En África todavía se siente el legado sangriento de Viktor Bout

DAKAR, Senegal — Traficó armas a los rebeldes en Angola. Encabezó un grupo criminal que sacaba cobalto de contrabando del Congo. Entregó misiles, ametralladoras y helicópteros militares a Liberia en medio de una guerra civil. Pero el traficante de armas ruso convicto Viktor Bout, liberado recientemente por Estados Unidos en un intercambio por Brittney Griner, la estrella del basquetbol femenil estadounidense, nunca rindió cuentas por los actos documentados a lo largo de los años por las Naciones Unidas. En lugar de eso, fue arrestado en una operación encubierta en Bangkok en el 2008 por informantes de la Administración de Control de Drogas (DEA) de EE. UU. que se hicieron pasar por revolucionarios colombianos, y luego condenado por conspirar para matar a estadounidenses.

Si bien fue recibido a su regreso a Rusia como una “persona maravillosa”, muchas de las víctimas africanas de los conflictos a los que suministró armas aún sufren el trauma y esperan justicia.

“Este tipo es responsable del asesinato, indirectamente, de miles de personas”, dijo Hassan Bility, director del Proyecto de Investigación y Justicia Global, una organización que documenta las atrocidades de la guerra en su País, Liberia.

Bout tenía una red de más de 50 aviones que participaban constantemente en “envíos de armas desde Europa del Este a las zonas de guerra africanas”, de acuerdo con la ONU.

Bout no ha respondido a una solicitud de entrevista. Pero hablando con The New York Times en el 2003, Bout primero dijo que no sabía que lo que estaba entregando eran armas. Luego cambió de enfoque.

“¿Armas ilegales?”, preguntó. “¿Que significa eso? Si los rebeldes controlan un aeropuerto y una ciudad, y te dan autorización para aterrizar, ¿qué hay de ilegal en eso?”.

Una zona de guerra donde la ONU detectó embarques de armas fue Liberia. Bout suministró armas a Charles Taylor, ex Presidente de Liberia, dijo Stephen J. Rapp, quien como fiscal del Tribunal Especial para Sierra Leona respaldado por la ONU dirigió el enjuiciamiento de Taylor, que terminó en su condena por crímenes de guerra por atrocidades cometidas en Sierra Leona.

Rapp dijo que Taylor libró sus guerras a través de actos violentos contra civiles.

Joshua Kulah, que tenía 9 años cuando terminó la segunda guerra civil de Liberia en el 2003, dijo que los soldados y los rebeldes habían obligado a sus amigos a convertirse en niños soldados y que primos y amigos habían muerto en el frente. Kulah, ahora un abogado de 28 años, recordó que sus padres lo escondían cada vez que llegaban hombres armados al vecindario, para que no lo secuestraran y lo obligaran a pelear.

Un día del 2003, estaba jugando afuera cuando llegaron los rebeldes. “Vimos cohetes cayendo por todas partes”, dijo Kulah. “Lo vi caer sobre las casas y matar a todos en la casa. Recuerdo haber corrido a casa desde el campo y los cohetes caían. Vi cadáveres”.

Kulah dijo que era “indiferente” a la liberación de Bout porque culpaba a las personas que usaron las armas, no a quienes las vendieron.

Bility dijo que su organización comenzaría a armar un expediente sobre las actividades del traficante de armas en Liberia que pudiera usarse en un caso en su contra, y luego esperaría a que salga de Rusia para que pudiera ser extraditado o enjuiciado en otro sitio.

Bility agregó que la liberación de Bout era “difícil”, pero que no criticaría a Estados Unidos cuando ese País había tratado repetidamente de hacer rendir cuentas a los rebeldes liberianos que huyeron allí, mientras cientos de criminales de guerra en Liberia están libres.

La lista de clientes de Bout era larga, de acuerdo con Douglas Farah y Stephen Braun, quienes escribieron un libro sobre él, “Mercader de la muerte: dinero, armas, aviones y el hombre que hace posible la guerra”. Simultáneamente suministró armas a Ahmad Shah Massoud, líder de la Alianza del Norte de Afganistán, y a los enemigos de Massoud, los talibanes.

Durante años, los sobrevivientes liberianos de las guerras, los defensores de los derechos humanos y algunos políticos han presionado para que se cree un tribunal de crímenes de guerra, recomendado por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación del País. Pero gobiernos sucesivos se han resistido.

Entre las recomendaciones de la comisión: investiguen a Bout.

Inicialmente, George Weah, Presidente de Liberia, respaldó la creación del tribunal. Pero recientemente ha guardado silencio al respecto.

Por: RUTH MACLEAN 
y DOUNARD BONDO

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