‘O triunfamos juntos o caeremos juntos’: Martha Nussbaum

Esta pandemia es una gran oportunidad para abrir nuestras vidas a las realidades de otros. Esta es la invitación de la filósofa estadounidense Martha Nussbaum, una de las pensadoras contemporáneas más respetadas y relevantes del planeta. Se encuentra en Chicago, en pleno embate del nuevo coronavirus. Solo el viernes, el estado de Illinois registró 3.137 nuevos casos y 105 nuevas muertes, sumando 2,457 fallecidos, hasta ese momento.
Nussbaum señala que es un tiempo de aprendizaje y resolución. ¿Aprender y resolver qué? Las dificultades que causará la covid-19 a su paso, dice Nussbaum. Y en eso la filosofía puede aportar mucho.
Nussbaum –que dio clases en las universidades de Harvard, Brown y Oxford antes de instalarse en la Universidad de Chicago, que recibió el Premio Príncipe de Asturias en 2012 y suma 63 doctorados honoris causa– se apasiona al mencionar la relevancia de la filosofía en estos tiempos de pandemia: “Hay una sensación de urgencia. Y la filosofía es –remarca el verbo– urgente”.
¿Veremos a partir de esta pandemia mucho más de lo que usted ha definido como el ‘narcisismo del miedo’?
Hay un peligro mayor de aislarnos del resto, a medida que el miedo nos hace hiperconscientes de nuestros propios cuerpos y a medida que vemos a la mayoría de nuestros seres amados solo a través de una pantalla, y ni siquiera eso con el resto de la comunidad. Pero, al mismo tiempo, esta pandemia es una gran oportunidad para abrir nuestras vidas a las realidades de otros. En mi ciudad y en mi estado, por ejemplo, todos los días recibimos nuevas evidencias sobre el hecho impactante de que los afroamericanos se están enfermando y mueren (por covid-19) en números mucho mayores que los blancos, y creo que eso finalmente ha permeado en personas que por mucho tiempo han ignorado las quejas de las minorías sobre inequidades en sanidad, vivienda o acceso a una buena nutrición. El buen periodismo ayudó a eso. Pero ahora debemos actuar y eso es más difícil que nunca, con la economía en ruinas. Afortunadamente, nuestra alcaldesa y nuestro gobernador han dado un buen ejemplo. Y conozco a muchas personas que están haciendo cosas para contribuir al alivio de los hambrientos, para ayudar a los comercios de nuestra comunidad y para apoyar a las entidades culturales y educativas que están en peligro.
Espero que mi país (Estados Unidos) finalmente haya entendido que los individuos no pueden desenvolverse sin un gobierno y que no pueden resolver sus problemas por su cuenta.
¿Y qué ve como escenario posible cuando el covid-19 quede atrás?
Prefiero no arrojar predicciones. Sería irresponsable de mi parte. Pero sí puedo decirle que espero que mi país (Estados Unidos) finalmente haya entendido que los individuos no pueden desenvolverse sin un gobierno y que no pueden resolver sus problemas por su cuenta. Durante el New Deal, los estadounidenses comprendieron esto, pero esa comprensión se ha desvanecido. Ahora somos conscientes de que triunfaremos o caeremos juntos, así que más vale que sigamos así y actuemos de manera inteligente para resolver nuestros problemas.
¿Qué responsabilidades tienen los gobiernos y cuáles los ciudadanos en esta crisis?
En el corto plazo, todos tenemos la obligación de ayudarnos mutuamente, cualquiera sea nuestra labor: como trabajadores de la salud, donde muchos médicos retirados volvieron al servicio activo para cubrir las necesidades, o como docentes, cuando muchos maestros volvieron a dar clases; y, por supuesto, en nuestras obligaciones como amigos y miembros de familias. Nuestras obligaciones también son financieras: debemos donar dinero, si estamos entre los afortunados que podemos hacerlo, para ayudar a las instituciones en problemas. Y, claro, las soluciones estructurales de largo plazo también serán importantes: no solo se requerirán paquetes de rescate, sino un cambio en la política general. Debemos garantizarnos que todos tengan seguros médicos y de desempleo adecuados, y que los pequeños comercios tengan algún tipo de red de auxilio en tiempos complicados. Así, esta crisis podrá ser un tiempo de aprendizaje y resolución. Hoy todos tenemos un tiempo para pensar que no esperábamos tener. Debemos aprovecharlo.
El premio nobel Angus Deaton demostró que la ayuda externa rara vez ayuda y muy a menudo es contraproducente, porque debilita la creación de una voluntad democrática a favor de buenas políticas.
¿Y los países desarrollados qué rol deberían asumir con relación a los países más pobres?
Solía pensar que los países más ricos estaban obligados a aportar dos puntos porcentuales de sus PIB a países en vías de desarrollo sin priorizar los caprichos de los países desarrollados que aportaban, sino cediéndoles el control sobre ese dinero a los países pobres para que lo definieran por su cuenta, según sus propios procesos democráticos. Pero mi confianza en esa idea mermó por el trabajo del ganador del premio nobel Angus Deaton, el gran economista sanitario. Él demostró, a través de estudios comparativos, que la ayuda externa rara vez ayuda y muy a menudo es contraproducente. Si un país o región va a desarrollar un buen sistema de salud, necesita la voluntad democrática de votar por las personas y las políticas que lo instrumenten. Porque, incluso, si el dinero externo no se consume corruptamente, su presencia a menudo debilita la creación de una voluntad democrática a favor de buenas políticas. Así, el consejo descorazonador de Deaton es que solamente los ciudadanos pueden resolver los problemas de su país, al menos en el sector de la salud. Yo sería menos pesimista en el área de la educación. Podemos contribuir a una infraestructura educativa, al conocimiento y a la transferencia de tecnología de muchas formas, y podemos destinar dinero en nuestras universidades para educar estudiantes de países en desarrollo que asumirán roles de liderazgo en sus países.
Hoy todos tenemos un tiempo para pensar que no esperábamos tener. Debemos aprovecharlo.
¿Por qué considera que la filosofía es más importante que nunca?
Porque la filosofía se plantea las grandes preguntas, esas preguntas que cualquiera que quiera vivir bien necesita plantearse: ¿qué es una buena vida? ¿Qué es una sociedad justa? En estos momentos, estoy dando una clase llamada ‘Emociones, razón y derecho’, para estudiantes graduados y posgraduados de Derecho, y nunca he visto un grupo más involucrado en estos temas. Hay una sensación de urgencia. Y la filosofía es (remarca el verbo) urgente. Sus preguntas están con nosotros noche y día, y si no les prestamos atención y las estudiamos –sea en clase o mediante una lectura grupal o leyendo por nuestra cuenta–, es muy probable que respondamos estas grandes preguntas a las apuradas, de una manera indigna de nuestra capacidad de reflexión. Y algo más: ¡la filosofía es divertida! Resulta realmente estimulante preguntarse y debatir las grandes preguntas. Una colega comenzó una discusión grupal informal con estudiantes no solo de la rama de filosofía, acerca de las grandes preguntas, y organiza debates a medianoche, cuando muchos jóvenes están despiertos. El grupo se llama Lechuzas Nocturnas y siempre incluye a dos profesores: ella y un invitado. Usualmente participan unos 250 estudiantes solo por amor a las preguntas y siempre resulta peculiar e impredecible. Es algo muy precioso. La filosofía no debería quedar confinada a las universidades. Demasiadas personas están demasiado desconectadas de los grandes temas una vez que se ponen a trabajar.