‘Para combatir la pandemia hay que apoyarse en líderes comunitarios’

Johnson Sirleaf es una leyenda viviente, sí. Porque fue la primera mujer elegida presidenta en la historia de toda África… y ganó luego su reelección. Porque recibió el Premio Nobel de la Paz por sus contribuciones a los procesos de paz en su país, Liberia, tras dos guerras civiles. Porque lideró la lucha contra otra epidemia mortífera, la del ébola, que mató a 5.000 de sus compatriotas. Desde su experiencia habla de cómo debería manejarse esta pandemia.

¿Ve margen para establecer una efectiva coordinación multilateral contra el covid-19?

Pienso que la experiencia del covid-19 y el hecho de que haya alcanzado a todo el mundo llevarán a una nueva comprensión sobre la necesidad de una cooperación global en todo lo que hacemos. Pero, al mismo tiempo, nuestra experiencia muestra que, sea lo que sea que hagamos para combatir una pandemia como aquella del ébola o esta del covid-19, la verdadera respuesta pasa por las personas en el llano. Pasa por los líderes de las comunidades, por las autoridades locales, porque ellos encarnan la primera respuesta, son quienes entienden la cultura, las tradiciones y costumbres de sus comunidades, como así también pasa por las instituciones del sistema de salud, a través de las enfermeras y de los enfermeros que asumen los riesgos y gran parte de la responsabilidad de identificar los síntomas o responder a estas enfermedades.

Al menos por ahora, sin embargo, tanto el G-7 como el G-20 no parecen reaccionar como usted plantea y desea.

Permítame apoyarme en mi experiencia con el ébola. Cuando irrumpió en nuestro país no teníamos la capacidad para responder y tuvimos que apelar al mundo, a tal punto que redacté una carta, que difundió la BBC, diciéndole al mundo que este virus no era una amenaza para el oeste de África, sino una amenaza global. Y cuando llegó a Estados Unidos por fin se le prestó atención. El presidente Obama respondió nuestro llamado, nos envió soldados para construir hospitales militares.

También recibimos ayuda del sector privado, que a menudo prefiere quedarse en un segundo plano y seguir adelante con sus negocios, pero en aquella ocasión trabajaron con la Unión Africana y proveyeron recursos para que muchos jóvenes africanos viajaran a Liberia desde países que habían sido afectados antes por el Ébola, como la República Democrática del Congo en los 60. Esos muchachos unieron fuerzas con nuestros jóvenes y fueron a los lugares más pobres de nuestro país, llevando suministros, ayudando a los enfermeros. ¡Cuán maravilloso fue!

Ahora parece que el G-7 no está respondiendo, porque los países que lo integran tienen sus propios problemas con el contagio y han puesto su foco de atención en ellos mismos, pero comprenden que si no resolvemos esto de una manera global y cualquier parte del planeta es abandonada a su suerte, no tendrán forma de evitar que terminen afectados otra vez.

Al luchar contra el ébola, usted comenzó imponiendo el aislamiento, pero pronto detectó que no era efectivo para la realidad liberiana y, entonces, delegó la responsabilidad en las comunidades…

Creo que ahora estamos viendo un poco de eso, pero no hasta el punto de lo que fue durante la epidemia de ébola. Sin embargo, déjeme hacer una distinción: en muchos países desarrollados tienen los recursos para lograr que sus ciudadanos se queden en sus casas y apoyarlos mientras dure ese confinamiento. Pero nosotros no tenemos ese lujo. En los países pobres tenemos muchísima población en comunidades superpobladas.

Y aun así esta gente muestra su agradecimiento hacia los médicos, los enfermeros, hacia todos los que están asumiendo riesgos, ¿llevará esto a un mundo mejor? ¿A un mundo más humano? Sí, estoy ciento por ciento segura. Creo que al fin comprenderemos que si levantamos muros y ponemos trabas al movimiento de las personas, si impedimos que los científicos y las soluciones lleguen a los países más pobres que están marginalizados, todo eso volverá a perseguirnos, porque hoy vivimos en un mundo interconectado a través del transporte y de la tecnología.

Basada en su experiencia, ¿qué sugerencia podría aportarles a los líderes que afrontan el covid-19?

Un líder debe asumir la responsabilidad y hacerse cargo. Debe dar el ejemplo. Si quieres que la población confíe en las medidas que estás adoptando, ellos deben ver que eres parte de la comunidad. Y no importa cuán fuerte sea o cuánta educación tenga, un líder debe construir un equipo. No puede hacerlo todo solo. Cuando lidias con una pandemia necesitas médicos, científicos y expertos. Y, como dije antes, debes reconocer a los líderes comunitarios, a los referentes del sector informal que realmente entienden el lugar y la cultura en que se mueven.

¿Cuál fue el abordaje más adecuado que encontraron ante el avance del ébola en su equivalente a nuestras villas miseria?

Debes ir hacia la gente. No alcanza con un mensaje por radio o ser visto por televisión o enviar a tus ministros. ¡Tienes que encontrarte con ellos donde están! Debe quedar claro que vas porque quieres transmitirles que comprendes cómo están y cómo viven, y que estás haciendo lo que puedes para mejorar su situación. Se trata de construir confianza. Quienes te reciben a menudo no acuden en busca de dinero. Solo quieren ver que te interesas por ellos, que quieres verlos en su ambiente. Eso solo los alivia y ayuda a construir confianza en tu liderazgo.

¿Hay alguna pregunta que no le he planteado y que a usted le gustaría responder?

¿Sabes? Pienso que no me has preguntado cuál fue el momento más triste de mi experiencia con el ébola. Te diré que fue visitar hospitales y clínicas, y ver cadáveres en las calles, muchos de ellos en las cercanías o incluso en los jardines de los hospitales, obviamente muertos mientras intentaban obtener ayuda. Ayuda que no podían darles porque los médicos también habían muerto, las enfermeras habían muerto y los hospitales estaban cerrados.

Esa fue una experiencia que nadie debería vivir. Debemos encontrar la manera de ayudar a los países que lo necesitan, hallar los recursos y ayudarlos a montar los sistemas sanitarios para que, cuando afronten estos desafíos, sus pueblos no queden abandonados a su suerte hasta morir, sino que puedan encontrar alivio, cura y apoyo. Y eso solo puede lograrse a través de las Naciones Unidas, a través de la cooperación entre países. Somos ciudadanos del mundo.

Hugo Alconada Mon – ‘La Nación’ (Argentina)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *