Padre de colombiana que murió en accidente en Argentina pide justicia
En la madrugada del lunes 10 de febrero cambió para siempre la vida de los Patiño Aguilar, una familia del barrio Santa Librada, en Bogotá.
Laura, una de sus hijas, murió lejos de casa, en un aparatoso accidente de tránsito, cuando se movilizaba con otras dos mujeres en un carro por la ruta Necochea – Mar del Plata, en Argentina.
Laura Patiño tenía 28 años. Fue porrista del Independiente Santa Fe y vivía desde hace ocho años en Argentina. Allí encontró su vocación en el mundo del fisiculturismo y el fitness.
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Según información de sus redes sociales, estaba vinculada a la organización Fitness y Musculación Argentina (FMA). De hecho, en varias de sus publicaciones promocionó cursos y eventos de FMA. El accidente se registró precisamente horas después de un campeonato de estas disciplinas en el que participó.
Alberto Patiño, su padre, cuenta que se enteró de la muerte de su hija en la tarde de ese lunes, cuando iba camino a Zipaquirá, en Cundinamarca, donde prestaría un servicio de transporte para turistas. Deborah Chahnarian, quien se identifica en redes sociales como especialista en psicología clínica y presidenta de FMA, se comunicó con él a través de Instagram. “Necesito hablar urgente con vos. Es sobre Laura”, le escribió por mensaje privado.
En entrevista con EL TIEMPO, Alberto aseguró que Deborah le avisó “que Laura había tenido un accidente, pero que estaba bien”.
“Me pidió que no me preocupara, que la niña estaba en un hospital de Mar del Plata, que había sido inducida al coma y que ellos iban a estar al tanto”, agregó. De inmediato, junto a Luz Elena Aguilar, su esposa, improvisaron un viaje relámpago a Argentina.
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Luz Elena llegó el 14 de febrero a Mar del Plata. En el hospital, sin embargo, encontró un panorama desalentador: su hija se había golpeado la cabeza en el accidente y la parte frontal de su cráneo estaba destruida. Los médicos le dijeron que el corazón y los pulmones de Laura aún tenían vida, pero su cerebro ya no. Luz Elena llamó desesperada a su esposo. Era urgente que él también estuviera allí.
Alberto logró reunir dinero suficiente y llegó a Buenos Aires el domingo 16 de febrero. Pero era muy tarde. Laura había muerto la noche anterior. Los médicos le habían inducido el coma para que soportara el dolor, con la esperanza de una reacción positiva de su cuerpo, pero nunca ocurrió.
El accidente
La velación del cuerpo de Laura fue el 17 de febrero en Mar del Plata. En la funeraria, cuenta Alberto, una mujer se acercó a dar sus condolencias. Luz Elena, sin embargo, reaccionó con enojo. “Mi esposa le dijo:’usted no me toque. Yo no quiero nada de usted’. Le pregunté por qué y me respondió que ella fue quien mató a nuestra hija”. Esa ha sido la única vez que han tenido contacto con ella.
La mujer era Silvia Domanico, quien, en efecto, les confirmó que ella conducía el vehículo cuando se registró el accidente. “La señora (Silvia) nos dijo que tuvo un microsueño, se salió de la pista y, al tratar de llevar el carro al centro de la vía, se pasó al lado izquierdo, no lo pudo controlar y el carro dio vueltas”, relató Alberto.
La mujer les manifestó que entre las 2:30 y las 3:00 de la madrugada de ese lunes se sintió con sueño, por lo que decidió bajarse del vehículo y tomar un café. Laura se bajó con ella y se puso un abrigo. Luego, regresaron al vehículo y Laura, según el testimonio de Silvia, se acostó en la parte trasera y no llevaba ajustado el cinturón. Por eso, cuando ocurrió el accidente, salió disparada del vehículo, lo que le causó heridas mortales.
Este diario tuvo acceso a un audio que conserva la familia de Laura en el cual Florencia Fondevilla, la tercera mujer que venía en el carro, cuenta detalles del accidente. “(Silvia) tocó el cordón (bordillo entre la acera y la calzada) izquierdo y ahí estaba dormitando —se escucha en la grabación a la mujer con voz entrecortada—. Yo iba en el asiento de acompañante con el cinturón y empecé a pegar gritos: ‘¡Silvia!, ¡Silvia!, ¡Silvia!’. Cuando intento agarrar el volante, ella tira el volante y nos vamos sobre la derecha”.
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En su versión, Fondevilla calcula que el vehículo “venía en 100 o 120 (kilómetros por hora)”. “El auto se fue de golpe del cordón izquierdo con todo al derecho y salimos de la ruta. Empezamos con los vuelcos. Yo pensé que había sido solo uno, pero fueron como tres. El auto prácticamente se enterró en el pasto; hizo un pozo”, explica.
La grabación finaliza con lo que pasó luego de que el vehículo se estabilizó: “Yo me acuerdo cómo iba girando y explotando los vidrios. Silvia y yo estábamos con cinturón, entonces quedamos ‘paradas’. El auto quedó normal. Le pregunto: ‘¿Silvia, estás bien?’. Y yo empecé: ‘¿Laura, estás bien?’, pero Laura no respondía”.
Alberto asegura que, luego de la muerte de Laura, ni Deborah Chahnarian, presidenta de Fitness y Musculación Argentina (FMA), o algún representante de la organización se ha comunicado con ellos.
EL TIEMPO contactó a Deborah Chahnarian y a Fitness y Musculación Argentina (FMA) para conocer su versión, pero, de momento, no ha recibido respuesta.
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Un llamado de justicia
El certificado médico de defunción señala que la causa básica de la muerte de Laura fue un “politraumatismo” provocado por un “accidente de tránsito”. Sin embargo, su familia tiene varios reparos sobre el caso.
Luego de escuchar el testimonio de Florencia Fondevilla, Alberto ha cuestionado un aparente exceso de velocidad por parte de Silvia Domanico. De hecho, asegura que, al poco tiempo del accidente, se dirigió a la ruta Necochea – Mar del Plata para confirmar si la vía es recta.
“No sé cuánto es el límite (de velocidad), pero fue una irresponsabilidad. (Silvia) tenía que ir a una velocidad excesiva. Esa pista no tiene fin. Ella se confió y, cuando se dio cuenta, ya había perdido el control”, comentó.
A eso, explica, se suma el estado de somnolencia que la misma Silvia le confesó: “Yo trabajo en turismo y llevo más de 30 años conduciendo por todo el país. Como ser humano, sé que en cualquier momento podemos tener un accidente, pero también conozco la responsabilidad que debe tener un conductor a la hora de transportar a otros”, dijo Alberto.
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Y añade: “Cuando un conductor se toma un café, como lo hizo ella (Silvia), es porque considera que está cansado y tiene sueño. Uno quiere que el café lo despierte, pero eso es imposible. Yo lo he vivido. Por eso, lo mejor es no arriesgar la vida de los demás. Ellas debieron haber descansado ahí donde tomaron café”.
Hoy la familia de Laura exige que las autoridades argentinas abran una investigación penal contra Silvia Domanico por homicidio culposo y lesiones culposas.
Antes de regresar a Colombia y de repatriar el cuerpo de su hija —que llegó al país el 01 de marzo tras un extenso trámite con la Cancillería—, Alberto y Luz Elena dejaron encargado al abogado Eduardo Zabala, un amigo de Laura, para llevar el proceso en Argentina. Sin embargo, aseguran que no se ha podido hacer mucho para esclarecer lo que pasó porque, en sus palabras, “para las autoridades argentinas ella simplemente murió y ya”.
Alberto confiesa sentir impotencia. Ante la emergencia que enfrenta el mundo por cuenta de la covid-19, le resulta imposible viajar para insistir desde allí en el desarrollo del caso. Zabala, además, le ha pedido dinero para gastos del proceso, pero asegura que no cuenta con dinero. Por lo pronto, dice, se acogen a las palabras del abogado: “hay que tener paciencia”.
WILLIAM MORENO HERNÁNDEZ
Redactor ELTIEMPO.COM
En Twitter: @williammoher