Benito Juárez, ‘el merecedor del bien de América’
Un día como hoy, en 1806, nació Benito Juárez, el presidente mexicano que fue reconocido por el Congreso de Colombia como merecedor del “bien de la América”. Juárez es sin duda el personaje más internacional de México, admirable por su vida y por su obra; es el símbolo de la defensa de la Patria y del Estado laico.
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Miembro de la nación zapoteca, Benito Juárez nació en un pueblecito de la Sierra de Ixtlán, de una veintena de casas. Migró a los doce años a la ciudad de Oaxaca, como siguen migrando los indígenas, en busca de trabajo. No sabía hablar español, trabajó de sirviente, su hermana era la cocinera de los Maza, una de las familias adineradas de la ciudad. Tiempo después, Juárez se casaría con Margarita, la hija de esa familia. Esta sola historia es digna de admiración, en una sociedad racista y clasista, como todas las del nuevo continente.
Benito sirvió a un clérigo franciscano, Antonio Salanueva, que quería hacerlo cura, a lo que el joven se rebeló y decidió estudiar en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, institución liberal de la cual fue el primer abogado en graduarse. Como litigante, defendió a los indios de Losicha de los cobros excesivos de obvenciones del cura del lugar, lo que le costó ir a dar a prisión y permanecer incomunicado por nueve días. De ahí en adelante recordaría la frase del Quijote: “con la Iglesia hemos topado, Sancho”.
De inteligencia brillante, destacó en los tres poderes y niveles de gobierno. Primero, en su estado natal fue regidor, juez, diputado y gobernador; sobresalió por haber multiplicado las escuelas en el estado. En el gobierno federal fue secretario de Estado, Presidente de la Suprema Corte de la Nación y Presidente de la República Mexicana, en el momento más difícil de su historia, cuando estuvo a punto de convertirse en un protectorado.
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De convicciones liberales, ingresó a la masonería y, como revolucionario, se opuso al general Antonio López de Santa Anna, caudillo militar sin ideología que se entronizó en el poder.
México padeció el acoso internacional al consumar su independencia. Tras once años de guerra insurgente, y quince años de enfrentar la amenaza de reconquista, el país sufrió el expansionismo estadounidense, que en una guerra de conquista territorial quitó a México más de la mitad de su territorio. También hubo un primer intento intervencionista de Francia, que finalmente estableció un Imperio en México en 1862. En este escenario, la milicia y la Institución eclesiástica eran el desiderátum de la política nacional.
Desde la guerra insurgente habían surgido dos proyectos de nación: el monárquico y el republicano. Después de un fallido intento imperial, los republicanos se dividieron en federalistas y centralistas. Paralelamente, los conservadores defendían los fueros y privilegios de clérigos y militares, mientras los liberales querían independizar al Estado de la Iglesia.
Juárez decidió sumarse al movimiento conocido como Revolución de Ayutla, y logró convertir un movimiento local en uno nacional, que derrocó a la dictadura santanista
Santa Anna gobernó sin constitución, en su último periodo de 1853. Las arbitrariedades cometidas desde sus gobiernos anteriores, habían producido un frente opositor en el exilio, con ex gobernadores como Benito Juárez de Oaxaca y Melchor Ocampo de Michoacán. Estos constituyeron un Comité Revolucionario para acabar con la era santanista. Esperaban que se levantaran en el norte del país, pero donde estalló la revolución fue en el sur, en el estado de Guerrero.
Juárez decidió sumarse al movimiento conocido como Revolución de Ayutla, y logró convertir un movimiento local en uno nacional, que derrocó a la dictadura santanista. Santa Anna, se exilió aquí en Colombia, en Turbaco, donde se convirtió en un benefactor de la localidad.
Al triunfo de la revolución llegó al poder una brillante generación de liberales, decididos a consolidar al Estado nacional, concebido como un Estado liberal de derecho. Quisieron someter al ejército y a la Iglesia a la autoridad del Estado, secularizar los bienes del clero, suprimir a la sociedad estamental.
Juárez tuvo un papel determinante en todo el proceso. Como Ministro de Instrucción y Negocios Eclesiásticos redactó la ley que suprimió los fueros y privilegios y estableció la igualdad ante la ley.
La Constitución de 1857, producto de la revolución triunfante, facultó al Estado para legislar en materia eclesiástica y suprimió la intolerancia religiosa por vez primera en la historia de México. También derogó la vicepresidencia que había sido causa de inestabilidad política, y estableció que el Presidente de la Suprema Corte de la Nación ocuparía la jefatura del ejecutivo en caso de faltar éste. Fue así que siendo Juárez presidente de la Corte, llegó a la Presidencia de la República, a enfrentar la guerra civil que estalló en contra de la Constitución liberal.
Fue la conflagración más sangrienta después de la Independencia. El gobierno liberal encabezado por Juárez promulgó las Leyes de Reforma. Se nacionalizaron los bienes del clero con los que se financiaba al ejército conservador; se estableció la separación entre el Estado e Iglesia, el matrimonio y el registro civil, la libertad de cultos y la educación laica. Se suprimieron las corporaciones religiosas; se secularizaron los cementerios; se estableció la prohibición de asistencia oficial a la Iglesia.
Al ser derrotados los conservadores y la Iglesia, éstos recurrieron a traer la intervención extranjera. Napoleón III quería ser tan grande o más que su tío; planteó un imperio mundial y llevó al ejército francés a los cinco continentes, pero consideró que la página más gloriosa de su reinado sería establecer un imperio en México. Detendría así a Estados Unidos, que amenazaba con apoderarse de todo el continente. En su invasión a México el invicto ejército francés fue rechazado en un inicio, pero después logró tomar la capital del país y llevar a Maximiliano de Habsburgo para establecer un Segundo Imperio en México.
Los ejércitos franceses asolaban poblaciones enteras para acabar con los republicanos, mientras el clero cantaba Te Deums y hacía repicar las campanas en cada triunfo de los intervencionistas, esgrimiendo falsamente, que los liberales republicanos y Juárez querían acabar con la religión católica, que ellos mismos profesaban. Fue una guerra política, no religiosa; los liberales eran anticlericales, se oponían a la utilización de la religión para fines políticos.
Fue en ese contexto cuando el Congreso colombiano hizo un reconocimiento al patriotismo de Juárez. El 2 de mayo de 1865, declaró: “… que dicho ciudadano ha merecido el bien de la América y como homenaje a tales virtudes y ejemplo a la juventud colombiana, dispone que el retrato de este eminente hombre de Estado sea conservado en la Biblioteca Nacional…”
El decreto era una muestra del fraternal interés del pueblo colombiano a favor de la causa de México
El presidente de Colombia, Manuel Murillo manifestó que el decreto era una muestra del fraternal interés del pueblo colombiano a favor de la causa de México.
En su carta de agradecimiento, Juárez escribió a Murillo que no había hecho nada más que cumplir con su deber. Entre los dos existió un profundo entendimiento. Juárez fue el creador del Estado laico mexicano y Murillo estableció un régimen federal y una constitución liberal con libertad de expresión, de imprenta, de enseñanza, de asociación y de culto.
Al triunfo de la República, Juárez manifestó que: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, palabras inscritas en letras de oro en el Congreso mexicano y también en el vestíbulo de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas.
En la defensa de la soberanía e independencia nacional, el presidente de México demandó el respeto a la igualdad de los Estados, la no intervención, el respeto a la autodeterminación de los pueblos y la proscripción de la amenaza y el uso de la fuerza. Estos principios se constituyeron en la Doctrina Juárez y se encuentran en la Constitución vigente. Son los principios de la política exterior mexicana. En esta fecha recordamos al gran patricio y la solidaridad del pueblo colombiano con la causa de México.
PATRICIA GALEANA
EMBAJADORA DE MÉXICO EN COLOMBIA