Las protestas con las que se pide la renuncia de Sánchez en España
Lo que nació como un incidente anecdótico en un barrio de clase alta de Madrid ha pasado a convertirse en una serie de protestas, con cacerola en mano, contra la gestión del gobierno de Pedro Sánchez en España.
Al principio, hace diez días, salían un puñado de decenas de personas a la calle Núñez de Balboa del barrio de Salamanca, envueltas en banderas españolas, y pedían la dimisión del presidente mientras se declaraban oprimidas en el confinamiento. Sobre las nueve de la noche dejaban sus casas y protestaban, entre otras razones, porque el gobierno central no le permitió a la Comunidad de Madrid pasar de la fase 0 a la 1, cuando sí lo hicieron muchas otras regiones.
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Las marchas se han empezado a repetir durante los últimos días en otros barrios de la capital y ya han llegado a ciudades como Sevilla, Córdoba, Logroño, Pamplona y Zaragoza.
Los partidos de la derecha -sobre todo el extremista VOX- no quieren desperdiciar la ocasión e intentan ganar réditos políticos.
Durante el transcurso de esa evolución se han presentado confusiones, falsas noticias, mensajes encontrados en las redes y hasta una escoba que se convirtió en un palo de golf.
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Primeras notas
En los balcones de las ciudades españolas se ha visto todo tipo de actividades desarrolladas entre los vecinos durante la cuarentena: rifas, juegos, cantantes y músicos, aplausos (a los de los servicios sanitarios, a los de la limpieza de los espacios públicos, a los vendedores de los supermercados) y sesiones de gimnasia. Los vecinos se las han arreglado desde la distancia que determinan los apartamentos.
El 14 de marzo, cuando se decretó el estado de alarma, Diego Gil-Casares, un muchacho de 20 años, salió al balcón de su apartamento en la calle Núñez de Balboa y puso el himno de España a todo volumen. Era su manera de sumarse a la lucha contra el coronavirus, según señaló en sus redes sociales.
Durante los días siguientes repitió la rutina, llena de canciones que animaban al barrio, luego de los aplausos de las ocho de la noche a los sanitarios. Los vecinos recibían con alegría el regalo y sacaban los celulares. Gil Casares dedicaba las sesiones a los diferentes sectores de trabajadores dedicados a hacer menos difícil la vida con la pandemia y colgaba videos en sus redes sociales.
Los partidos de la derecha -sobre todo el extremista VOX- no quieren desperdiciar la ocasión e intentan ganar réditos políticos
Tras casi dos meses de montar esa especie de fiesta -que no le queda difícil porque, aparte de estudiante, es pinchadiscos- anunció que dejaría de hacerlo porque empezaban los exámenes. Los vecinos quisieron darle un regalo de agradecimiento el último día y encargaron un álbum con las fotos y videos que habían tomado. El domingo 10 de mayo fue un grupo a entregárselo al frente de su edificio y a bailar al compás de las últimas canciones. Según la Policía, se juntaron en torno a un centenar.
Fue cuando llegaron las patrullas con agentes que pedían respetar la distancia entre las personas de acuerdo con las medidas sanitarias. No hubo violencia, pero sí multas. Y rabia. La gente empezó a vociferar en contra del gobierno y a gritar “Sánchez dimisión”.
Confusiones y noticias falsas
Los videos tomados por los vecinos comenzaron a circular por redes sociales con sus propias interpretaciones. Prevalecía una según la cual la Policía había ido a amonestar al “culpable” de haber difundido el himno nacional.
En el imaginario español, la derecha es la que defiende los símbolos patrios. Si hay una bandera roja y amarilla en una casa, se parte de la base de que habitantes votan por el Partido Popular (PP) o Vox. Por ello, se esparció la idea falsa de que el gobierno de izquierda de Sánchez perseguía a los de derecha.
También se difundió un video en el que un hombre golpeaba una señal de tráfico con un palo de golf en medio de una de las protestas del barrio de Salamanca. En realidad se trataba de una escoba, pero detrás de la noticia falsa estaba la idea de mostrar las marchas como un arrebato de cólera de los ricos.
Se esparció la idea falsa de que el gobierno de izquierda de Sánchez perseguía a los de derecha.
Entran los políticos
Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, no tardó en pedirle a José Luis Almeida, alcalde conservador de Madrid, que actuara en contra de las protestas y le advirtió que “no puede ser el alcalde de los ricos”. Dijo que se trata de “manifestaciones de clases altas donde vemos a personas golpeando señales de tráfico con palos de golf”.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por su parte, criticó al gobierno por utilizar la cuarentena para mantener un mando único y aprovechar que estas familias “están en sus casas” y “no pueden salir libremente a manifestarse” contra la gestión central.
En el trasfondo del gobierno de la Comunidad de Madrid, bajo el mandato del PP, hay un profundo malestar contra Sánchez porque no ha permitido que la región pase de la fase 0 a la 1, como lo han hecho en la mayoría del país.
Díaz Ayuso cree que se trata de castigo económico injusto, pero el Ministerio de Sanidad insiste en que la región no cumple con los requisitos necesarios para hacerlo. En España, Madrid es el principal foco de coronavirus, donde han muerto cerca de 9.000 personas y se han contagiado más de 70.000.
En pleno rifirrafe entre el gobierno central, de izquierda, y el local, de derecha, aparece Vox, de extrema derecha, que pretende asemejar el crecimiento de estas protestas a las que crearon el 15-M (un movimiento de indignados contra el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero del que terminó naciendo el partido de izquierda Podemos).
Vox busca reunir bajo su paraguas a todos los inconformes. Por eso dos de sus líderes, Rocío Monasterio e Iván Espinosa de los Monteros, también salen ahora a la calle.
Aunque las protestas no son multitudinarias, se trata de un fenómeno que ha ido creciendo con el que Sánchez tiene ahora que lidiar en plena lucha contra el coronavirus. La desesperación con el confinamiento no estaba prevista en la mente del gobierno.
JUANITA SAMPER OSPINA
Corresponsal de EL TIEMPO
MADRID