Al abrir Sínodo de la Amazonia, el Papa condena ‘nuevos colonialismos’
El Sínodo sobre la Amazonia, el más político del pontificado de Francisco y que antes de empezar cosechó críticas tanto dentro como fuera de la Iglesia, echó este domingo a andar con la solemne misa de apertura que el Papa presidió en la basílica de San Pedro del Vaticano, en la que estuvieron presentes los 13 cardenales que nombró en el consistorio del día anterior.
Durante tres semanas, los más de 250 participantes en esta asamblea de obispos analizarán las amenazas medioambientales en esta región y la precaria presencia del catolicismo a nivel local.
En su homilía, Jorge Mario Bergoglio lamentó los incendios que devastan la mayor selva tropical del mundo e hizo una significativa autocrítica de la actitud con la que la Iglesia ha tratado en demasiadas ocasiones a los pueblos indígenas.
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Reconoció que muchas veces se ha impuesto el “don de Dios”, optando por la “colonización en vez de la evangelización”, criticando además cómo se extiende “el fuego devorador cuando se quieren sacar adelante solo las propias ideas, y quemar lo diferente para uniformar todo”.
A esta crítica por la actitud de la Iglesia se unió la denuncia sobre “la avidez de los nuevos colonialismos”, que suponen una amenaza para la conservación medioambiental de la región y la supervivencia de sus cerca de 35 millones de habitantes, de los cuales unos tres millones son indígenas.
En el sínodo habrá una pequeña presencia de estas comunidades, pues participan 17 representantes de los pueblos originarios, nueve de los cuales son mujeres. En total, en la asamblea habrá 35 mujeres, una cifra récord en estos encuentros, pero queda deslucida por el hecho de que no puedan votar, ya que el reglamento no lo permite.
Los frentes abiertos
El Sínodo sobre la Amazonia comenzó con dos frentes abiertos. El primero se plantea por la crítica a la excesiva explotación económica que amenaza la sostenibilidad de la región, lo que suscitó la oposición del presidente brasileño, Jair Bolsonaro.
El papa Francisco ofreció ayer un anticipo de las denuncias que pueden sucederse durante las próximas tres semanas de asamblea al decir que “el fuego aplicado por los intereses que destruyen, como el que recientemente devastó la Amazonia, no es el del Evangelio”.
En el frente interno, el punto más polémico es el debate sobre la posible ordenación sacerdotal en zonas remotas de los llamados ‘viri probati’, hombres maduros casados con una respetada trayectoria en sus comunidades cristianas.
Muchas veces son profesoras en las escuelas, son personas de liderazgo, con muchos talentos y capacidades, pero no están bien reconocidas por la Iglesia
También se reflexionará sobre el eventual reconocimiento de un “ministerio oficial” para las mujeres. No se trata tanto de permitirles acceder al sacerdocio como de impulsar el diaconado femenino.
Esta última cuestión junto a la de los viri probati generan una gran controversia en el sector más inmovilista dentro de la jerarquía católica. David Romero, misionero jesuita estadounidense que lleva décadas viviendo en Brasil, destaca la “notable” presencia femenina en las comunidades católicas amazónicas.
“Muchas veces son profesoras en las escuelas, son personas de liderazgo, con muchos talentos y capacidades, pero no están bien reconocidas por la Iglesia. El sínodo debe ser un momento para considerar el papel de la mujer como líder en las comunidades eclesiales”, afirmó este veterano misionero.
Para Nicolas Senèze, corresponsal vaticano del diario católico galo ‘La Croix’ y autor del libro Comment l’Amérique veut changer de pape (Cómo América quiere cambiar de Papa, recién publicado en francés por Bayard), el sínodo será el campo de batalla que los detractores del papa Francisco utilizarán para atacarlo.
En su opinión, las críticas tanto de adentro como de afuera de la Iglesia que el Papa está recibiendo por afrontar la cuestión amazónica están relacionadas. “Sus posiciones sobre la economía y la ecología dan miedo a algunos laicos estadounidenses. Les resulta difícil hacerle la guerra en ese terreno, así que optan por hacérsela acerca de sus posiciones eclesiales, como la ordenación de ‘viri probati’”, advierte Senèze.
Para el analista galo, esta lucha refleja cuál es hoy el verdadero pulso que se vive dentro de la Iglesia. “El papa Francisco no quiere cambiar la doctrina, pero sí la relación de la Iglesia con el mundo para adoptar el Concilio Vaticano II. La oposición finalmente no está ya entre conservadores y progresistas, sino entre reformistas y rigoristas”, señaló Senèze.
Las monjas que están sobre el terreno, como la brasileña Balmi Bon, religiosa de las Hermanas de la Divina Providencia, están encantadas de que la Iglesia universal vaya a debatir durante 20 días sobre su tierra, aunque tienen bien claro que dentro y fuera del aula sinodal se vivirá “una lucha”.
Bolsonaro, que incluso movilizó los servicios secretos para que espiaran a los participantes en el sínodo, va a “intentar controlar” lo que pase en Roma, asegura Bon, que dice estar “preocupada” porque el Gobierno brasileño “está intentando vender la Amazonia”.
En su reciente comparecencia en la Asamblea General de Naciones Unidas, Bolsonaro demostró lo lejos que está de la posición del Papa al asegurar que esta región “no está siendo devastada ni consumida por el fuego, como dice mentirosamente la prensa”, que “no es patrimonio de la humanidad” ni tampoco representa “los pulmones de la Tierra”.
DARÍO MENOR TORRES
Para EL TIEMPO
ROMA