El gobierno de unión asume en Israel y pone fin a 500 días de crisis
El gobierno de unión israelí liderado por Benjamin Netanyahu y Benny Gantz asumió este domingo tras recibir el voto de confianza del Parlamento y puso fin a 500 días de crisis. En la Knéset, en la que tienen mayoría los bandos de Gantz y de Netanyahu, el nuevo gobierno contó con los votos a favor de 73 diputados, 12 más que el mínimo requerido.
La posesión estaba programada para el jueves pasado. Sin embargo, fue aplazada para este domingo, según acordaron las partes. La decisión se tomó para que Netanyahu terminara el reparto de los ministerios en su partido.
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Se espera que este sea el gobierno más grande en la historia del Estado (tendrá más de 30 ministros), una coalición complicada con piezas de dos bloques antes enfrentados política e ideológicamente.
Por lo tanto, su primer desafío será garantizar su propio funcionamiento, desarrollar una relación de confianza interna que permita trabajar juntos, y avanzar para atender diversas necesidades nacionales.
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No será una meta fácil de alcanzar. El analista David Horowitz, editor de la página israelí en inglés más leída, The Times of Israel, recuerda que hasta hace pocos meses, Benny Gantz -que entró a la política hace algo más de un año con la declarada intención de sustituir a Netanyahu por las sospechas de corrupción en su contra- recalcaba que no se podía sentar con él y que este «le hacía mal al país».
El propio acuerdo de coalición entre ambos es un reflejo de la mutua desconfianza, de mecanismos ideados para garantizar por ley que dentro de 18 meses, cuando tenga que dejar su puesto de primer ministro para que lo suceda Gantz, Netanyahu cumpla con el compromiso de rotación, tal cual acordaron.
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La explicación de Gantz de su decisión de unirse con Netanyahu, al que antes quería sacar del camino, desmembrando así a su propio partido Kajol Lavan y violando su principal promesa de la campaña electoral, estaba relacionada a la pandemia.
“Es una emergencia nacional y hay que combatirla juntos”, recalcó Gantz en referencia a la situación creada por el coronavirus, señalando que en medio de ello, es imposible ir nuevamente a elecciones, lo cual habría sido la alternativa a la formación del gobierno.
En la práctica, el gobierno entra en funciones cuando la pandemia está –por ahora al menos- muy controlada y las cifras han bajado considerablemente. Sin embargo, las autoridades de salud pública recalcan que es imperioso prepararse para la eventualidad de una segunda ola, que combinada quizás con el invierno, dentro de unos meses, sea peor aún.
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Lo seguro ahora es que el nuevo gobierno deberá lidiar con la sumamente dura situación económica creada por el cierre de dos meses, uno de cuyos resultados ya reales es más del 27 por ciento de desempleo, es decir, más de 1,1 millones de ciudadanos sin trabajo.
Esto, además de numerosos trabajadores independientes con negocios arruinados, deudas enormes y sin perspectivas rápidas de solución, a pesar de paquetes gubernamentales de ayuda.
Es una emergencia nacional y hay que combatirla juntos.
En el documento con los lineamientos básicos del nuevo gobierno publicado esta semana, se anuncia explícitamente la formación de un gobierno de emergencia para lidiar con la pandemia, que formule un plan para enfrentar la crisis económica y elabore “una red de seguridad socioeconómica” para la ciudadanía.
En el plano político a nivel regional e internacional, el tema del que más se habla en los últimos tiempos es el de la eventual anexión de partes de Cisjordania ocupada.
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Sin embargo, no está claro en absoluto cuál es la intención exacta de Netanyahu al respecto. Según el acuerdo con Gantz, el tema puede ser planteado y concretado a partir del 1°. de julio, pero en el documento de lineamientos básicos del próximo gobierno, esto ni siquiera está mencionado.
“No parecería que haya intención de concretarlo ya el 1°. de julio, porque la pandemia, más que nada en Estados Unidos, ha determinado otro orden de prioridades”, dijo Oded Ravivi, alcalde de la ciudad de Efrat, un asentamiento aledaño a Jerusalén, que considera clave que la legislación israelí sea declarada en todas las localidades judías de la zona.
En una rueda de prensa en la que participó EL TIEMPO, Ravivi recalcó la importancia de que Netanyahu cumpla con lo anunciado en términos generales al respecto, y expresó la esperanza que se puede «llegar a la paz y buena vecindad con los palestinos”.
El tiempo dirá si Netanyahu realmente se dispone a concretarlo o si fue solo un elemento de sus recientes campañas electorales y discusión política interna. Aunque ha estado en el poder mucho más tiempo que cualquier otro primer ministro, Netanyahu nunca dio pasos para imponer la legislación israelí en los asentamientos.
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Pero optó por no hacerlo, evidentemente por consideraciones políticas más que ideológicas. Usó el tema en las últimas campañas electorales, pero nunca lo concretó. Pero este domingo volvió a mencionarlo: «Estos territorios están allá donde nació el pueblo judío, y donde se desarrolló. Es hora de aplicar la ley israelí y escribir un nuevo capítulo glorioso en la historia del sionismo», declaró Netanyahu, utilizando así el lenguaje habitual para aludir a la anexión de colonias judías en Cisjordania. Sin embargo, Gantz no dijo nada sobre el tema este domingo en el parlamento.
Si esta vez Netanyahu decide cambiar de rumbo y traducir sus palabras en acciones, su gran desafío será frenar una nueva ola de violencia palestina y un deterioro de las relaciones de paz con la vecina Jordania.
La Autoridad Nacional Palestina ya aclaró que no aceptará este paso unilateral de Israel, y que si lo da no se considerará comprometida con los acuerdos firmados décadas atrás.
Todo esto aparece en el documento formal del nuevo gobierno, en términos muy generales. “Partiendo de la creencia en el derecho inviolable del pueblo judío a un Estado soberano en la tierra de Israel, la patria nacional e histórica del pueblo judío, el gobierno atenderá todos los temas relacionados a la paz, la seguridad y la prosperidad de Israel”, dice el documento.
Para ello, agrega, “el gobierno actuará para fortalecer la seguridad nacional” y “trabajar para lograr la paz”, así como también para “garantizar igualdad de oportunidades para todos los israelíes, fortalecer la economía y trabajar para tender puentes entre todas las partes de la nación y preservar el carácter judío y democrático de Israel”.
Además, el nuevo gobierno deberá trabajar para sanar heridas tras casi un año de gran polarización y división interna. La oposición, que incluye a los antes aliados de Gantz en su lucha, ahora terminada, sigue convencida de que para cambiar a Netanyahu hay que hacerle la vida imposible al primer ministro y se siente traicionada por Gantz, que cambió de bando.
Todo esto, faltando sólo una semana para que comience el juicio a Netanyahu por sospechas de corrupción.
JANA BERIS
PARA EL TIEMPO
JERUSALÉN