La angustia que se vive en los hospitales de Wuhan
Atrapados en una ciudad aislada del mundo, los habitantes de Wuhan (China) esperan angustiados en un hospital de esta metrópolis del gigante asiático los resultados de las pruebas que pueden anunciarles que el coronavirus también los alcanzó a ellos.
Numerosos habitantes de Wuhan, en la provincia de Hubei, acuden a los hospitales locales para tomarse la temperatura o padeciendo fiebre, en un momento en que la epidemia ha dejado 54 muertos y 1.610 personas afectadas, la mayoría de ellas en esta región.
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Desde el jueves, las calles de la ciudad estaban vacías después de que las autoridades ordenaron a sus habitantes que no abandonen Wuhan, y decidieron suspender eventos y cerrar algunos lugares públicos.
El tratamiento médico no es suficiente. Se tarda demasiado tiempo, y los contagios pueden ocurrir en las largas colas formadas ante los hospitales
Y la desolación avanza después de que se ordenara que, a partir de hoy, se prohibiera la circulación de vehículos en el centro de la ciudad. Solo se permitirá la presencia de autos gubernamentales, emergencias y de permiso especial. La ciudad y su región están en cuarentena desde el jueves.
“Tengo tos, tengo fiebre, por eso me preocupa estar infectado”, dijo un hombre de 35 años llamado Li, en el Wuhan Fifth Hospital. “No conozco aún los resultados (de mis análisis). Estoy nervioso”, agregó.
La mayoría de la gente que acude al hospital es de mediana edad o mayor, y a su llegada se les entregan termómetros de mercurio. Tras tomarse ellos mismos la temperatura, en la boca o la axila, los nerviosos pacientes devuelven el material al personal hospitalario.
Médicos y enfermeros están envueltos en atuendos blancos de protección, llevan guantes, tapabocas y gafas. Los termómetros son brevemente controlados, antes de ser colocados en una amplia caja de metal.
Miedo al contagio
Una enfermera toma la temperatura a una mujer de mediana edad, luego examina pausadamente el termómetro, antes de volverse a la paciente y decirle: “Tiene que ver al médico”.
En otro hospital, Huang Wei, de 42 años, dice temer que la situación empeore si la gente enferma está en contacto con los demás en esta ciudad de 11 millones de habitantes.
Se pregunta si habría suficiente capacidad sanitaria para hacer frente a una extensión de la epidemia. “El tratamiento médico no es suficiente. Se tarda demasiado tiempo, y los contagios pueden ocurrir en las largas colas formadas ante los hospitales”, dice. “Eso es lo que me preocupa”, concluye.
Muchos pacientes esperan horas haciendo fila frente al hospital de la Cruz Roja para que se les controle la temperatura. Varios de ellos, cansados, se sientan en las butacas que trajeron.
La espera es demasiado larga. Aunque todos los miembros del centro hospitalario llevan protección, algunos de los pacientes que esperan no portan siquiera tapabocas, pese a las órdenes en este sentido de las autoridades municipales.
En una farmacia cercana, el personal, nervioso, impide la entrada a la gente. Se limita a entreabrir una puerta y atender así a los clientes, que precisamente quieren comprar tapabocas.
En el exterior de un hospital, un cartel explica que el establecimiento “está íntegramente reservado a los enfermos con fiebre”. “Nuestro hospital ya no acepta a los demás enfermos”, agrega.
Pero el ambiente es caótico y pese al gran número de pacientes, hay pocos vigilantes. Ante el riesgo de que los centros médicos no den abasto, la ciudad arrancó
Una ‘situación grave’
En las últimas horas, el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, reconoció que el país está ante una “situación grave”, para la cual se toman todas las medidas preventivas.
“Mientras tengamos una confianza firme, trabajemos juntos y haya prevención científica y tratamientos, con políticas precisas, seremos, con seguridad, capaces de ganar la batalla”, manifestó el mandatario.
Este sábado, el ejército envió al foco de la afección 450 médicos y personal sanitario
especializado.
Por su parte, Gao Fu, responsable del Centro Chino para Control y Prevención de Enfermedades, pidió al pueblo chino que renunciara a las actividades masivas del Año Nuevo de este país y permaneciera en casa hasta nuevo aviso.
En el país, numerosas actividades con motivo del Año Nuevo chino fueron canceladas el sábado y la Ciudad Prohibida de Pekín, el parque de atracciones de Disneyland en Shanghái y una sección de la Gran Muralla fueron cerradas al público.
Además, el Gobierno suspendió todos los viajes desde Wuhan y apenas había vuelos que llegaban a la ciudad, profundizando el aislamiento. Pekín, además, restringió la entrada y salida de autobuses que hayan pasado por carretera y tengan que ir a la capital.
Y en las otras 12 ciudades en las que se decretaron medidas para prevenir el contagio se suspendió el servicio de transporte público y las actividades de ocio. También se les pidió a los habitantes no salir de esas urbes.
Además, en Pekín, personal del servicio de metro con tapabocas tomaba la temperatura de los pasajeros a la entrada de una estación, mientras cámaras térmicas escaneaban a los pasajeros que llegaban a la estación de tren Occidental de la capital.
A pesar del panorama, expertos y médicos aún evalúan la mortandad y alcance del virus. “La tasa de mortalidad, de momento, es de menos del 5 %”, explicó el profesor francés Yazdan Yazdanpanah, experto de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que atendió a pacientes en Francia.
AFP Y EFE