El ‘odiado’ dólar empieza a mandar en el reino del bolívar soberano

En Venezuela nadie quiere tener un bolívar. Todos sueñan, en cambio, con tener dólares estadounidenses. Y no es una aspiración estéril. Bienes y servicios de toda índole se transan hoy en la divisa norteamericana. Lo sabe el comerciante Tony Elías, en una perfumería al este de Caracas: ocho de cada diez clientes le pagan con la divisa.

Es la dolarización de facto que, recientemente, reconoció Nicolás Maduro.
“Ese proceso que llaman de dolarización puede servir para la recuperación y despliegue de las fuerzas productivas del país y el funcionamiento de la economía. Una válvula de escape, ¡gracias a Dios existe!”, dijo el domingo pasado en una entrevista, en la que, sin embargo, no abandonó su discurso antiimperialista.

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Lejos de ser algo que celebrar, para los expertos locales, como el profesor de Economía de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y magíster en Moneda e Instituciones Financieras Luis Crespo, la “dolarización desordenada”, como la llama, es la evidencia del fracaso económico del régimen chavista.

El también economista Asdrúbal Oliveros coincide con él: “Gracias a la aplicación de políticas económicas desacertadas, ineficientes, incorrectas a lo largo de todos estos años hemos tenido que, de facto, renunciar a nuestra moneda porque se perdió la confianza; y se perdió la confianza porque perdió su valor”, acota.

Ese proceso que llaman de dolarización puede servir para la recuperación y despliegue de las fuerzas productivas del país y el funcionamiento de la economía, ¡gracias a Dios existe!

La firma que dirige Oliveros, Ecoanalítica, ha medido cómo ha crecido el proceso que él llama de “dolarización transaccional”.

El estudio más reciente lo hicieron la primera quincena de octubre, en las siete principales ciudades del país, y reportaron que 53,8 por ciento de 12.600 transacciones revisadas, en seis rubros, fueron pagadas con una moneda distinta al bolívar, principalmente en dólares, pero también con pesos colombianos y euros.

Esto representa un incremento de casi 14 puntos en relación con el mismo análisis que hicieron en abril, cuando reportaron que 40 por ciento de las compras se estaban haciendo con otras divisas. Oliveros vaticina que este año cerrará con una proporción cercana a 60 por ciento y que, en 2020, ese porcentaje superará el 70.

“Cuesta pensar que después de que llegas a esos niveles, la gente renuncie a ello o vuelva a trabajar con bolívares”, anota el especialista en entrevista con EL TIEMPO. Sin embargo, cree que los venezolanos tampoco renunciarán a seguir trabajando con bolívares, y que lo que habrá será una circulación de estos con otras monedas.

Nicolás Maduro

Nicolás Maduro no parece tener en mente una dolarización plena. “Vamos a tener siempre el bolívar y vamos a recuperarlo, y vamos a defenderlo”, dijo.
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Foto:

Carolina Cabral Fernandez / Bloomberg

De hecho, Maduro no parece tener en mente una dolarización plena. “Vamos a tener siempre el bolívar y vamos a recuperarlo, y vamos a defenderlo”, agregó ese domingo.

Apenas en agosto del 2018, bautizaba al llamado “bolívar soberano” en la segunda reconversión monetaria de la historia de Venezuela, en la que la moneda perdió cinco ceros. La primera, también en la era del chavismo, en 2008, lo había vuelto “fuerte”, quitándole tres ceros.

Oliveros, además, no ve posible una cooperación entre Venezuela y EE. UU., específicamente entre el Banco Central de Venezuela (BCV) –sancionado por el Departamento del Tesoro– y la Reserva Federal de EE. UU. Pero no descarta que, en el futuro, en una transición política, la dolarización plena sea “algo que haya que asumir”.

De acuerdo con datos de la Asamblea Nacional, la inflación de octubre fue de 20,7 por ciento, mientras que la acumulada ascendió a 4.035,2 y la interanual a 24.312,5. El país cumplió dos años en hiperinflación, y fue precisamente este proceso el que trajo como consecuencia la dolarización, que se hizo más evidente este 2019.

No todos los venezolanos la viven igual y el hecho de que unos reciban dólares y otros no está provocando gruesos desequilibrios. “Un gran porcentaje de la población que recibe salarios en bolívares, maestros, enfermeras, médicos, profesores universitarios, empleados públicos (3 millones), prácticamente están siendo sometidos a la precarización de sus condiciones de vida; mientras que otro sector está obteniendo divisas por múltiples fuentes. Es totalmente discriminatorio”, asegura Crespo.

Ecoanalítica divide a la población en tres categorías: los que generan divisas y trabajan plenamente con dólares en su flujo de caja, como los importadores o empresarios, que representan apenas 15 por ciento del total; los trabajadores por cuenta propia con acceso a dólares de manera incipiente, pero no en cantidades suficientes para satisfacer toda su demanda, que representan 35 por ciento de la población; y los que viven únicamente con bolívares, como los empleados públicos (3 millones de personas) o jubilados (4’500.000), que representan 50 por ciento de la población.

“Esa es la población más vulnerable, a la que le afecta con más fuerza el ciclo de la hiperinflación”, dice Oliveros.

ANDREÍNA ITRIAGO
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
CARACAS

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