Maduro no revuelve las aguas en la Fuerza Armada venezolana
Cada julio, según marcaba la tradición venezolana, el presidente venezolano debe nombrar un nuevo ministro de la Defensa, un militar que despunte en los primeros puestos de cada promoción, alguno de los mejores que se hayan graduado de la Academia Militar 25 años antes.
Hugo Chávez alteró un poco esa cuenta, nombrando en aquel 2002 por primera vez a un civil -José Vicente Rangel- como ministro de Defensa, pero retomando pronto la senda de los nombramientos militares, a los que solo alargó un par de veces sus períodos frente al despacho.
Con Nicolás Maduro aquella costumbre se fue al traste. Dependiente como es de las lealtades personales dentro de la Fuerza Armada -la Constitución ordena que la lealtad sea solo a lo que esta representa como pacto social- el mérito y la antigüedad como motores del nombramiento del quedó desdibujada en solo una condición: serle fiel a él.
Y por ello ratificó por quinto año consecutivo a Vladimir Padrino López, el único general que parece tener liderazgo real entre los funcionarios militares y, hasta ahora, capaz de mantener a la Fuerza Armada venezolana apoyando al régimen de Maduro.
Lo confirmaba hace poco la analista y experta en materia militar Rocío San Miguel en una entrevista concedida a EL TIEMPO: hace tiempo que Nicolás Maduro ya no es parte de las 10 personas más influyentes dentro de la Fuerza Armada de su país, en cambio, Padrino es el primero de la lista.
Así las cosas, quedaron sin efecto las predicciones sobre quien pudiera haber sido el sucesor, en una Venezuela convulsionada, gobernada por un régimen sostenido casi enteramente por su Alto Mando militar.
A pesar de que Padrino fue señalado por la misma administración de Donald Trump como uno de los negociadores de la deposición de Maduro que se preparó en abril de este año, el mandatario venezolano no pudo castigarlo: si lo sacaba, confirmaba los rumores de que hubo una ruptura importante en los mandos más altos y que, parte de ese mando buscó su salida.
La teoría de la unión perfecta cívico militar se iba al traste y Maduro no puede maniobrar con eso en este momento. De hecho, es la última cosa con la que puede maniobrar.
Es tan limitada en este momento su ascendencia dentro de la Fuerza Armada que el resto de los cambios en el Alto Mando, también pautados para julio de cada año, esta vez se limitó a un par de puestos.
Al frente de la Comandancia del Ejército cambió al general Jesús Suárez Chourio, bastión del chavismo más cercano a Hugo Chávez, por un primo de Diosdado Cabello, el general Alexis Rodríguez Cabello, lo que demuestra que se va haciendo cada vez más importante la repartición de cuotas de poder entre su círculo.
También cambió al mayor general Carlos Leal Tellería, hasta ayer comandante general de la Milicia -un componente “creado” por Hugo Chávez que no está establecido en la Constitución- por el mayor general Manuel Bernal Martínez. El último cambio fue al frente de la comandancia de la Guardia Nacional, donde nombró a Fabio Zavarce Pabón.
“Es un equipo integrado de varias generaciones, varias promociones”, justificó Maduro al reconocer la mezcla de nombres y antigüedades que rompen la tradición.
Valentina Lares Martiz
Corresponsal de EL TIEMPO
Caracas