar a este joven político de 38 años, graduado de Harvard y Oxford. Eso implica más escrutinio. Y no se sabe cuánto pesará el hecho de que es homosexual y está casado con otro hombre.
Sanders y Warren, pese a no triunfar, tampoco se desinflaron. El senador de Vermont, de hecho, estaba a la cabeza en el conteo del voto popular en Iowa, pero quedó claro que ambos compiten por un mismo segmento del electorado y eso podría debilitar sus candidaturas.
El senador también volvió a demostrar que si bien es el más viejo de la contienda (78 años), es el consentido de los jóvenes: más del 50 por ciento de los menores de 30 años, según las encuestas a boca de urna, votaron por su candidatura. Biden, pese a su mal resultado, está lejos de ser derrotado.
Eso porque cuenta con muchos fondos para seguir adelante y competir en primarias como la de Carolina del Sur, donde es favorito dado el peso de la comunidad afroestadounidense en este estado.
De momento, sin embargo todos los ojos están puestos en New Hampshire, a donde ya llegaron la mayoría de los candidatos para dar un último empujón antes de los comicios del martes de la semana entrante.
Menos los de Trump, que no desaprovechó un solo segundo para golpear a los demócratas por el fiasco del lunes en la noche. «Los demócratas son un desastre absoluto. Nada les funciona. Igual que como manejan el país», dijo el presidente en una seguidilla de agudos trinos.
Ya con otro tono, también aprovechó el momento para destacar los éxitos de su administración durante su discurso anual sobre el estado de la Unión, en el que hizo énfasis sobre el buen momento que vive la economía estadounidense y uso como plataforma para justificar cuatro años más en la Casa Blanca.
Según el presidente, EE. UU., bajó su mando, había vuelto a ser la gran potencia económica y política del mundo, un estatus que se perdió por culpa de sus antecesores
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
WASHINGTON
En Twitter: @sergom68