La Casa Blanca busca frenar la propagación del virus en el ala oeste

La Casa Blanca llevaba más de un mes ignorando algunas de las recomendaciones que ella misma dio a los estadounidenses para evitar el contagio y la propagación de covid-19 en el país.

La actitud cambió radicalmente este fin de semana luego de que personal muy cercano al presidente Donald Trump y al vicepresidente Mike Pence dieran positivo a pruebas de coronavirus, desatando toda una cacería contrarreloj para frenar el avance del virus en la residencia y oficinas del mandatario.

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Este lunes, la administración Trump circuló un memorando en el que se ordena a todo el personal de la Casa Blanca la utilización de máscaras en los espacios del ala oeste de la residencia, donde tiene sus oficinas Trump y Pence, al igual que sus más altos asesores.

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Es, además, la sección donde se encuentra la oficina Oval, la sala de prensa y todos los salones donde se realizan reuniones ministeriales entre Trump y su gabinete.

La orden, no obstante, no aplicaría para el presidente y el vicepresidente, que al parecer seguirán accediendo a estos espacios sin la necesidad de usar tapabocas.

El personal, según el memo, tampoco tendría que usar las mascarillas mientras esté recluido en sus oficinas.

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Casa Blanca

Los empleados deberán utilizar tapabocas. Una medida que, sin embargo, no aplicará el presidente Trump.

La alerta se disparó a finales de la semana pasada, cuando uno de los valet del presidente dio positivo a la prueba, y subió de tono el sábado luego de que se confirmara que Katie Miller, la portavoz de Pence, también había contraído la enfermedad pese a no presentar síntomas.

Miller es la esposa de Stephen Miller, uno de los asesores más cercanos a Trump y que se encarga de los temas migratorios en la administración republicana.

Dada la cercanía de ambos contagiados con Trump y Pence —y el cuadro asintomático que presenta Miller—, se teme que hayan podido contagiar a muchas otras personas que frecuentan esta área de la Casa Blanca.

Hasta antes del memorando, nadie venía utilizando los tapabocas pese a que su uso en este tipo de espacios cerrados es una de las recomendaciones del Centro para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC por su sigla en inglés) y que fueron avaladas por la propia Casa Blanca cuando publicó una serie de guías a mediados de abril que debían ser adoptadas por todos para atajar la pandemia.

Trump, dicen los medios y sus mismos asesores, es enemigo de las máscaras. Tanto por vanidad como porque cree que su uso envía un mensaje de debilidad frente al virus

El único control que se venía haciendo era la realización de pruebas casi diarias a todo el personal que entra en contacto con el presidente y vicepresidente, y el chequeo de temperatura corporal para determinar si alguien padece fiebre.

Este lunes en la tarde, durante una rueda de prensa desde la Casa Blanca, se le preguntó a Trump si las medidas de seguridad habían fracasado en vista de los contagios detectados entre el personal.

Pero Trump, hablando nuevamente sin tapabocas, desestimó los riesgos. «No creo que el sistema haya colapsado. Puede pasar. Esto es un enemigo invisible. Vamos a estar bien», dijo el mandatario que terminó cancelando abruptamente el encuentro con los medios luego de una disputa con dos reporteros por una pregunta que no fue de su agrado.

Dijo, además, que fue él quien exigió el uso de tapabocas en la Casa Blanca.

Anthony Fauci

Anthony Fauci, asesor en las medidas frente al coronavirus, se someterá a un aislamiento preventivo.

En cualquier caso, se trata de un tema polémico. Trump, dicen los medios y sus mismos asesores, es enemigo de las máscaras. Tanto por vanidad como porque cree que su uso envía un mensaje de «debilidad» frente al virus.

Algo que resulta crítico justo cuando está tratando de resucitar la economía bajo el argumento de que lo peor ya pasó. Pero el contagio de dos personas en su ‘propia’ casa envía una señal completamente diferente.

La respuesta frente al tema ha sido errática. Varios altos funcionarios, entre ellos Anthony Fauci, el director del Instituto para las Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU. y uno de los líderes de la fuerza especial que creó Trump para lidiar contra la enfermedad, decidió autoimponerse una cuarentena «parcial» durante 14 días y anunció que usará una máscara en caso de que deba romperla. Y lo mismo hicieron otros funcionarios que estuvieron en contacto con Miller.

Pero otros, entre ellos el vicepresidente Pence, seguirán asistiendo a sus trabajos en la Casa Blanca, aunque serán monitoreados diariamente con pruebas de diagnóstico y exámenes médicos.

Si Trump y su equipo entienden que por su propia seguridad es vital realizarse pruebas de diagnóstico (a diario), entonces por qué creen que eso no es necesario para el resto de los estadounidenses

Joe Biden, candidato que representará a los demócratas en las elecciones presidenciales, ha criticado la actitud, pues se le dice a los estadounidenses que usen tapabocas y entren en cuarentena ante la menor sospecha, cuando en la Casa Blanca al parecer poco les importa.

Biden, de paso, cuestionó a Trump por sugerir que el establecimiento de un sistema masivo de pruebas de diagnóstico no era necesario para reactivar la economía, pese a que fue una de las recomendaciones que él mismo hizo a los estados.

«Si Trump y su equipo entienden que por su propia seguridad es vital realizarse pruebas de diagnóstico (a diario) —y su comportamiento así lo demuestra—, entonces por qué creen que eso no es necesario para el resto de los estadounidenses«, dice Biden en una columna de opinión que publicó en el Washington Post.

De momento, la Casa Blanca se encuentra en alerta máxima ante cualquier signo de que el contagio no se limitó a estas dos personas. El problema, dado que el virus puede propagarse a través de personas asintomáticas y tres o cuatro días antes de que se presenten síntomas, es que para ese momento puede ya ser demasiado tarde.

SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
WASHINGTON

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