El polémico gesto de Trump con una biblia durante marchas en EE. UU.

Fuertes críticas le llovieron al presidente Donald Trump por la «prueba de fuerza» que orquestó este lunes en la noche en inmediaciones de la Casa Blanca contra los manifestantes que protestaban por la muerte del afroamericano George Floyd en Minneapolis la semana pasada.

A lo largo del día, decenas de personas se congregaron en el Parque Lafayette, justo enfrente de la mansión presidencial, para continuar reclamando por el asesinato de Floyd a manos de un policía blanco luego que dos informes forenses, uno oficial y otro contratado por la familia, confirmaran que fue un homicidio.

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Pero a diferencia de los días anteriores las protestas eran pacíficas y no tan multitudinarias. Curiosamente, la gran mayoría de personas no eran afroamericanos sino jóvenes de raza blanca, muchos de ellos estudiantes de las universidades y colegios de la ciudad.

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Hacia las 6:30 de la tarde Trump, que había permanecido en silencio casi toda la semana, se apreció en el Jardín de las Rosas frente a la Oficina Ovala para dar un breve discurso en el que anunció que desplegaría a miles de uniformados para someter a los violentos y se declaró el presidente de la ley y el orden.

Según el republicano, EE. UU. estaba cayendo en una anarquía desatada por facciones radicales y amenazó con usar al ejército si los gobernadores no lograban controlar la situación.

Casi en paralelo, y a pesar de que el mismo Trump se declaraba en ese instante un «aliado de la protesta pacífica», cientos de uniformados se le fueron encima a los manifestantes empleando bolillos, gases lacrimógenos y balas de goma sin darles previo aviso.

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Manifestaciones en EE. UU.

Se dispersó a los manifestantes con gases lacrimógenos para permitir el paso del presidente.

Manifestaciones en EE. UU.

Las protestas en las inmediaciones a la Casa Blanca se habían adelantado de manera pacífica.

Muchos quedaron en shock pues no solo reinaba la calma hasta ese momento sino que todavía ni siquiera había comenzado el toque de queda ordenado por la alcaldesa de la ciudad Muriel E. Bowser, que arrancaba a las siete de la noche.

La estrategia, se supo pronto, era desocupar el parque para que el presidente pudiera caminar hasta la histórica Iglesia de St John, que queda cruzando Lafayette y que la noche anterior había sufrido un incendio menor en el sótano.

Trump, rodeado por militares y asesores -entre ellos su hija Ivanka- se paró frente a la iglesia elevando una Biblia y posó durante algunos segundos mientras los medios tomaban fotos e imágenes.

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La movida fue catalogada por muchos de sus críticos como un evento de campaña dirigido a su base de seguidores que puso en peligro a inocentes.

«Rociar con gases lacrimógenos a manifestantes pacíficos solo para que el presidente se pueda posar para una foto deshonra los valores que la fe nos enseña. Lo que necesitamos es liderazgo. Pero lo que el presidente hace al continuar agitando las llamas de la discordia, el fanatismo y la violencia es cobarde, débil y peligroso», dijeron a través de un comunicado Chuck Shummer y Nancy Pelosi, los líderes demócratas en el Congreso de EE. UU.

Mariann Budde, obispo de la diócesis episcopal en Washington y encargada de St Jon se declaró «indignada» por la acción del presidente y dijo que ni siquiera se les consultó.

«Es increíble que se haya dispersado a la fuerza a manifestantes pacíficos para que Trump usara una de nuestras iglesias como un pilar. Todo lo que ha dicho y hecho -afirmó Budde- solo contribuye a la violencia«.

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Rociar con gases lacrimógenos a manifestantes pacíficos solo para que el presidente se pueda posar para una foto deshonra los valores que la fe nos enseña.

La alcalde Bowser, por su parte, estaba furiosa por que ni siquiera se respetó el horario del toque de queda que decretaron las autoridades de la ciudad.

Si bien algunos de los aliados de Trump defendieron sus acciones, hubo voces republicanas que también lo criticaron.

Entre ellos la de Brendan Buck un asesor legislativo en el Congreso que trabaja para miembros de este partido. «Hace rato que se perdió el sentido de la normalidad. Pero esto fue singularmente inmoral. El presidente usó la fuerza contra ciudadanos estadounidenses no para proteger edificaciones sino para calmar sus inseguridades», le dijo Buck al diario Washington Post.

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Buck probablemente se refería a múltiples reportes de prensa, entre ellos del Post, New York Times, Político y The Hill, según los cuales el presidente estaba furioso por el cubrimiento que recibió a lo largo del fin de semana cuando se supo que había sido escondido en el búnker de la Casa Blanca por que se temió que los manifestantes pudieran romper el perímetro de la residencia.

Según fuentes, el presidente también sentía que el caos en Washington lo hacia lucir débil y por eso la necesidad dar un fuerte manotón para modificar el ciclo noticioso.

Su mensaje y el gesto de la Biblia, dejó claro también que el presidente se estaba dirigiendo a los evangélicos en el país que necesita si quiere ganar la reelección.

Trump

El acto de Trump durante las protestas fue catalogado como un acto de campaña dirigido a su base electoral.

Trump

Los actos contra los manifestantes podrían abrir un proceso por posibles violaciones a la Primera Enmienda.

Se anticipa que su acción contra los manifestantes terminará ante las cortes pues los uniformados atacaron a manifestantes que hasta ese momento protestaban de manera pacífica y por posibles violaciones a la Primera Enmienda de la Constitución que protege el derecho a la libre expresión.

Las palabras de Trump también desataron una controversia nacional sobre si tiene el poder y-o es viable que despliegue a los militares para controlar la situación.

La respuesta corta es que si. En EE. UU. los militares tienen prohibido intervenir en el manejo del orden público y no tiene autoridad para realizar arrestos. Pero existe una ley, el «Acto sobre Insurrección de 1807» que le permite al presidente desplegarlos si se cumplen algunas condiciones. Entre ellas, que se haya presentado una insurrección en el país o se esté obstaculizando el cumplimento de leyes.

El acto, que ha sido ajustado varias veces a lo largo de la historia, también permite activar las milicias en casos de desastres naturales y actos terroristas.

En años recientes solo ha sido utilizado en dos ocasiones. La primera en 1992 para controlar las violentas protestas que se desataron en Los Ángeles tras la absolución de cuatro policías blancos que habían sido acusados por la brutal golpiza que le propinaron al afroamericano Rodney King.

El presidente usó la fuerza contra ciudadanos estadounidenses no para proteger edificaciones sino para calmar sus inseguridades

Y luego en el 2005 tras las estragos que causó en varios estados del sur el paso del huracán Katrina.

En ambos casos, no obstante, fueron los gobernadores de esos estados los que invocaron la ley y muchos sostienen que si bien Trump puede hacerlo de manera unilateral no sería coherente que lo hiciera sin la autorización de estos pues su efectividad depende de que puedan coordinar con las autoridades locales.

En caso de hacerlo, Trump primero tendría que hacer una proclamación en la que le da un período de tiempo a los «insurgentes» para que se dispersen. Si la situación no se corrige entonces el presidente podría firmar una orden ejecutiva autorizando el envío de tropas por un período limitado.

Sergio Gómez Maseri
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington

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