La triste y solitaria despedida a los muertos por la pandemia
Los muertos por coronavirus en España muchas veces se van solos. Sus familiares no los pueden despedir como quisieran debido a las restricciones impuestas por el gobierno y las funerarias y a que, en la mayoría de los casos, se encuentran en situación de aislamiento extremo por haber estado en contacto con una persona contagiada.
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El escenario es de tristeza y caos. Con cerca de seis mil muertos, los hospitales no dan abasto, las funerarias están colapsadas, en Madrid ha sido necesario habilitar dos espacios inmensos a manera de morgues, faltan equipos de protección para médicos, familiares y personal que manipula los restos, el ejército ya tuvo que intervenir para trasladar los cadáveres… Muchas veces el adiós consiste en recibir en el domicilio las cenizas del fallecido.
Existe un ‘Procedimiento técnico para el manejo de cadáveres de casos covid-19’, establecido por la Subdirección General de Sanidad Exterior, donde se señala el protocolo de actuación ante la muerte de una persona por coronavirus. Ha sufrido varios cambios, porque la realidad va más rápido de lo previsible.
En él se permite el acceso de familiares para despedirse del cuerpo, pero con restricciones, pues se considera que “podrían suponer un riesgo de infección”. Esto significa que deben protegerse con batas, mascarillas y guantes y no tener ningún contacto directo.
El procedimiento de Sanidad determina que el cadáver sea introducido dentro de una bolsa sanitaria biodegradable y sellada y que sea transportado en un
ataúd…
En la realidad, sin embargo, es común que no se lleve a cabo por falta de estos elementos (ante la escasez hay otras prioridades), por el riesgo que implica entrar a una sala donde hay contagiados y porque, simplemente, los parientes están aislados.
El procedimiento de Sanidad determina que el cadáver sea introducido dentro de una bolsa sanitaria biodegradable y sellada y que sea transportado en un ataúd, que no se puede abrir bajo ninguna circunstancia. Ante la imposibilidad de las funerarias de recibirlos, en Madrid los están trasladando al Palacio del Hielo, un centro comercial convertido en morgue, y se está habilitando otra instalación en la Ciudad de la Justicia.
Los familiares, por su lado, deben enfrentarse a organizar el entierro o la incineración. Es común que lo hagan por teléfono, dado el confinamiento. Algunas funerarias ofrecen el servicio sin presencia de los allegados, en caso de que no puedan ir.
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Según la región, se permiten o no los entierros. Pero, eso sí: siempre con restricciones. La asistencia tanto a las sepulturas como a las incineraciones, en el exterior, están limitadas (el número depende del sitio, pero están entre cinco y diez personas) y los allegados deben mantener distancia de seguridad entre ellos de hasta dos metros, además de llevar mascarillas y guantes. También hay límites de tiempo y en algunos sitios, como en Barcelona, una valla separa a los sepultureros de los familiares compungidos.
No son medidas caprichosas. Dos funerales, uno en Vitoria y otro en León, aceleraron los contagios cuando empezaba la crisis en España. En el primero se infectaron sesenta personas y el otro obligó a aislar el pueblo, cuando los cerramientos no estaban en el panorama.
Nuevas formas de despedirse
La idea general que permite a los familiares consolarse ante la imposibilidad de despedir a sus seres queridos como quisieran es pensar en que más adelante lo harán. Que cuando pase esta crisis le rendirán un homenaje y le dirán adiós, como se merecen. Por eso Mémora, el grupo funerario más grande de España, ofrece la posibilidad de realizar entierros o incineraciones ahora y llevar a cabo velatorios y otras ceremonias cuando haya pasado el estado de alarma.
Mientras tanto, han surgido otras iniciativas. La misma Mémora proporciona la posibilidad de emitir el funeral por video directo (streaming) con contraseñas, para que los allegados se despidan del ser querido por computador, tableta o celular.
Los hospitales y centros psicológicos ofrecen centros de escucha, a los que pueden llamar personas que necesitan ayuda en los duelos y son atendidas por profesionales. Entre grupos de creyentes religiosos se alimenta, por otra parte, la iniciativa de enviar oraciones por WhastApp para los familiares que han perdido un pariente.
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También WhatsApp es la herramienta escogida por muchas personas que han optado por crear grupos de gente cercana al fallecido y compartir fotos, recuerdos y canciones que le gustaban.
Son las formas que encuentra la gente para sentirse cerca. La nueva manera de dar el pésame. El abrazo virtual. Las despedidas a los muertos en época del coronavirus.
JUANITA SAMPER OSPINA
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
MADRID